(...) ¿Qué debería decir en este punto el programa de la candidatura de
izquierda en las próximas elecciones generales, las del 20 de
diciembre?
Si de mí dependiera, el programa de una
candidatura de izquierda para las generales diría, sobre la cuestión
nacional, algo así: "En su primera formulación histórica, el derecho de
autodeterminación (o libre determinación) no es el derecho a debatir y
elegir entre unión o separación, como un asunto en el que caben diversas
opciones, sino el derecho de secesión pura y simple sin discusión
previa, reconocido a grupos humanos sometidos a un poder sobre el que no
ejercen control alguno.
Tal no es hoy día, por mucho que se quieran
magnificar los “agravios” (que la nuestra no es la única comunidad
autónoma en padecer), el caso de Cataluña y sus habitantes. No obstante,
dado el innegable componente subjetivo del concepto de "nación" (una
nación es, en el fondo, una noción compartida con la que se identifica
un determinado grupo humano, algo que evidentemente sí es el caso de una
parte muy importante de la población de Cataluña), no podemos negarnos a
que se plantee la cuestión del vínculo de Cataluña con el resto de
España mediante alguno de los mecanismos democráticos de decisión
generalmente reconocidos en derecho.
No es ésta una cuestión que
consideremos prioritaria frente al cúmulo de problemas sociales que
abruman a la mayoría de la población en Cataluña, España y el mundo. No
cabe, pues, esperar de nosotros que tomemos ninguna iniciativa al
respecto.
Pero respetaremos posibles iniciativas tomadas por otras
fuerzas políticas democráticas, en cuyo caso, fieles a la tradición de
la izquierda que hizo suyo el lema: ‘trabajadores de todos los países,
uníos’, la propuesta que haremos a los ciudadanos será la de no romper
los lazos jurídico-institucionales entre Cataluña y el resto de España,
dando preferencia a soluciones de tipo claramente federal."
¿Y qué hay que entender por federalismo en este contexto? ¿Qué España federal tienes tú en mente?
Me
estás repitiendo la pregunta trampa que los secesionistas suelen
formular a los que se definen como federalistas. Trampa que consiste en
dar por supuesto que no está nada claro en qué consiste un Estado
federal y que, por tanto, el federalista no tiene nada sólido que oponer
a la independencia.
Pero ¿es que acaso no hay ningún Estado federal en
el mundo de cuyo funcionamiento se pueda inferir cuáles son las
características propias de semejante tipo de Estado? ¿No existe un país
llamado “República Federal de Alemania”, otro llamado “Confederación
Helvética” (que, pese a su nombre, tiene desde 1848 una constitución
federal), no es federal la Unión India o el Canadá (pese a que los
estados miembros de ésta se llamen “provincias”)?
Hacerse el tonto (o
llamar tonto al adversario) no exonera a nadie de saber que una
federación es una unión de territorios dotados cada uno de ellos de una
administración pública propia formada por los tres poderes clásicos
(legislativo, ejecutivo y judicial) y amparados (no “sometidos”) por una
administración federal igualmente tripartita que retiene una serie de
competencias consideradas de interés común a todos los territorios
federados.
Y en caso de conflicto, por ejemplo, entre actos legislativos
de esos diferentes niveles, prevalece el nivel superior o federal (al
contrario de lo que ocurriría en una estructura confederal, que por eso
mismo acostumbra a ser inestable y ha acabado siempre, históricamente,
por dar paso a una estructura federal). El contenido que se dé a las
competencias de cada nivel ha de ser, obviamente, resultado de un
proceso constituyente.
Algo que a primera vista parece mucho más
complejo que una ruptura unilateral, pero que, sin embargo, a poco que
se piense, es mucho más viable, en la medida en que minimiza el
conflicto de intereses.
Hay quien piensa que el objetivo del
“procés” no es la independencia (imposible de facto, afirman algunos),
sino marear la perdiz con su reivindicación. ¿Por qué sería imposible de
facto?
Me parece obvio: porque ningún gobierno de España
(de derechas o de izquierdas, me atrevo a decir) estaría en condiciones
de aceptar que una parte sustancial de la población y el territorio del
actual Estado rompiera completamente los lazos con el resto.
No sólo en
consideración a los intereses de las regiones más pobres que hoy se
benefician de la solidaridad de las regiones más ricas, como Cataluña,
sino en atención a los intereses reales de los propios habitantes de
Cataluña, pues la práctica totalidad de los economistas “no alineados”
políticamente en torno a esta cuestión vaticinan graves problemas
económicos durante largo tiempo para los dos “trozos” resultantes de la
ruptura.
Y si el Estado español rechaza hacerse el “harakiri” y no
acepta, en consecuencia, la independencia de Cataluña, parece obvio,
visto el cúmulo de declaraciones en ese sentido, que ningún Estado
extranjero de importancia la aceptará.
Y una independencia que no
reconoce prácticamente nadie deja automáticamente de ser tal. (...)
¿Y qué debería hacer la izquierda del resto de España, en tu opinión?
En gran parte, lo que ya hace, pero con más contundencia, insistencia y
claridad: abogar por la profundización de los principios de libre
solidaridad, igualdad y, consiguientemente, no discriminación entre
ciudadanos españoles, independientemente del territorio donde vivan.
Principios de los que se desprende con toda naturalidad una concepción
federal del Estado en que se respeten todas las peculiaridades
culturales de los diversos territorios y sus habitantes, incluso si se
expresan mediante la invocación del concepto de nación, y en que se dé
un reparto equitativo de las cargas tributarias.
Todo ello, por supuesto
(pues estamos hablando de partidos de izquierda), subordinado al
objetivo principal de la izquierda, que es acabar con las desigualdades
sociales y con la explotación de los seres humanos en todas sus formas. (...) (Entrevista a Miguel Candel, Salvador López Arnal , Rebelión, 09/01/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario