30/9/17

¿Puede la mitad de Cataluña cambiar sustancialmente las condiciones de vida de la otra mitad, obligándola a separarse de España? ¿Qué ocurriría si la mayoría en Barcelona y Tarragona se pronunciase en contra de la escisión aunque la mayoría de la Comunidad se mostrase a favor? La Moraleja (una urbanización de clase muy alta) pretendió independizarse del municipio de Alcobendas (de clase media) ¿Tenía derecho a decidirlo?

"(...) El discurso de los independentistas está lleno de trampas y falacias y no es la menor de ellas haber disfrazado el derecho de autodeterminación -inexistente por otra parte en los Estados democráticos occidentales- por un abstracto y quimérico derecho a decidir que se reviste de las apariencias de democracia y libertad. 

¿Cómo situarse en contra de la democracia?, ¿cómo cuestionar la libertad?, ¿cómo negar el derecho a decidir? El sofisma es parecido al que utiliza el neoliberalismo económico cuando en nombre de la libertad defiende la autonomía absoluta de los mercados y la ausencia total de regulación en la actuación de las fuerzas económicas. ¿Quién va atacar la libertad? (...)

Todo el mundo acepta que sin normas y leyes no existe la libertad y que lo que se generaría sería la anarquía y el caos. Sin embargo, en ocasiones, como la actual, hay quien explota la libertad para arrimar el ascua a su sardina, y presentar como democrático lo que linda con lo arbitrario y despótico. Esto es lo que está sucediendo con el independentismo en Cataluña y con la utilización que hacen del derecho a decidir. (...)

Mi derecho a decidir está limitado por las leyes, leyes que al mismo tiempo son las que me lo garantizan en otros muchos ámbitos. El derecho a decidir, como la libertad, no existe en abstracto, sino enmarcado en una realidad política y en un ordenamiento jurídico.

El derecho a decidir de los catalanes, al igual que el de los andaluces, extremeños, murcianos, etc. no es un derecho incondicional, sino encuadrado en una normativa jurídica que si bien lo limita en el cauce de determinadas normas, que establecen las reglas del juego, también lo defiende y protege frente al ataque de otros ciudadanos.

 La Constitución, el Estatuto y en general todo el ordenamiento jurídico, es el conjunto que hace posible el derecho a decidir (de no existir, sería el caos y la anarquía) pero al mismo tiempo lo condiciona y restringe para garantizar el derecho a decidir de los demás.

La independencia de Cataluña no solo afectaría a esta región sino a toda España. El derecho de un grupo de catalanes aunque fuese mayoritario (ahora no lo son) chocaría con el derecho de otros catalanes e incluso con el derecho del resto de españoles.

 ¿Puede la mitad de Cataluña cambiar sustancialmente las condiciones de vida de la otra mitad, obligándola a separarse de España, a la que se encuentran unidos desde hace muchos siglos? El derecho reclamado para los catalanes es al mismo tiempo el expolio de la soberanía de la totalidad de los españoles. 

Por otra parte, ¿quiénes son los catalanes?, ¿los que ahora residen en la Comunidad Autónoma aunque hayan llegado ayer o todos los nacidos en Cataluña vivan donde vivan? ¿Por qué van a poder votar los catalanes residentes en Costa Rica y no los residentes en Madrid?

¿Quién es el sujeto de ese derecho a decidir que se invoca? ¿Dónde radica la soberanía, la capacidad para cambiar las reglas de juego? Según la Constitución de 1978 -la que fue votada por una inmensa mayoría de catalanes-, el pueblo español en su conjunto. Pero es que, además, cualquier otra respuesta nos introduce en un laberinto de difícil salida.

 ¿La Comunidad Autónoma de Cataluña, definida curiosamente de acuerdo con la Constitución del 78, formada por cuatro provincias, con los límites que estableció el ordenamiento jurídico en 1833? ¿Y por qué no todos los países catalanes o el antiguo Reino de Aragón, con lo que seguramente el resultado sería muy distinto?

 ¿O cada provincia tomada individualmente? ¿Qué ocurriría si la mayoría en Barcelona y Tarragona se pronunciase en contra de la escisión aunque la mayoría de la Comunidad se mostrase a favor?, ¿se independizarían tan solo Lérida y Gerona? ¿Y qué sería de los municipios que se pronunciasen en contra de lo decidido por sus correspondientes provincias?

Todos tenderíamos a rechazar que un grupo social, el constituido por los ciudadanos de mayores rentas, tuviese el derecho, si lo decidiese por mayoría (la mayoría sería aplastante) de excluirse del sistema público de pensiones, de la sanidad y de la educación pública, por ejemplo, con la correspondiente rebaja proporcional en sus impuestos. 

El supuesto no es tan forzado como pudiera parecer si tenemos en cuenta que las regiones que proponen la autodeterminación son de las más ricas de España. La Moraleja (una de las urbanizaciones de más alto standing de Madrid) pretendió en su día independizarse del municipio de Alcobendas (de clase media), creando su propio ayuntamiento. ¿Tenía derecho a decidirlo? ¿Estaríamos a favor, por ejemplo, de que se convocase un referéndum sobre la pena de muerte?  (...)

La malversación de fondos propios en la que se incurrió en el referéndum del 9-N y en la que se va a reincidir en el actual no es una corrupción de muy distinta naturaleza de la que se ha cometido con el 3%. En este último caso se trataba de financiar a un partido, Convergencia, con recursos públicos. Y en los casos del referéndum se trata de utilizar fondos públicos para un objetivo partidista y además ilegal, apartándolos del fin general. (...)"                      (

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