"(...) ¿Por qué le costaba ir a la escuela?
Bueno, algunos me llamaban “moñas”, porque era un poco amanerado y jugaba con las niñas. Pero yo también me porté mal. Como dice Alejandro Sanz en una canción, a veces me hacía el malo para que no me dieran palos.
¿Por eso cree que perdió el tiempo en el colegio?
No,
lo perdí porque no estaba centrado. Era buen estudiante, pero era vago.
A partir de los 10 años empecé a suspender todo y dejé de prestar
atención. Le perdí el respeto. Nos ocurrió a muchos. Pasamos de dar una
asignatura en catalán a darlo todo en catalán, menos una clase de
castellano. No quiero echarle la culpa a eso, pero dejé de tener interés
en las clases. Y luego me arrepentí. Es de lo que más me he arrepentido
en mi vida.
¿Cuándo empezó a sentir ese arrepentimiento?
Cuando, a los 20 años, gano el festival de cante de La Unión y me llama Bigas Luna para hacer una película, La teta y la luna. Estaba recién llegado de la mili. Recuerdo una cena con Bigas y otras personas y pensé, Dios mío, no sé ni de lo que están hablando. Me sentí tan ridículo, tan cateto, que dije, esto no me va a volver a pasar, tengo que leer, tengo que ver cómo habla la gente, tengo que cultivarme. A partir de ahí abrí los ojos al mundo y fui una máquina de aprender, de fijarme en todo, de meterme en todos los berenjenales. Pasé de vivir de Badalona, en mi micromundo de emigrantes, a Barcelona y ahí empecé a cambiar y cambiar mi vida. (...)
En ‘Diverso’ hay una canción en catalán. ¿Le ha perdido el rechazo que le cogió en la escuela?
Me
he enamorado del catalán cuando me he sentido libre. No es que lo
rechazara. Lo hablaba y lo entendía, pero las cosas que se hacen por
imposición tienen mucha menos carga de amor. Cuando llegas a ellas desde
tu libertad y tu curiosidad, surge el flechazo.(...) " (Entrevista a Miguel Poveda, Luz Sánchez-Mellado, El País, 09/01/22)
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