"Dice Daniele Giglioli, ensayista y profesor italiano, que ser víctima
da privilegios (otorga prestigio, identidad, derechos, exige escucha y
reconocimiento) y garantiza la inocencia propia, “porque la víctima no
ha hecho, le han hecho”. Se refiere Giglioli no a las verdaderas
víctimas, sino a esos que adoptan el victimismo como actitud, algo
habitual en las sociedades modernas.
En Crítica de la víctima, publicado en Italia en 2014,
desarrolla esa idea. “La víctima —dice Giglioli— no tiene necesidad de
justificarse y ese es el sueño de todo poder. Por eso, nadie se postula
para el poder sin decir que es víctima de algo: de Europa, de los
extracomunitarios, de la banca.
De hecho, establecer quién es más
víctima es el pretexto de todas las guerras y la idea de la que parten
los movimientos populistas”. Y pone ejemplos concretos: “En Italia, el
60% de los italianos votan por partidos que han adoptado la retórica de
la víctima: en el norte dicen que somos víctimas de los emigrantes. El
italiano rico se considera víctima de los que vienen de África, como
Trump de los hispanos pobres o los promotores del independentismo
catalán se consideran víctimas de España” (La Vanguardia, 9-3-2019).
Pero no es una idea sana, afirma Giglioli. Porque, aunque el
victimismo llena un vacío de identidad y le da cierto sentido a la vida,
es paralizante: “El victimismo perpetúa el dolor y cultiva el
resentimiento. La idea sana es acabar con el dolor, el dolor de tus
padres, de tus antepasados.
Las personas que han sufrido por nosotros lo
han hecho para que fuéramos felices, no para que continuáramos su
dolor. Ser víctimas nos impide llegar a la mayoría de edad”. Así que las
primeras víctimas del victimismo, según Giglioli, son ellas mismas, que
se llegan a creer que lo son realmente, como los hipocondriacos con las
enfermedades, lo que les impide vivir con normalidad.
Pero hay otras víctimas del victimismo, que somos todos los demás.
Por el mero hecho de no ser víctimas, somos sospechosos, cuando no
culpables, de su situación. Para Giglioli no hay ninguna duda de ello y
por eso ha escrito contra ese paradigma de la sociedad moderna que hace
que quien se constituye en víctima pretenda tener más derechos que el
resto y que nadie discuta siquiera sus pretensiones. La víctima tiene
razón por el mero hecho de serlo y eso le da derecho a hacer lo que
quiera.
Los españoles estamos viviendo esa situación actualmente en Cataluña,
donde la mitad de la población se siente víctima de una opresión
secular por parte de España, lo que la faculta para desobedecer las
leyes y las sentencias sin dejar por ello de ser demócrata (los
antidemócratas somos los demás).
Y del mismo modo siguen siendo
pacifistas, aunque prendan fuego a las calles y ataquen a los policías
con cócteles molotov. Ser víctima te da derecho a eso y a más, y el que
no lo quiera entender allá él. Como dice Giglioli en su ensayo, el
victimismo fomenta la paradoja porque convierte a la víctima en inocente
por el mero hecho de sentirse víctima, no porque lo sea realmente.
Por ello, va a ser difícil romper ese círculo perverso en el que
Cataluña vive y que propicia imágenes tan sorprendentes como la de su
presidente cortando carreteras o la de la policía defendiéndose de los
demócratas. Yo, por si acaso, para otra vida me pido también ser
víctima, aunque solo sea para dejar de ser culpable de todo." (Julio Llamazares, 02/11/19)
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