"El balance pagos es la cuenta de las relaciones económicas de un
territorio con el exterior, normalmente de un Estado con el resto del
mundo. Este ejercicio contable puede extenderse a las relaciones de una
región con el resto del Estado, o a las de una ciudad con el resto de su
región, de su Estado o del mundo.
La actividad económica no está situada uniformemente en el territorio.
Por motivos geográficos e históricos hay lugares, ciudades, regiones,
enclaves, clusters y centros de gravedad relativamente especializados y
que comercian entre sí, formando parte de las cadenas nacionales y hoy
globales de suministro y de valor.
La difusión de la actividad mercantil
a más y más territorios (hacia abajo) y la globalización (hacia arriba)
hacen de la integración e interrelación un elemento esencial del
crecimiento. Más allá de la geografía, pues, hoy la competitividad, la
convergencia y el progreso de los países y territorios se debe a la
calidad de sus instituciones.
A medida que el territorio considerado tiene menos barreras con el resto del mundo
la estimación del balance de pagos se complica, dado que hay menos
datos registrales y más celdas de la cuenta deben estimarse, restando
fiabilidad y relevancia al balance de pagos exteriores. El balance de
pagos se organiza en varias sub balanzas: comercial, de servicios, de
transferencias, de rentas, de capital y financiera, de modo que los
superávits de unas sub balanzas financian los déficits de otras sub
balanzas y así el balance de pagos se equilibra.
Las balanzas exteriores son clave
para el análisis de la relevancia y complejidad de la cuantificación de
las relaciones exteriores de un territorio. A menudo se han usado las
balanzas en las reclamaciones regionalistas y nacionalistas.
Los
conceptos anteriores se han aplicado a la estimación de los balances de
pagos o balanzas exteriores de Cataluña, en particular par cernir las
relaciones con el resto de España. A este propósito, dos tipos de sub
balanzas interesaron sobremanera:la balanza comercial, y por extensión de servicios y acaso de transferencias, o balance por cuenta corriente y la balanza fiscal, con los ingresos y gastos públicos.
El comercio puede ser de bienes, de una clase de éstos
como son los productos industriales, y puede ser de servicios, cuyo
crecimiento es mayor que el de bienes. Consideremos la dinámica del
comercio de bienes de Cataluña.
Desde 1995 se observa:
- Mantenimiento de la producción de Cataluña para el consumo interno de Cataluña.
- Reducción ligera de las ventas y de las compras al resto de España.
- Crecimiento fuerte de las ventas de las compras al resto del mundo.
- De este modo, el superávit con el resto de España se mantiene entorno a los 18 mil millones de euros anuales, y el déficit con el resto del mundo crece ligeramente, también hasta los 18 mil millones.
- Por tanto, el superávit con el resto de España financia el déficit con el resto del mundo
- El principal competidor de Cataluña, la Comunidad de Madrid tiene un déficit con el resto de CC.AA. de 9.493 millones de euros y un déficit con el resto del mundo de 31.334 millones.
No teniendo Cataluña moneda
propia ni arancel ni fronteras con el resto de España estimar el
comercio con el resto de España (y con el resto de la UE) no es tarea
sencilla. Hay diferentes mediciones de los flujos exteriores de Cataluña
y de ellas se pueden extraer unos órdenes de magnitud acerca del
destino de las ventas de las empresas residentes en Cataluña. Si se
considera sólo el comercio de bienes: el 35 % de la producción de
destina al mercado catalán, el 35 % al resto de España y el 30 % al
resto de la UE y del mundo. Si a los bienes se añaden los servicios: el
60 % de la producción catalana se destina al mercado catalán, el 23 % al
resto de España y el 17 % va al resto de la UE y del mundo.
Desde hace siglos España
es un mercado nacional. Por ello hay una inextricable interdependencia
de las economías regionales españolas. En la conformación histórica del
mercado español Cataluña ha sido clave al ser ahí dónde se concentró la
mayor parte de la industria manufacturera que atendía al mercado
nacional. Cataluña fue el centro de gravedad de la economía española.
