17/10/07

La ideología nacionalista convierte a la lengua en instrumento de credo

" (...) Signo de estos tiempos de pestes nacionalistas es que la ideología domine la lengua hasta convertirla en instrumento de credo, tal y como el lingüista Victor Klemperer observó en su vigente y muy recomendable libro La lengua del Tercer Reich… Volviendo a Klemperer, que en el comienzo lento hacia la guerra del exterminio fue apartado de su cátedra y le impidieron el acceso a todas las bibliotecas públicas, conviene recordar que "cuando el poder se apodera del discurso, su lenguaje impregna el lenguaje del ciudadano y se extiende a todo con una naturalidad asombrosa, como si fuera lo esperado y lo evidente". En el caso catalán o español, este sutil proceso hace que no llame atención alguna que escritores catalanes, castellano-escribientes hayan sido tenuemente marginados de sus puestos de trabajo en la Universidad catalana. Proceso igualmente vivido, acaso de modo más evidente, en la comunidad vasca. A lo que se añade la manipulación patente de libros de texto, reglamentos universitarios y demás documentación burocrática o empresarial.

Si por un lado los ciudadanos son los receptores directos de los usos lingüísticos de los políticos, por otro, en su utilización de la lengua se reflejan los privilegios y opresiones que ella reparte. El lenguaje ha intoxicado a los habitantes y más allá del grado de españolismo o catalanidad que uno posea, la lengua protegida se va interiorizando y conquistando conciencias de quienes va encontrando al punto de paralizar a quienes piensan en contra.

Así, la expresión famosa es catalán quien vive y trabaja en Cataluña, altera su sentido válido y, en principio, positivo por otro negativo: dando a entender que no es catalán quien no escriba o hable el idioma que debe hablarse en Cataluña. Y, por tanto, merece quedar excluido de los medios radiofónicos como el caso de persecución lingüística recientemente ocurrido a la escritora uruguaya-catalana Cristina Peri Rossi. Ejemplo en el que la inmediata reacción de un sector de ciudadanos está consiguiendo reencauzar a buen término.

En los medios nacionalistas, expresiones y palabras se inventan o se modifican para su uso provechoso, haciendo caer en el olvido o desaparición la anterior situación que le daba verdadero sentidoEl peor efecto de este lenguaje es suscitar a las personas un estado de ánimo propicio para el cumplimiento de sus programas… la forma popular de hablar les sirve como marca identitaria y señal de que uno está en el lugar adecuado. En la única opción permitida. En lugar de decir la palabra España (menuda maldición) hacen toda clase de circunloquios para referirse al país, llamándolo Estado español, catalán o peninsular. Como también el caso grandioso de un periodista que hace unos días, para comentar la despedida de un torero en una sonada corrida en Barcelona, decía: "César Rincón se despide de Europa". O, también, aquel informativo televisivo: "Llueve en todo el Estado español". (NURIA AMAT: El circo patriótico; El País, ed. Galicia, Opinión, 16/10/2007, pp. 17)

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