4/4/07

El racismo de los ricos es el problema, como en Luxemburgo, Suiza etc...

El origen del "conflicto":

El País: "Dedico este libro a la impureza", dice usted, Aramburu, en el epígrafe inicial. "Les adeudo [a los inmigrantes] el favor de haber manchado la pureza dañina de mi infancia", escribe usted, Irazoki. ¿Creen que es ahí donde se sitúa el origen del problema?...

Aramburu: no puedo ignorar que la imposición de cualquier clase de pureza en la sociedad conduce directamente a la persecución de aquellos que escapan a la ortodoxia. Prefiero el abrazo al hombre que a las ideas.

Irazoki: Y sí, opino que el problema nace de la reacción ante la diversidad.

EP. Sus obras exudan una sensación de fatalidad, de determinismo, bastante real, por lo demás.

Aramburu. Esa fatalidad no es otra cosa que la consecuencia inevitable de una pedagogía del odio practicada con mayor o menor saña, y, salvo excepciones concretas, por el conjunto del espectro nacionalista. Hay muchos niños vascos a los que se adiestra en el odio a España y a lo español, y de esta forma se prepara a los militantes de mañana.

Irazoki. Desde otro ángulo, puede que el principal ingrediente de esa fatalidad sea que en el País Vasco el dolor de lo que se considera como propio tiene un prestigio inmerecido.

EP. En su libro, Aramburu, los hijos de las víctimas están muy presentes. Algunos viven en la ignorancia de lo que pasó con su padre o su abuelo. ¿Les protegen para que no odien, para que no se sientan excluidos, para que ellos mismos no lleguen a convertirse en víctimas o se tomen la justicia por su mano?

Aramburu. La protección trataba de evitar secuelas traumáticas, complejos de culpa y de inferioridad y, en no pocos casos, que el niño incurriera en el odio y la venganza.

EP. ¿Y cómo se llama la enfermedad de la patria vasca?

Aramburu: …Consiste principalmente en sentar las bases sociales de una ficción, según la cual una masa humana se persuade de que vive en un presente provisional mientras se afana en la culminación de una meta colectiva que en el caso vasco sería la independencia. Los individuos afectados por el síndrome utópico equiparan dicha meta a la justicia absoluta. De ahí que, una vez establecido este principio intangible, matar sea para quienes lo profesan un acto noble, justificado y útil para la sociedad.

EP. Silencio, inhibición, indiferencia. ¿La perversión moral es un precio a pagar por la adaptación?

Irazoki. Muchas de estas adaptaciones se deben al miedo, y no hago reproches a quienes lo padecen. Lo peor son las expresiones que combinan la cobardía y una oscuridad calculada.

Aramburu. Esas actitudes no son sino la cara visible de una estrategia encaminada a garantizar la propia supervivencia. Se acude a ellas de costumbre en épocas de represión extrema o de terror, y entiendo que están previstas por la naturaleza. Es el miedo lo que las genera. Presentan formas diversas: perversión moral, cinismo, cobardía, incluso colaboracionismo.

EP. ¿Saben cómo y por qué se ha llegado tan lejos?

Irazoki: … Tirar alegremente la chaqueta al aire porque ha desaparecido el adversario es un fracaso moral. En mi tierra, no pocos vacíos personales se llenaron con una aventura en la que el odio era el ingrediente básico. Y eso, mezclado con la indiferencia de la mayoría, ha creado una situación que hace ya 15 años mi compañera, autora de una tesis doctoral sobre el País Vasco, resumió con una frase: "En ninguno de los lugares que conozco se habla tanto de ética y se practica menos lo que esa palabra significa".

Aramburu. Lo que ha pasado es que la obsesión de algunos por dar forma histórica a la idea de pueblo elegido, predestinado a moverse en el sentido de una misión colectiva, ha roto, no sé si para siempre, la unidad cultural entre los vascos.

(Diálogo: Dos escritores conversan sobre Euskadi. F. Aramburu: "Hay gente que se mantiene en un silencio calculado". F. J. Irazoki: "Los patriotismos me molestan desde que era muy joven"; El País, Domingo, 18/03/2007, pp. 8/9)

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