"(...) Cuando vino con Las leyes de la frontera, me decía que identidad y religión tenía que guardársela uno en casa. No parece que le hayan hecho mucho caso en Cataluña, ¿verdad?
Al
contrario. ¿Por qué? Porque identidad y religión son armas de
destrucción masiva, y si las usas políticamente, pasa lo que pasa. La
democracia consiste en que tú puedes tener la identidad que quieras y la
religión que quieras, nadie te las tiene que imponer y nadie debe
usarlas políticamente.
Un artículo suyo, La traición,
ponía el acento en un hecho que parece muy evidente, pero que
sorprendentemente no habíamos leído antes. ¿Estaba usted solo en esa
reivindicación?
La increíble repercusión que tuvo ese artículo se debió sencillamente
a que eso lo sabía todo el mundo. En Cataluña, los intelectuales no
quieren quedar mal. Savater
dijo: “Somos como putas”. Y cuando vienen mal dadas las cosas, los
intelectuales se callan.
George Orwell, que sabía de qué iba la cosa,
porque conoció la guerra, dijo: “Where is good people when bad things
happen?” ¿Dónde está la buena gente cuando ocurre lo malo? Es una
pregunta retórica: la buena gente, o está haciendo cosas malas, o está
callada. Muy poca es la gente que da un paso adelante, y entre ellos no
están los intelectuales [risas]. Orwell fue uno, Camus otro… Habas
contadísimas. Y eso que la situación catalana no es comparable a una
guerra, o a lo que ocurrió en el País Vasco. Pero la cobardía hace
milagros.
¿No hubo quien aprovechara la ocasión para respaldarle, ya que usted sí había dado el paso?
En
privado sí, algunos. Pero en público no. Para qué nos vamos a engañar,
las cosas son así. Y de las cosas malas se aprende más que de las
buenas. Es un cliché, pero es verdad. Este libro no es un libro sobre el
procès, pero no existiría sin la crisis catalana, y en particular sin
lo que ocurrió en otoño de 2017, que fue el momento álgido, mucho más
duro que este.
Amigo mío, yo nunca había pensado que vería y viviría lo
que vi y viví. Yo y todos. Que una de las sociedades más prósperas y
privilegiadas del mundo se podía partir por la mitad. Josep Fontana, el
patriarca de los historiadores catalanes, filoindependentista, habló de
un clima prebélico.
¿No hay precedentes?
Nunca
se me había pasado por la cabeza que se pudiera hacer una agresión tan
brutal a la democracia en nombre de la democracia, arremetiendo con
todo. Winston Churchill, que derrotó al fascismo en Europa, dijo. “Los
próximos fascistas se llamarán a sí mismos antifascistas”. ¡Toma frase!
Muy inteligente, de una gran lucidez. Yo sin lo que ocurrió aquellos
días… Aquello me cambió.
Al final les tendré que dar las gracias,
necesitaba renovarme como escritor. Corría el riesgo de convertirme en
un imitador de mí mismo, y eso es la muerte de un escritor. Aunque
puedas vivir muchos años y te den premios, estás muerto. Pero lo bueno
no sirve para nada, la felicidad es muda. Cuando vienen mal dadas, es
cuando puedes escribir. (...)
En Cataluña no faltó ni discurso supremacista, ¿cómo ha sido asumido eso?
Sin ningún problema, porque nosotros somos buenos. Y como lo somos,
el fascismo no existe, el supremacismo tampoco… Ahora ha salido un
anuncio de Ada Colau, ¿lo has visto?, contra la violencia de género, en
la que los que hablan castellano son los machistas, y uno que les
reprende es el que habla catalán. ¿Qué te parece? Porque ya se sabe que
los españoles somos todos fascistas y machistas, y los catalanes en
cambio, todos buenos. ¿A eso cómo lo llamas tú?
Y esto es una broma
comparado con lo que escribió Torra, que es un profesional. Me lo dijo
Philippe Lançon: “Eso que ha escrito Torra, un cinco por ciento lo
escribió un candidato de Le Pen y lo echaron del partido”. Y no lo dijo
en un artículo, sino en montones. Y no cuando era jovencito, sino hace
dos días. Y ahí sigue, porque esto es un movimiento progresista y
democrático, ¿y qué más?
¿Se atreve de hacer un pronóstico de cómo seguirá la historia catalana?
En
Terra alta, la acción principal transcurre en el año 2021, y nadie
habla de la crisis catalana, lo cual significa que igual se aparece el
Espíritu Santo y todo se arregla.
Hace poco entrevisté a Jaume Sisa y me dijo que los catalanes pasaban por un trastorno temporal, pero las aguas volverían a su cauce.
A
Jaume Sisa lo escucho siempre, porque siempre tiene razón. Va de tío
que no se entera, y se entera de todo. Pero no; creo que esto va a
tardar. Es muy sencillo: dividir una sociedad es muy fácil, pero
volverla a unir es complicadísimo. Dividir se tarda, con los medios
adecuados, una semana, un mes. Medios de comunicación y un gobierno
dispuesto a ello. Siempre fue así.
Afortunadamente, no hemos llegado a
la sangre. Esto históricamente se resuelve con guerras, pero por fortuna
vivimos en una democracia, y por fortuna vivimos en Europa. Eso que la
gente dice, “Europa, ¿para qué sirve?” Para impedir una guerra, y para
millones de cosas más. Si no, esto hubiera acabado muy pero que muy mal.
En fin, hay que tener paciencia…
Y suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario