"(...) ¡Ah, qué gran idea lo de la independencia como solución definitiva a la
corrupción, las políticas de pauperización y la deriva autoritaria del
Estado español! Qué gran idea sobre todo para las derechas ibéricas
(excluyendo a las portuguesas), porque lo que es para la confederación
hispánica de las izquierdas autónomas, en cambio, ha sido un auténtico
desastre.
Piensen en los pobres "comunes": de primera fuerza en Catalunya en 2016 a quinta un año después debido a su indefinición sobre una cuestión puramente ficticia. (...)
Piensen en los pobres "comunes": de primera fuerza en Catalunya en 2016 a quinta un año después debido a su indefinición sobre una cuestión puramente ficticia. (...)
También se han ganado "su honrado penique" los
escritores, periodistas y profesores que han escrito un montón de
artículos y libros sobre el asunto. Y que siguen en ello: desde
diciembre del año pasado ha comenzado una nueva oleada de publicaciones
que, se supone, intentan explicar lo ocurrido en Catalunya en el otoño
de 2017.
Ya saben, estamos hablando de esos artículos y libros
cuyos temerarios autores pretenden encontrarle un sentido coherente a
hechos tales como: la aprobación, en nombre de la libertad de Catalunya
pero también haciendo abstracción de la opinión contraria de la mayoría
de los catalanes, de las llamadas leyes de "desconexión", las cuales
afirmaban estar por encima de la Constitución, el estatuto de autonomía y
de todo lo que les pusieran por delante; la perfomance
del primero de octubre acompañada de los garrotazos policiales (también
llamada referéndum, aunque no se sabe muy bien por qué), la cual, según
lo dicho por quienes la convocaron, generó un supermandato
"democrático" que autorizaba a declarar la independencia al Govern
de la Generalitat; las dos declaraciones de independencia de
"mentirijillas" o "simbólicas" como las han calificado —los muy
pillines— los cargos políticos que las redactaron; la más que previsible
aplicación del artículo 155 de la CE suspendiendo la autonomía de
Catalunya; la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas por el
gobierno central y el voto masivo en ellas a Ciudadanos; el reiterado
apoyo electoral de los independentistas a los dirigentes políticos que
les habían engañado como a chinos; la detención y/o huida al extranjero
de los dirigentes indepes seguidas de la decisión de los nacionalistas
de enredar y montar todos los "pollos" que puedan para no tener que
gobernar (después de prometer el oro y el moro y de protagonizar una
decena larga de "días históricos", no se van a dedicar ahora a volver a
discutir sobre los recortes en educación, por ejemplo, ¡vamos hombre!).
En fin, todo eso de lo que tanto se habla.
Hasta donde me alcanza la vista, en esa literatura hay
un problema que cada vez se hace más evidente: no se sabe muy bien cómo
denominar a todo lo que ha ocurrido en Catalunya en 2017. Por eso
considero que ha llegado el momento de coger el toro por los cuernos y
hacer una propuesta seria y meditada al respecto.
(...) un nombre contundente y con gancho para referirse a los acontecimientos
"históricos" que hemos vivido. Hay que proponerlo, además, pensando en
las generaciones futuras y en que éstas no se mueran de la risa cuando
les expliquemos su significado.
Estoy pensando en una expresión del
estilo "Semana Trágica", "revolución de los claveles", "toma de la
Bastilla", "revolución de terciopelo", "golpe de Praga", "alzamiento
nacional", "caída del muro de Berlín" o "contubernio de Múnich", por
decir algo al tuntún y sin ánimo de molestar. Y no me digan que esto no
es importante.
Cualquier politólogo de los muchos que pululan por ahí
les dirán que esto es central en la "lucha por el relato" que es, según
ellos, el terreno principal en el que se dirimen hoy los conflictos
políticos. (...)
Pienso en mis amistades antiindepes y proindepes y
pienso en el qué dirán. Claro que por otra parte también pienso en el
ineludible compromiso con la verdad, "el héroe de mi relato, al que amo
con toda la fuerza de mi alma es ... la verdad", decía Tolstói. ¿Qué
hacer? Pues pasarle la pelota al lector proponiéndole un juego de
adivinanzas.
Este juego comienza echándole una ojeada a los diccionarios. Así, en el Diccionario de María Moliner y en el Diccionario de la RAE uno se puede encontrar con definiciones como las siguientes:
1) "Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación".
2) "Levantamiento público y con hostilidad hacia los poderes del estado".
3) "Acción o dicho de los payasos".
4) "Acción de apoderarse violenta e ilegalmente del gobierno de un país por parte de alguno de los poderes del estado".
5) "Violación deliberada de las normas constitucionales de un país y sustitución de su gobierno".
6) "Acción de declararse en contra de la autoridad constituida y de luchar contra ella".
Estas definiciones se corresponden a las voces "golpe
de estado", "insurreción", "revolución", "rebelión" y "payasada", pero
no por el orden en que se acaban de enunciar.
Por ello el lector debe
decidir cuál de estas definiciones describiría mejor lo ocurrido en
Catalunya y, a continuación, adivinar sin consultar nada qué definición
corresponde a cada concepto. Una vez efectuada esta operación puede
consultar los diccionarios y ver el resultado de su elección. (...)" (Brutus Xiruquerus, Mientras Tanto, 26/04/18)
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