"(...) Evidentemente, hay un problema político, no solo jurídico y judicial.
Y ese problema político, que ha llevado a la ausencia del Estado
constitucional en Cataluña y al golpe contra la democracia en el que nos
hallamos instalados, es el del enquistamiento político del nacionalismo
ene el sistema democrático español, por su ocupación de las
instituciones, por la construcción de una administración y sociedad
civil paralelas (redes clientelares), por su “hegemonía” que le ha
permitido llevar a cabo la “construcción nacional” durante las décadas
pujolistas con absoluta impunidad, etc.
La “absolución” de J. Pujol y de
su camarilla tras el saqueo de banca Catalana, el archivo de las
denuncias de la Fiscalía y la reacción de arrebato para defender el país
y la bandera frente a la agresión centralista -posición compartida de
forma mayoritaria incluso en la izquierda: el artículo de afirmación de
fe catalanista y antiespañolista de M. Vázquez Montalbán debe quedar
para los Anales de Cataluña- … marcaron el camino.
Lo de ahora no es un brote provocado por la rectificación del TC del
Estatut de 2006 (que, por cierto, no votó ni la mitad del censo, cosechó
más de un 5 % de votos en blanco y tuvo escasa repercusión en término
de movilizaciones sociales), ni un salto al vacío de los soberanistas
empujados por los efectos de la crisis y el tancredismo del gobierno de
Rajoy, ni siquiera una “desafección” a España por la corrupción (siempre
olvidando que CiU era el partido más corrupto de España): cuando surgió
el Foro Babel, hace casi veinte años, ¡20 años!, ya estaban en la mesa,
en ciernes, todas las cartas que ahora están jugando a fondo, con manos
de trileros, los conductores y feligreses del procés.
Ese fue el
motivo de la constitución de aquel Foro, que entre la presión
nacionalista, la deserción de los maragallianos, las urgencias de
algunos (Arcadi Espada y cia.) y la labor de zapa del aparato
socialista y de la inteligencia del antiguo PSUC, fue bastante efímero.
En realidad, las huellas dejadas por el “procés de construcció
nacional” (actual procés soberanista) se ven claramente marcadas: la
ocupación de las direcciones y aparatos de los partidos de izquierdas
(PSOE/PSC y PSUC) por las élites políticas catalanistas, la constitución
de CiU en el “pal de paller” del “consenso catalanista”, del que quedan
excluidas las formaciones políticas sucursalistas o españolistas
(aplicación de la directriz constituyente del Consell de FF PP de
Catalunya, que anticipará el posterior “Pacto del Tinell”), el abrazo de
Roma entre Pujol y Felipe González, et., etc.
Por cierto, todo eso fue
posible tras el paréntesis de la presidencia de Josep Tarradellas, que
desbarató la política de “compromiso histórico” entre el PSUC y Pujol
durante la Transición. Poco tardaron en reponerse de la intromisión
tarradellista, mediante la “dictadura blanca” pujolista que Tarradellas
mencionó en sus Memorias.
Han sido décadas de “construcción nacional”, de “procés”, en que la
propaganda nacionalista ha ido construyendo una Gran Mentira, a lo
Groucho Marx.(...)" (Rafael Núñez, Alternativa Ciudadana Progresista, 22/09/17)
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