Entre otros argumentos de precariedad y falta de horizontes, se repite el fiscal. La propaganda nacionalista insolidaria típica de regiones ricas contra pobres ha creado una generación de falsos agraviados.
"(...) “Vemos una pluralidad de perfiles, entre los que hay una base de clase
media de estudiantes que ven su futuro en cuestión”, analiza Carles
Feixa, investigador de movimientos juveniles en la Universidad Pompeu
Fabra.
“Hay una serie de circunstancias que han encendido la mecha: la
precariedad laboral, los mini jobs, las tasas de la universidad
y un sentimiento de injusticia. Es la primera vez desde la Transición
que los jóvenes ven que van a vivir peor que sus padres. Una Cataluña
independiente es para ellos la única utopía concreta”, añade. (...)
Estel Carbó, estudiante de Pedagogía, 20 años
Siempre me han vendido que en una Cataluña independiente viviríamos
mejor. No estoy convencida, pero seguro que algunas cosas funcionarían.
No tendríamos que estar pagando lo que no nos corresponde. Cuido una
niña de seis años para ganar algo de dinero. Y los fines de semana soy
voluntaria en un centro de adultos con discapacidad.
Como vivo muy lejos
de la universidad paso cuatro horas al día en transporte público y pago
200 euros al trimestre. Pago 1.500 euros de matrícula universitaria de
Pedagogía y si quisiera hacer un máster me costaría 3.000. En casa –somos cuatro, contando a mi hermano- vivimos solo del sueldo de mi padre, que es de unos 2.000 euros. Mi madre lleva más de un año sin trabajar. (...)
Arnau, 17 años, estudiante de bachillerato
Estudio en un colegio concertado y en mi casa no hay problemas de
dinero. Me gustaría ser piloto comercial. Podría formarme en el
Ejército, pero no me veo entrando ahí. Mi padre, que es también
independentista, está en contra de que sea piloto, militar y hasta
español. Yo quería salir a la calle no tanto por el independentismo en
sí, sino por justicia, la pena que le cayó a los líderes es
desproporcionada. (...)
Creo que Cataluña podría valerse por sí misma y las cosas nos irían mucho mejor. El dinero que nos devuelven es inferior al que damos, debería ser más proporcional. Además de la cuestión económica es que nos sentimos despreciados. Tengo amigos de Zaragoza en Instagram y cuelgan cosas diciendo: "joder, catalanes, como vengáis por aquí os vamos a zurrar". Estoy harto de ir a sitios en España y que me miren mal por ser catalán. Está también la cuestión de la lengua, veo mal que nos impongan el castellano. El Gobierno central debería ceder bastante y dar más autonomía. (...)" (María Martín, El País, 28/10/19)
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