9/12/21

Lluís Bassets: La inmersión lingüística se ha convertido en el proyecto de una enseñanza monolingüe en catalán... que ha permitido construir bolsas de monolingüismo en numerosos puntos del territorio catalán, donde queda casi satisfecha la reivindicación de una vida solo en catalán, sin la desagradable presencia del castellano. De la defensa irracional de estos enclaves por parte de una elite dogmática surge el conflicto... Nadie saldrá tan perjudicado de estos envites como el uso de la lengua catalana

 "(...) Espontáneamente, hablamos las lenguas que nos ayudan a vivir y rechazamos las que se nos imponen. Antaño bastaba con una, pero en el mundo globalizado de hoy vivimos mejor cuantas más lenguas somos capaces de hablar y escribir y no digamos ya si además somos capaces de crear obras artísticas y literarias con una o más de una. Las lenguas no tienen ideología, y cuando la tienen debemos empezar a preocuparnos por su futuro. 

Si una lengua se identifica con una causa partidista, sabemos que automáticamente los enemigos de esta causa atribuirán a la lengua los defectos de la causa. Estamos aviados, o aviada está la lengua, si su futuro depende de que cuente con un Estado independiente en forma de república después de atravesar siglos sin Estado, sin independencia y casi siempre con monarquía, salvo dos efímeras y bellas experiencias republicanas que poco pudieron hacer por la lengua y la dictadura franquista que hizo todo para liquidarla pero consiguió exactamente lo contrario.

Todas estas reflexiones quedan pasmadas ante el argumento aparentemente definitivo y presentista, sin referencias a la historia ni al futuro, esgrimido por algunos de los hablantes, que reivindican el derecho a vivir su vida entera en catalán, cosa que ahora consideran imposible ante la presencia abrumadora de una lengua global como el castellano. En Cataluña, en catalán, como en Francia en francés. 

Subyace en esta actitud un argumento central en buena parte de un cierto pensamiento nacionalista, que no parte solo de la recuperación de un pasado normalmente idealizado como suele suceder con todos los nacionalismos, sino sobre todo de algo todavía más nebuloso como es el pasado que no fue pero pudo ser, es decir, de una mera y remota hipótesis.

 Según esta concepción, que fue recogida por el texto del Estatut, solo el catalán es la lengua propia de Cataluña, de forma que el castellano es la lengua impropia, a la que hay que tratar en la enseñanza como lengua extranjera, la primera y más destacada, ciertamente, pero igualmente extranjera, como el francés o el urdú. La inmersión lingüística, acertado método para adquirir una lengua mediante su uso intensivo por parte de los alumnos recién llegados al país, sumada a la sabia exclusión de un doble circuito de enseñanza en los primeros pasos de la autonomía conseguido por la izquierda, se ha convertido así en el proyecto de una enseñanza monolingüe en catalán, que es la que es objeto de litigio y de obstaculización en los tribunales.

Afortunadamente, esta ecuación solo funciona de forma generalizada sobre el papel, aunque ha permitido construir bolsas de monolingüismo en numerosos puntos del territorio catalán, donde queda casi satisfecha la reivindicación de una vida solo en catalán, sin la desagradable presencia del castellano. De la defensa irracional de estos enclaves por parte de una elite dogmática surge el conflicto, cuyas consecuencias no han sido capaces de ponderar en toda su profundidad quienes se aferran al dogma y menos todavía quienes se muestran dispuestos en su defensa a desobedecer a los tribunales, a vulnerar la legalidad y a imponer por los hechos sus proyectos políticos al conjunto de la población.

Nadie saldrá tan perjudicado de estos envites como el uso de la lengua catalana. Quien la siga entendiendo como el alma de la identidad nacional y la última trinchera en el combate de la independencia contribuye a incrementar el riesgo que sufre la vida de la misma lengua, porque son muchos más, dentro y fuera de Cataluña, los que se sienten estimulados por estos argumentos para limitar su uso, dividir a sus hablantes y levantar enfrente una bandera idéntica, aunque más poderosa en demografía, en economía y en capacidad coercitiva.

La lengua catalana nada ha sacado históricamente de las lenguas en disputa y, según nos enseña la experiencia histórica, ha obtenido los mayores beneficios cuando las lenguas y sus hablantes han entrado en diálogo y las han utilizado para comunicarse y hacer grandes cosas con ellas."            (Lluís Bassets, El País, 29/11/21)

No hay comentarios: