"En Catalunya se ha venido practicando desde la larga etapa pujolista el
señalamiento y a veces el hostigamiento público contra aquellos que no
son nacionalistas. Solo recordar que la acusación de 'botiflers' a los
socialistas por parte del mundo convergente fue una constante que tuvo
algún conato de violencia cuando estalló el 'caso Banca Catalana'.
Siempre ha habido grupos radicales que han campado a sus anchas,
particularmente en las universidades, y que se han beneficiado de un
clima de indulgencia ante sus prácticas inciviles. (...)
Entre tanto, las sedes de los partidos constitucionalistas han sido
atacadas en demasiadas ocasiones en medio de una ostensible espiral del
silencio.
Afortunadamente, esta semana se ha conocido la primera sentencia por
odio ideológico, un delito de reciente creación en el Código Penal, pero
que empezará a ser noticia más a menudo. Dos ultranacionalistas han
sido condenados por amenazar y agredir en el 2014 a miembros de Societat
Civil Catalana cuando iban a trasladarse en autocares de Lleida a
Barcelona. (...)
Ojalá me equivoque pero me temo que el clima de crispación
se está caldeando por momentos. Los líderes sociales y políticos del
movimiento separatista están elevando el tono y acusando gravemente a
España, calificándola de régimen autoritario, represivo, demofóbico,
etc. Las palabras tienen consecuencias y todo esto persigue legitimar la
insurrección de la Generalitat y empujar a una parte de la sociedad
catalana a la desobediencia.
Se está dando rienda suelta al fanatismo cuando Carles Puigdemont acusa al Estado español de ser el responsable de la pobreza en Catalunya, cuando Oriol Junqueras
compara el Tribunal Constitucional con el franquista Tribunal de Orden
Público, o cuando insistentemente se afirma que el Gobierno español ha
conspirado para cargarse la sanidad catalana.
Se reclama ayuda
internacional porque se afirma que el Estado tendrá que utilizar la
fuerza para impedir el referéndum, pero también que en España no habrá
suficientes cárceles para encerrar a tanto independentista. En
definitiva, se está creando un clima irrespirable y peligroso. (...)" (Joaquim Coll , Historiador, El Periódico, 15/06/17)
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