"Rosa L. tiene 88 años y vive sola en su piso de Nou Barris.
El sábado 14 de marzo comenzó a tener tos, fiebre y dificultades para
respirar. Llamó al 061. No respondieron, tras dos horas y media de
espera. Otro tanto le sucedió con el 112.
Ante la persistencia de los
síntomas volvió a probar suerte el domingo 15 con idéntico resultado que
el día anterior. El lunes, 16 se desplazó a pie hasta su ambulatorio y
allí fue atendida por su médico de cabecera. Ahora, medicada, se
recupera lentamente en su domicilio.
El manual del
demagogo indica que lo pertinente en los cientos de casos como el de
Rosa sería culpar a la Generalitat por la falta de respuesta. Pero lo
cierto es que el Departamento de Salud no da más de sí en la actual
situación de emergencia. Los profesionales están saturados y los
hospitales, a rebosar.
Estamos en una situación inédita y los
comportamientos son imprevisibles y dan cobijo a la improvisación y al
error. Por eso resulta chocante que mientras buena parte de la sociedad
hace cuanto cree que está en su mano se extienda la pandemia
político-electoral procesista. En el imaginario de cierto
independentismo catalán persiste la idea de que todo se arregla cerrando
fronteras.
Desde la Generalitat se acusa al Gobierno central de no
querer el “confinamiento domiciliario” ni el aislamiento para Cataluña,
lo que supondría la paralización económica total. Sin duda, esa es una
medida eficaz para combatir el coronavirus, pero no ha sido practicada a
conciencia por ninguno de los países democráticos afectados, ni
siquiera en la Italia que algunos ponen como paradigma. (...)
Se culpa al Gobierno central de falta de reflejos, poca capacidad de
reacción y medidas insuficientes, quizás porque hay quien ve en la
pandemia una ventana de oportunidad para mostrar que con el Ejecutivo de
Sánchez morimos por negligencia y con la independencia estaríamos
herméticamente protegidos. El simbolismo procesista se resiste a ser
jubilado, porque da dividendos en vísperas electorales. Así, se
convierten retenciones aduaneras en actos de maldad centralista y las
medidas de Sánchez en “un 155 encubierto”.
Sin duda hay cosas que se han hecho y se hacen mal. Tienen razón quienes
dicen que las medidas económicas del Gobierno central son
insuficientes.(...)
El recurso a la hemeroteca muestra que durante los años de Gobierno de
Artur Mas la sanidad catalana perdió, según datos del Departamento de
Salud, 2.400 sanitarios y más de 1.100 camas hospitalarias. Eran años en
que PSOE y PP pactaban en el Congreso la Ley de Estabilidad
Presupuestaria y modificaban el artículo 135 de la Constitución. El
coronavirus obliga a dar prioridad a la ciudadanía." (Francesc Valls, El País, 21/05/20)
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