5/12/18

"En 2015, con el 15-M, el Govern y la élite estaban atemorizados. Aquello acabó por canalizarse [en otra dirección]"... La mayoría de movimientos de carácter emancipador o crítico se desarrolla en ambientes hostiles, donde quienes ostentan el poder tienden a reprimir. Aquí, en cambio, hay una simbiosis entre el movimiento y las élites...

"(...) "A muchos, que pueden haberse dado cuenta de que no es viable la independencia, les costará cambiar sus actitudes. Por eso crean otro discurso", subraya Verónica Benet-Martínez, investigadora de la Pompeu Fabra (UPF): "Los estudios en disonancia cognitiva han mostrado que cambiar el comportamiento para hacerlo acorde a la información es difícil para muchas personas, de forma que lo resuelven de otra forma: la gente se cuenta mentiras para no cambiar su comportamiento".  (...)

En la Diada de 2015, cientos de miles de personas llenaron cinco kilómetros de la avenida Meridiana de Barcelona y abrieron un pasillo en mitad de la calle por donde un grupo de voluntarios portó una flecha gigante que marcaba "el camino a la independencia". 

"No sé si hay un guionista del procés. Pero, si lo hay, es un crack en la construcción simbólica: de las escenografías, del ritualismo, de la innovación permanente... Todo ello consigue que la gente participe en algo que cala en sus vivencias. Configuran una identidad muy potente", subraya Serrano, sobre una de los principales apuestas del independentismo. 

Desde un principio, sus líderes supieron que parte de su estrategia debía pasar por la configuración de unos símbolos que aglutinaran. No solo banderas —como las miles que se colgaron en las fachadas de Cataluña—, sino también lemas, carteles o pancartas, como las que ANC ofrece en su web para que el usuario se las descargue e imprima en casa. 

Y en este contexto, según indican los expertos en Psicología Política, la lengua y la cultura catalana jugaron otro papel básico como símbolos. "Tendemos a pensar en los símbolos como algo que sirve para que los demás vean quiénes somos y en qué creemos. Pero los símbolos también se usan para activar ciertos sentimientos dentro de uno mismo y autoreafirmar nuestras creencias. Se usan para sentirte de una forma específica. 

Para recordarte a ti mismo quién eres y en quién crees", continúa Benet-Martínez, que insiste en que "mucha gente" renuncia a este tipo de instrumentos porque esta "autoformación no les es necesario". 

Una herramienta usada en ambos bandos, como añade la profesora: "El catalán lo utilizan como símbolo algunos no secesionistas para decir ‘yo también hablo catalán y no soy independentista".

Hasta tal punto jugaron estos personajes un papel clave, según José Manuel Sabucedo, catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela, que fueron quienes plantearon "una oferta para satisfacer la demanda de movilización provocada por la crisis [económica]". Porque este proceso no se explica sin ampliar el foco y echar una mirada al contexto. "En 2015, con el 15-M, el Govern y la élite estaban atemorizados.

 Aquello acabó por canalizarse [en otra dirección]", apostilla Serrano, que destaca la "peculiaridad" del procés. "La mayoría de movimientos de carácter emancipador o crítico se desarrolla en ambientes hostiles, donde quienes ostentan el poder tienden a reprimir. Aquí, en cambio, hay una simbiosis entre el movimiento y las élites", remacha el profesor de la UB, que insiste en que ese fenómeno se observa en las listas para el 21-D: "Con los Jordis, por ejemplo. Hay un trasvase entre movimiento y partidos". (...)

Un sentimiento de mártir

"La identificación con el propio grupo y la percepción de que está siendo tratado injustamente pueden activar un sentimiento de obligación moral que lleve [a los líderes], incluso, a sacrificarse por el grupo", relata Sabucedo, que destaca:

 “Pero no todos los autosacrificios deben merecer la misma valoración social. No es lo mismo quién lucha por lograr la igualdad entre todas las personas, como fue el caso del movimiento de derechos civiles en EE UU, que el que lo hace justamente por lo contrario".

 "El sacrificio se explica también por la interiorización de la trascendencia —asumir que está en juego la supervivencia de un pueblo—, pero, en la práctica, todo es muy prosaico. De ahí la aceptación del 155 y cierta autocrítica", concluye Serrano."                  (J. J. Gálvez, El País, 03/12/17)

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