"He leído varios comentarios, entre ellos el de Teodoro León Gross
(bienvenido a esta casa), sobre el artículo que escribió el presidente
Puigdemont después de la muerte de Johan Cruyff. Le reprochan al
presidente que se haya apropiado del cadáver de Cruyff para hacer
política, y en concreto política independentista.
Comprendo el reproche,
aunque detecte una cierta falta de práctica, porque en Cataluña hasta
las tiendas de lencería hacen baja política independentista. Pero es
que, además, la apropiación empalidece ante la verdad oblicua que el
candoroso artículo exhibe. En efecto. El proceso independentista es el
hijo, y muy legítimo, de la euforia que Cruyff instaló como entrenador
en Cataluña, y que continúa.
El Fútbol Club Barcelona llevaba trescientos años sin ganar. Recuerdo
con placer melancólico cómo arrinconaba a mis amigos de infancia
exhibiéndoles las seis copas de Europa del Real Madrid, mientras ellos
apenas podían oponerme unas cinco copas azulgranas que debieron de
ganarle al Granollers de Upsala.
Si uno lleva 300 años sin ganar y
repite, a modo de conjuro, que el FC Barcelona es más que un club, de
ello se sigue que seguirá siéndolo cuando empiece a ganar. Y así ha
sido, y así es: la confusión entre el FC Barcelona y Cataluña se ha
hecho avasalladora.Incluso estética: es imposible distinguir entre una
manifestación por la independencia de otra por la victoria en la
Champions.
Y ese grito, In-de-pen-dèn-ci-a!, tan futbolero. Hasta la llegada de
Cruyff cualquier catalán honrado sabía que mucho más difícil que
alcanzar la independencia era que el FC Barcelona ganara una copa de
Europa.
Algunos empiezan a mosquearse por el hecho de que hayan ganado
ya más de una y la independencia siga sin llegar; pero aún están lejos
de sacar las conclusiones racionales pertinentes.
La independencia está llena de mentiras despreciables. Las balanzas
fiscales, la marginación de la lengua catalana, la laminación de las
competencias, la legitimidad del derecho a decidir… Un arsenal de
mentiras. Pero la mutación genética del Fútbol Club Barcelona es una
verdad indiscutible.
La única verdad. Llevo algún tiempo diciendo esto,
oralmente y por escrito. Y recogiendo la habitual e ingrata
incomprensión. La analogía entre deporte y política ofende a los
secesionistas. Creen que es una argumentación frívola e innoble. Les
debe de parecer demasiado parecida al proceso. En cualquier caso, yo ya
he cumplido y cedo la palabra a la autoridad. «Ahora salimos a ganar»,
ha dicho Puigdemont, un entrenador para un pueblo." (Arcadi Espada, El Mundo, 29/03/16)
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