11/11/20

Albert Soler: Lo que opinan y expresan las manchas de pintura roja en el Palau de la Generalitat es así de sencillo: inútiles, sois unos inútiles.

 "Aquella pancarta tan bonita que cuelga de la Generalitat y que dice «Libertad de opinión y de expresión» ha quedado decorada con pintura roja, como el resto de la fachada. De esta forma, y ​​ya que lo piden, el gobiernillo que vegeta tras la pancarta ha sabido qué opina y qué expresa la gente: que son unos inútiles.

 La pintura roja grita que tenemos un gobiernillo de feria, y debería quedar allí para siempre como recordatorio de una época ignominiosa. 

 Entre la inutilidad de no saber regalar una triste mascarilla cada catalán al inicio de todo, hasta la última de colapsar el sistema cuando los autónomos querían recibir las ayudas prometidas, han pasado seis meses de humo, peleas internas para conseguir más poder y demagogia barata.

 Seis meses perdidos, durante los cuales no han hecho nada para preparar la segunda ola, y cuando ha llegado se han limitado a confinarnos en casa, si no por decreto, cerrando los sitios donde podríamos ir, desde bares y restaurantes hasta a teatros y gimnasios. Y arruinando de paso miles de catalanes. Lo que opinan y expresan las manchas rojas es así de sencillo: inútiles, sois unos inútiles.

 Las manchas rojas representan la sangre que se derramaría en ese mismo lugar si los catalanes no fueran tan pusilánimes, que por menos de lo que nos están haciendo rodaron cabezas en Europa. Está claro que probablemente la libertad de opinión y de expresión que defiende la pancarta sea sólo la del gobiernillo y sus seguidores, tal vez hacer que hable la pintura roja sea vandalismo y en cambio cortar vías de tren y carreteras sea ejercer esta libertad. 

 Cosas más raras hemos vivido en Cataluña. Quizás nos está permitido quejarnos de Madrid, pero nunca del gobiernillo, que cuando no hace nada es que mira por nosotros, cuando se equivoca es por nuestro bien y cuando pone de relieve su obscena incompetencia, lo hace para demostrar que en Cataluña cualquiera y cuando digo cualquiera incluyo los animales de granja, puede llegar a consejero. (...)

Si dos millones de catalanes creyeron en la republiqueta, lo pueden creer todo."             (Albert Soler, Diari de Girona, 09/11/20)

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