Desde la etapa inicial de industrialización, y especialmente desde 1959,
la industria se extendió en toda España. Complementariamente, en
Cataluña se desarrollaron actividades de servicio, que hoy son lo
principal de la economía catalana.
La balanza comercial (ventas
de productos menos compras de productos) de las CC.AA. se puede ver en
la Figura 32.2 Ocho CC.AA. tienen superávit comercial, nueve tienen
déficit. Hay CC.AA. avanzadas y grandes tanto entre las que tienen
superávit comercial (Cataluña y Andalucía), como entre las que tienen
como déficit (Madrid y Comunidad Valenciana). Como corresponde a una
región especializada en vender productos industriales al resto de España
Cataluña tiene un gran superávit comercial, entorno a los 18 mil
millones de euros al año. A cierta distancia se hallan Andalucía (8 mil
millones) y Galicia (6,5 mil millones), seguidas de ambas Castillas,
Navarra, Murcia y el País Vasco.
Cataluña tiene un
gran superávit comercial con el resto de España y, en cambio, con el
resto del mundo tiene un importante déficit, en parte por la factura
energética. El superávit con el resto de España compensa el déficit con
el resto del mundo.
Entre Cataluña y el resto de España, en particular con su
capital, Madrid, hay una relación de complementariedad. Cataluña es lo
que es -relativamente más rica- precisamente porque está en España.
Igualmente, la entidad de España se debe en parte a la entidad de
Cataluña. La competencia entre Madrid y Barcelona es la propia entre dos grandes ciudades,
y ocurre en muchos países del mundo. Sin embargo, las relaciones
normales entre regiones y entre madrileños y barceloneses se han visto
alteradas por el desafío separatista. Es bien conocido y visible que las
principales empresas catalanas han huido a Madrid y a otros lugares más
acogedores, lo que ha reducido la capacidad competitiva de Cataluña y
las oportunidades de trabajo y profesionales de los catalanes.
El comercio de Cataluña
con el resto de España y del mundo tiene interés como elemento
explicativo de la identidad económica y social de ambos territorios y
porque, justamente, en caso de una hipotética separación lo primero y lo
que más sufre es el comercio. Con la independencia caería aquello que
explica el ser de la economía y sociedad catalanas. Una economía como la
catalana no es imaginable desconectada del resto de España.
Cataluña vende más a Aragón (1,3 M de habitantes) que a Francia (67 M hab)
Cataluña vende más a Madrid (6,6 M hab) que al Reino Unido (67 M hab)
Cataluña vende más a Cantabria (0,6 M hab) que a EE.UU. (327 M hab)
Cataluña vende más a Castilla-La Mancha (2 M hab) que a China (1395 M hab)
Los separatistas pretenden la desconexión con España.
Hacen como que con la secesión política y de la legalidad la economía
seguiría igual, lo cual es imposible. En un mundo global, y más en una
economía especializada en producir para el resto de España, la
desconexión es imposible. Vaya, si se produjera una 'desconexión'
económica, Cataluña quedaría al nivel de renta y de derechos de Corea
del Norte, que efectivamente está desconectada del mundo.
Conclusiones
- Cataluña compra al mundo y vende a España. Cataluña compensa el déficit en su balance comercial con el resto del mundo con su superávit en su balance comercial con el resto de España
- La balanza comercial de Cataluña es positiva (5,5% del PIB) merced a los flujos comerciales con el resto de España (que arrojan un saldo positivo del 9,7% del PIB), los cuales compensan con creces el déficit comercial con el resto del mundo (4,2% del PIB).
- El comercio de Cataluña con casi todas y cada una de las otras regiones de España ¡es superior al comercio con cualquier país del mundo!" (Ferrán Brunet, El Liberal, 24/11/19)
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