7/3/19

Nadie recuerda nada... Rajoy no recuerda si recibió a Urkullu y Sáenz de Santamaría tenía en la televisión una gran fuente de información... mientras Zoido proclamaba que los “operativos” decidieron lo que tenían que decidir “y ellos sabrán por qué”... adoptando en todo momento el aire de alguien muy contrariado porque lo han sacado contra su voluntad del bar La Gamba Feliz, con la cañita a medio beber...



"¡Que alguien explique a Zoido que no está acusado!

 Alguien debería explicar a Zoido y a Rajoy que ellos no son los acusados, sino solo testigos, porque la confusión de papeles que aparentan es uno de los acontecimientos más asombrosos del proceso al procés.Tanto el expresidente como su ministro del Interior han comparecido titubeantes, amnésicos, escamoteando información básica y echando balones fuera como si lo que fueran a decir pudiera ser utilizado en su contra. (...)

Rajoy no recuerda si recibió a Urkullu, Zoido supone que los “operativos” decidieron lo que tenían que decidir “y ellos sabrán por qué” y Sáenz de Santamaría tenía en la televisión una gran fuente de información. Son muchas las lecciones que estamos aprendiendo en el Supremo y algunas sorprendentes. La primera: mientras los acusados comparecen orgullosos de sus actos, los testigos exgobernantes acuden a la defensiva, ignorantes, casi avergonzados. (...)

Y la tercera pertenece ya al barrizal de la política actual: si Rajoy calla todo sobre la mediación de Urkullu porque la estrategia de su sucesor, Casado, pasa por atribuir al PSOE el afán de pactar con quienes “rompen España”, el expresidente está entonces participando en la campaña. De nuevo la política fue a parar a los juzgados y en los juzgados se sigue haciendo política. 

Y si calla por marianismo, porque no le gusta regalar transparencia pudiendo mantener la confusión, hace escaso favor a la verdad, a la historia e incluso a su causa constitucionalista. Porque cada día están concediendo a los indepes razones para una fiesta. (...)"             (Berna González Harbour, El País, 02/03/19)


"Todavía me estoy recuperando de la declaración del exministro Zoido en el juicio del prusés. 

Y teniendo en cuenta que las de Rajoy y Sáenz de Santamaría fueron del mismo jaez, no me extrañaría que la cosa acabara con los imputados saliendo de la sala en hombros y por la puerta grande. De todos modos, Zoido brilló con luz propia: no se acordaba de nada y cuando no se le ocurría nada mejor que responder, le tiraba el muerto encima al coronel Pérez de los Cobos, cuando no hay nada más feo que defenderse a costa de un subordinado.

(...) se superó a sí mismo ante el sufrido Marchena, adoptando en todo momento el aire de alguien muy contrariado porque lo han sacado contra su voluntad del bar La Gamba Feliz, con la cañita a medio beber y el plato de morcón por estrenar. 

Cuando tenía cargo nos consolábamos pensando que antes habíamos tenido a un ministro de Interior al que se le aparecía la Virgen María en Las Vegas y que disponía de un ángel de la guarda, el benéfico Marcelo, para ayudarle a aparcar, pero ahora ya no hay consuelo posible: Zoido se comporta como un genuino cebollo

Ha tenido que aparecer su segundo de a bordo, José Antonio Nieto, para decir todo lo que su antiguo jefe no tuvo a bien declarar. O sea, que sí, hubo bofetadas el 1 de octubre, pero se podrían haber evitado si a la gente no le hubiese dado por participar en un referéndum ilegal y si los mossos d´esquadra hubieran cumplido con sus obligaciones en vez de ponerse de perfil y no dar un palo al agua para que la represión, que les tocaba protocolariamente a ellos, la tuvieran que aplicar los españoles.

Ésta es la clase de declaración que se espera de un servidor del Estado, no los balbuceos, los blancos de memoria y, en última instancia, el desinterés más absoluto en el asunto que reflejaba el esforzado farfulle del ínclito Zoido, empeñado en imitar a Billy Bob Thornton en la película de los Coen El hombre que nunca estuvo allí. 

 No sé a qué se dedica actualmente Zoido, pero cualquier cargo que vaya más allá de recibir a los parroquianos a la entrada de una taberna de la Plaza Mayor de Madrid vestido de bandolero y cargando un trabuco de atrezo es posible que le supere. (...)"       (Ramón de España, Crónica Global, 05/03/19)


"Un buen traje, a medida, como el que lucía Artur Mas la otra tarde, lleva su tiempo. Y sin embargo, a José Antonio Nieto, el secretario de Estado de Seguridad durante la intentona secesionista, le bastaron cuatro horas para confeccionar no uno, sino dos, y de excelente factura. 

El primero, por acción, se lo cortó Nieto a los líderes independentistas que se sientan en el banquillo, demostrando con datos y ejemplos que, contraviniendo los mandatos judiciales, utilizaron a los Mossos d’Esquadra para garantizar la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre. El segundo traje, por omisión, se lo cortó Nieto a su antiguo jefe, Juan Ignacio Zoido.

El exministro del Interior del Gobierno de Mariano Rajoy se sentó en la misma silla el pasado jueves, pero hizo todo lo contrario que Nieto: aseguró que no sabía nada de nada y que la responsabilidad de la actuación tan contundente de policías y guardias civiles la tuvieron los “operativos”. Su secretario de Estado, en cambio, asumió toda la responsabilidad desde los primeros minutos del interrogatorio. 

“Fui yo”, llegó a decir, “y lo que hicieron los agentes fue un uso legítimo de la fuerza, algo que en todos los países del mundo está autorizado en unas circunstancias como las del 1 de octubre”. Al terminar, un policía veterano que seguía la declaración desde una estancia anexa al Salón de Plenos exclamó:

—Este sí nos ha defendido. No como el otro…

 “La situación era bastante surrealista”, contó en referencia a una junta de seguridad a la que asistió bajo la presidencia de Carles Puigdemont, “estábamos sentados en una mesa para evitar la celebración del referéndum con quienes habían organizado el 1 de octubre”.

Hasta ahora, y después de que Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría y Juan Ignacio Zoido escurrieran el bulto sucesivamente en sus respectivas declaraciones, la única versión de los hechos que se había escuchado en el Salón de Plenos era la de los independentistas.

 José Antonio Nieto puso en circulación una historia distinta de lo que sucedió en dos momentos críticos. Los sucesos del 20 de septiembre, cuando una multitud rodeó la consejería de Economía mientras la Guardia Civil practicaba un registro, y la actuación policial durante el domingo 1 de octubre.

 Hace unos días, tanto Jordi Cuixart como Jordi Sànchez, los líderes de Òmnium Cultural y de la ANC, se presentaron ante el tribunal como líderes pacifistas que permanecieron delante de la consejería para asegurarse de que la concentración multitudinaria fuera pacífica. La visión que ofreció Nieto es muy distinta.

Dijo que, ante la inacción de los Mossos, los agentes de la Guardia Civil que estaban dentro de la consejería “se vieron obligados a negociar con personas que no se sabe qué autoridad tenían en materia de seguridad ciudadana”. 

Esas personas con misteriosas atribuciones eran, efectivamente, Cuixart y Sànchez, los jefes de la calle, aquellos que, sin ser políticos ni policías, hicieron uso en todo momento de una extraña autoridad de facto. (...)

La sesión de ayer también pareció por momentos un mundo al revés. Daba la impresión de que se estaba analizando el desastre de operativo policial ante una desobediencia civil de dos millones de personas —alentadas por el Gobierno legítimo de esa autonomía— sin poner el énfasis en el gigantesco incumplimiento de la Ley. 

Los abogados de la defensa intentaban demostrar con más voluntad que acierto que los Mossos colaboraron, pero que el dispositivo montado por el Ministerio del Interior fue un despropósito. Muy interesante todo salvo en una cuestión: no es eso lo que se está juzgando. (...)"           (Pabo Ordaz, El País, 05/03/19) 

 "Fue agradable ver comparecer ayer al Gobierno, aunque fuera en el rango discreto de un secretario de Estado. Y verlo, además, encarando la mentira fundamental del 1 de octubre. 

Es decir, que la policía reprimió de manera cruel y desproporcionada la intención democrática de unos ciudadanos pacíficos y responsables que solo querían ejercer su derecho al voto. Esta mentira no puede imponerse a dos hechos verificables.

 El primero es que la actuación policial produjo un solo herido grave y el segundo es que muchos de esos ciudadanos, convocados por el Gobierno de la Generalidad a un referéndum ilegal, trataron de impedir por la fuerza que la Policía accediera a los lugares de votación, requisara el material electoral y paralizara el referéndum, todo ello en cumplimiento de una orden judicial.

 Si la mentira prosperó fue por la eficaz propaganda secesionista, que mintió escandalosamente sobre el número de heridos y difundió un alud de retales videográficos sobre la intervención policial que incluyó burdas manipulaciones de escenas y secuencias de violencia entre manifestantes y policías que nada tenían que ver con los hechos del 1 de octubre. (...)

A todo ello se sumó un aliado inesperado, que fue el Gobierno de la nación. Su presidente y su vicepresidenta se comportaron aquellos días como lo han hecho en el juicio: como si la intervención de la Policía no fuera con ellos. (...)

Nieto, el secretario de Estado de Seguridad, no pidió perdón entonces y no lo hizo ayer tampoco. La Ley no pide perdón, por más que se desgañite exigiéndolo la viscosa sentimentalidad en que se ha convertido la política. Nieto hubo de encararse pronto con la instrucción que firmó el 29 de septiembre de 2017 y que desarrollaba los términos operativos en que debería cumplirse el auto de la juez Armas que obligaba a impedir el referéndum. 

En un párrafo del auto han hincado el diente las defensas: «Toda intervención debe estar presidida por la premisa general de priorizar la seguridad, tanto de los efectivos policiales como de los ciudadanos, sobre la eficacia y preservar la pacífica convivencia. Se hará un uso mínimo y proporcionado de la fuerza evitando cualquier exceso en su empleo». 

El párrafo no deja de ser una plantilla que puede adaptarse a cualquier intervención policial. Priorizar la seguridad y hacer un uso proporcional de la fuerza es una instrucción que ni siquiera debería ponerse por escrito. Pero las defensas insisten en él para justificar la pasividad de la que se acusa a los Mossos. Quién podría dudar de que la policía autonómica priorizó la seguridad sobre la eficacia. Y, sobre todo, que hizo un uso mínimo de su fuerza. Es absolutamente indiscutible. 

El problema crucial de los Mossos no estuvo en el cumplimiento de los criterios de actuación sino en el incumplimiento del primer párrafo de la instrucción: «La actuación policial tiene por objetivo prioritario la ejecución de las instrucciones impartidas por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por las que se ordena la adopción de las medidas policiales necesarias para impedir o paralizar la preparación o celebración del referéndum».

El párrafo también se ha empleado para demostrar que la actuación policial no se atuvo a los requisitos que el propio Gobierno estableció. Pero ante esta lectura emergió impecable el testimonio de Nieto, que tanto contrastó ayer con los escapistas de Rajoy, Santamaría y Zoido. El secretario declaró que la mesurada actuación policial del 1 de octubre demostraba que la instrucción fue cumplida. Y no solo cumplida en relación a la proporcionalidad. (...)"            (Arcadi Espada, El Mundo, 05/03/19)

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