"(...) Resulta triste que la estrategia de dividirnos que han seguido los
burgueses catalanes, entre catalanes de pura cepa, emigrantes y
charnegos, nacionalistas y españolistas, patriotas y traidores,
engañando al pueblo con hacerle rico y feliz cuando obtenga la
independencia, en realidad lo único que pretende es encubrir el expolio
de los trabajadores que ha llevado a cabo desde hace más de 40 años la
burguesía catalana y que les ha dado la mayor plus valía, esté calando
entre aquellos militantes del socialismo y del feminismo de otros
tiempos.
Ese referéndum, que tan sibilinamente están vendiendo los Bassas y
los Junqueras, dirigido por los Pujol, los Mas, los Puigdemont, es una
astucia que ha desconcertado a ciertos sectores de la población, más
ingenuos que informados, y más xenófobos que solidarios. Porque de lo
que se trata por parte de ese joven PDCat, que es la vieja Convergencia –
¿con cambiarse el nombre ya nos han engañado a todos?-, y de ERC, es de
organizar un nuevo pucherazo como el que tan burdamente montaron el 9
de noviembre de 2015.
Convirtiendo el territorio de Cataluña en el sujeto protagonista,
como si los territorios tuvieran derechos y no los ciudadanos, toda
crítica a los nacionalistas se ha convertido en conspiración y atentado
contra la nación catalana.
Ya Pujol elaboró y difundió un discurso
victimista de opresión de Cataluña por parte de España, desde la enorme
estafa de Banca Catalana, identificado el mismo como Cataluña y
considerando que perseguirle a él era perseguir a todos los catalanes.
La reclamación de Cataluña como nación sin Estado solo se entiende si
se considera catalanes exclusivamente a los soberanistas, lo cual
implica ningunear a aquella parte de la población, que sigue siendo
mayoritaria, que se siente catalana y española o únicamente española.
Pecado éste para los nacionalistas que les excluye de su condición de
“catalanes auténticos” y que merecería la pena de expulsarlos de las
sagradas tierras catalanas igual que hicieron con los judíos los
“cristianos viejos”.
La petición de ese referéndum que parece tan democrática encubre
realmente la estrategia que están siguiendo los partidos llamados
soberanistas, de apagar los movimientos sociales que se lanzaron contra
las reformas económicas de Artur Mas cuando ganó las elecciones. Y este
tema merece otro artículo." (Lidia Falcón, Crónica Popular, 01/07/17)
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