4/3/19

El punto de vista nacionalista dice que el ciudadano pertenece al Estado, pero, por contra, el patriotismo liberal defiende que el Estado pertenece al ciudadano. Es esencial esta visión liberal para la buena salud de la democracia republicana... Es una posición de responsabilidad solidaria, no narcisista, ni egoísta...

" (...) ¿Es posible, como dicen algunos, una democracia “iliberal”?

El constitucionalismo europeo se apoya en lo que llamo una “santísima trinidad liberal”, tres principios distintos pero que deben darse siempre a la vez: los derechos individuales, la democracia y el Estado de Derecho (o rule of law). Por tanto, no es posible la democracia sin respecto a la ley, a los derechos.
 
¿Los movimientos nacionalistas o populistas de Italia, Polonia, Brexit, chalecos amarillos tienen un vínculo en común? El controvertido filósofo francés Alain de Benoist habla de un “populismo transversal”... 
 
Hay tres fenómenos que podrían explicar estos movimientos y que tendrían todos en común. Han tenido su cenit en estos últimos cinco años, pero empezaron ya hace cincuenta años. El primero es que hemos abolido la palabra patriotismo de nuestro vocabulario político/cultural

Por razones que se pueden entender, incluso celebrar, porque la palabra patriotismo nos hacía pensar en los fascismos previos a la segunda guerra mundial. Por eso, durante décadas en Europa nadie podía llamarse abiertamente patriota porque eso significaba ser un nacionalista.

Justamente ahora se ha reeditado en España el libro de Maurizio Viroli, Por amor a la patria (Deusto), sobre las diferencias entre patriotismo y nacionalismo… 
 
El punto de vista nacionalista dice que el ciudadano pertenece al Estado, pero, por contra, el patriotismo liberal defiende que el Estado pertenece al ciudadano. Es esencial esta visión liberal para la buena salud de la democracia republicana. Es una posición de responsabilidad solidaria, no narcisista, ni egoísta, en la que la persona se siente responsable de la sociedad de la que forma parte. 

Pienso que la gente tiene hambre de este sentimiento porque da un sentido a la vida que no es solamente el sentido neoliberal, mercantilista, de cómo puedo conseguir lo mejor a mí mismo. La visión del patriotismo liberal ha sido abolida muchos años y esta hambre de patriotismo liberal no ha sido satisfecha en los países europeos y ha permitido el auge del nacional-populismo. 

La segunda causa del auge de los populismos que mencionaba...

La represión de un discurso sobre la identidad. También aquí hay una versión atávica, racista de la identidad, con el odio al extranjero que alimenta mucho del auge del nacional-populismo en Europa. Pero hay otra visión que parte de la dignidad humana, y que tiene dos versiones. Una religiosa: si creemos que el hombre está creado a imagen de Dios, significa que como seres humanos tenemos todos el mismo valor, no hay uno mejor que el otro. La versión laica, neokantiana, dice la misma cosa. 

Al mismo tiempo, el otro lado de la dignidad humana señala que cada uno de nosotros es único, nadie es fungible con otro. Por eso, si tratamos a una persona igualándola con el resto, cosificándola, atenta contra la dignidad humana. Eso pasa también con las identidades colectivas.  

Creemos en derechos fundamentales, en la igualdad, pero no podemos ignorar que el ser español, o francés, o lituano… tiene una especificidad no fungible que se debe respetar. Si se desprecia esto es una agresión a una dimensión esencial del sentido de la vida.
¿Y el tercer elemento?

La secularización de Europa. Yo no juzgo a nadie por su religión. Conozco a personas con fe religiosa que son horribles; y a no creyentes, como mi hermano, que son nobles. Pero la secularización de Europa ha eliminado del discurso público un elemento muy importante: que cada semana en todas las iglesias, sinagogas, actos públicos, había una voz que no hablaba sólo de derechos, sino también de deberes, de responsabilidad personal. Esta voz ha desparecido de Europa...

¿Incluso se ridiculiza abiertamente y entre aplausos el factor religioso, el espacio espiritual? 

Hay un capítulo del Tratado de Lisboa, la constitución europea, en el que leemos que todos los ciudadanos de los estados miembros son ciudadanos de la Unión Europea y gozan de deberes y derechos. Es la única vez en todo el tratado en el que se habla de deberes, porque no luego no se enumera ninguno. Por lo tanto, es un concepto de ciudadanía que sólo tiene derechos y no deberes. 

Yo sostengo que la gente quiere sentirse también responsable y con deberes. En Europa nos hemos olvidado de estos tres valores: patriotismo, identidad y responsabilidad, que una vez fue la religión, y este hueco lo ha aprovechado el presidente húngaro, Orban, y el resto de líderes nacionalistas. 

Dicho esto, yo rechazo la idea de que millones de europeos son fascistas o idiotas. Hay un hambre que la democracia constitucional tradicional no ha sabido cómo satisfacer y se lo han aprovechado versiones indignas del patriotismo para sacar tajada.
Usted denuncia el individualismo del hombre europeo...
 
Es un resultado clásico del individualismo sin contrapeso. Porque la “santísima trinidad liberal” es individualista. La señora Angela Merkel dijo “nosotros en Europa ponemos el individuo en el centro”. Y yo digo, es verdad, pero solo con eso, poco a poco dejamos a este individuo alejado de la idea de la comunidad, de lo colectivo. La lógica mercantil de Europa empuja en la dirección del individualismo.

¿Es ahí donde se debe plantear la batalla cultural? Steve Bannon, que lo tiene muy claro, ha desembarcado en Europa para dirigir la ofensiva contra el proyecto de la UE...

Sí. Nosotros los liberales hemos abandonado el campo de batalla ante tipos como Viktor Orbán porque cuando alguien decía que era patriota lo rechazábamos. Y no puede ser. La única voz hoy en día en la batalla cultural es la de la derecha extrema y luego nos quejamos. (...)"            

(Entrevista a Joseph H. Weiler, profesor de la New York University, constitucionalista experto en integración europea, Iñaki Ellacuría, La Vanguardia, 23/02/19)

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