2/12/21

Vinculando la lengua catalana a posiciones políticas se obtiene un resultado paradójico. Se crea una buena fuerza de choque, pero la lengua pierde... Forjada al fuego de una visión política, puede crearse una esfera lingüística numerosa, de gran intensidad militante. Pero, a su vez, se expulsa una gran bolsa de hablantes reales o potenciales... obligar a los catalanes a elegir entre el sentimiento catalán o el español puede ser una táctica política eficaz a corto plazo, pero seguro que es una estrategia lingüísticamente suicida

 "Vinculando la lengua catalana a posiciones políticas se obtiene un resultado paradójico. Se crea una buena fuerza de choque, pero la lengua pierde. Lo que ahora vemos al por mayor, ya ocurrió a finales de los 70 con el Avui . Ese diario fue posible gracias al micromecenazgo de decenas de miles de catalanes. Decantándose por el pujolismo, perdió muchos enseguida. 

Hoy fue instrumento suficientemente eficiente... para el nacionalismo, no para la lengua. La historia de TV3 es similar. Tiene una audiencia muy fiel (acostumbrada a humoristas que ríen por debajo de la nariz hablando de “perros” adiestrados a “oler españoles”). Presume ser la primera cadena en Catalunya, pero ha perdido el objetivo inicial, que era el de fomentar el uso del catalán. 

Las cadenas en español pasan del 80%. ¿Un reducto del 13 al 16%? Útil para una idea de Cataluña, inútil para el catalán. Forjada al fuego de una visión política, puede crearse una esfera lingüística numerosa, de gran intensidad militante. Pero, a su vez, se expulsa una gran bolsa de hablantes reales o potenciales. 

Una lengua de grandes dimensiones puede permitirse el lujo de expulsar a hablantes. El inglés, como el castellano, el árabe o el chino, puede permitirse muchos vínculos negativos: el desprecio o la indiferencia por otras culturas, la prepotencia de sus hablantes que dan por hecho que todo el mundo debe entenderlos. 

Una política nada sospechosa de proximidad con el catalán, Soraya Sáenz de Santamaría, explicó en un almuerzo con periodistas de La Vanguardia que entendía muy bien las susceptibilidades catalanas porque su suegra, portuguesa con tienda abierta en una ciudad del país del fado, se quejaba siempre de la impertinencia de muchos españoles: daban por hecho que debía atenderles en castellano.

 El fuerte no debe esforzarse; sus errores de empatía no le penalizan. El débil, debe ser inteligente y seductor o, por mucho que llore, pagará su debilidad. La tiranía de la audiencia en el mundo digital: éste es el nudo lingüístico Las dificultades del catalán son dos. 

1) La integración de la inmigración africana se realiza en castellano; y la latinoamericana no da el paso al catalán.

 2) Las plataformas digitales, las redes sociales e internet en general, condicionadas por el factor masivo (likes, viralidad, audiencia), están encogiendo el espacio de las lenguas de vida precaria como la catalana, pero también del italiano, el francés y otras lenguas de peso. 

Se imponen las que reúnen hablantes por cientos de millones. No digo que la fuerza del español no sea también política. Pero ahora es sobre todo consecuencia de la tiranía de la audiencia en el mundo digital. 

Si un joven de Barcelona quiere ser famoso en el TikTok, elige el castellano aunque en su casa sean indepes. El nudo está aquí. Reclama un buen estudio diagnóstico y después un plan para potenciar el catalán como lengua de prestigio.

 Plan que, por ser eficaz, debería ser unitario: obligar a los catalanes a elegir entre el sentimiento catalán o el español puede ser una táctica política eficaz a corto plazo, pero seguro que es una estrategia lingüísticamente suicida."                (Antoni Puigverd, La Vanguardia, 01/12/21; traducción DEEPL)

No hay comentarios: