13/11/15

No se elige un 'president' para que no se ponga en marcha el mecanismo de la independencia... así nadie es inhabilitado, y ya veremos después del 20D... o sea, una parodia de tahúres

"Hace setenta y dos horas, el lunes 9 de noviembre, el Parlament catalán aprobó la resolución para iniciar la independencia. Tres días más tarde, hay una pregunta elemental: ¿ya desde su votación era un papel mojado, un acto simbólico dirigido a copar el espacio informativo nacional e internacional sin contenido alguno?

    ¿Por qué esta pregunta aparentemente cándida, casi ingenua?

   Veamos.

   El punto cuatro "insta al futuro gobierno a adoptar las medidas necesarias para hacer efectivas estas declaraciones".

  Pero el punto cinco de dicho documento es todavía más preciso: "Considera pertinente iniciar en el término máximo de treinta días la tramitación de las leyes del proceso constituyente, de seguridad social y hacienda pública".

   ¿Cómo se hace esto en treinta días?

   No se puede hacer. Porque no hay ni presidente ni el parlamento se ha puesto técnicamente en funcionamiento ya que para hacerlo se necesita previamente la investidura.

    Ah. Pero eso, que no ha habido investidura, al menos en primera votación, lo sabe usted ahora. No vale pues.

   Vamos a ver.

   Son cuatro los firmantes de la propuesta de resolución: Jordi Turrull y Marta Rovira, en nombre de  Junts Pel Sí, y Antonio Baños y Anna Gabriel por la Candidatura de Unidad Popular (CUP).

   Dos de ellos, Baños y Gabriel, sabían muy bien una cosa y la dijeron públicamente: que no apoyarían la investidura de Mas.

   Llegó la hora. Cumplieron. Y no votaron a Mas.

   Por tanto, sabían que sin investidura y que en un parlament que atraviesa la situación actual no hay comisiones "para iniciar en el término máximo de treinta días la tramitación de las leyes del proceso constituyente, de seguridad social y de hacienda pública" (punto cinco de la resolución)

   Ahora, a estas horas, escucho de ciertas fuentes en Barcelona algo que formulo así: "Elemental, si no hay presidente, si no hay Govern, no se inicia el proceso de estas leyes".

   ¿Elemental?

    Pero es que el punto cinco es el que ha dado la vuelta a España y al mundo en pocas horas. Es lo que da vida a la declaración. Entonces era un cuento chino a sabiendas para dar una sensación de voluntad férrea, por lo menos por parte de aquellos conocedores de que la investidura de Mas no tendría lugar.

   ¿Y a que conduce esta descripción?

   A esto.

   La suspensión de la declaración es automática al admitirse el recurso del Gobierno. Esta suspensión es una prerrogativa que el Tribunal Constitucional concede al Gobierno. Vamos, la resuelve el TC, pero es como si fuese a todos los efectos el mismísimo Gobierno.

   Y esta vez la suspensión viene acompañada de un apercibimiento a Mas y otros 20 altos cargos de la Generalitat y del Parlament, cortesía de última hora de la reforma de la ley Orgánica del Tribunal Constitucional aprobada con los votos del Partido Popular. Este apercibimiento no existió con ocasión de la consulta del 9 de noviembre de 2014. Pese a que entonces el Gobierno lo solicitó, el TC no lo hizo.

   Las medidas de suspensión e inhabilitación que pesan sobre los 21 se ejecutan siempre y cuando se ponga en marcha el trabajo descrito en el punto cinco de la resolución, es decir, la preparación de las tres leyes citadas. Dicho de otro modo: si se viola la suspensión de la resolución resuelta por el TC.

  Pero si esta violación no tiene lugar, no pasa nada.

  Si Mas y Forcadell, por ejemplo, se limitan a rechazar con declaraciones la decisión adoptada o si hay un pronunciamiento conjunto de los 21 -cosa difícil porque precisamente algunos de ellos no están de acuerdo con la declaración aprobada el lunes pasado- ello en todo caso podría ser objeto de una querella criminal cuya competencia, al ser aforados, correspondería al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.  

   Pero si no hay respuesta a través de la maquinaria parlamentaria -que no puede técnicamente haberla porque el Parlament no está funcionando para ello- la suspensión en los cargos y la inhabilitación quedarán a la espera de la acción.

   Se dirá: y si hay investidura hoy o a la tercera votación, a primeros de enero de 2016, todo se pondría en marcha, habría president, govern y comisiones parlamentarias.

  Si se pone en marcha se aplican las medidas previstas por el TC. No antes. Y eso sería, siguiendo el calendario apuntado, después de las elecciones del 20-D.

  Por tanto, la declaración aprobada el lunes, sabiendo algunos de sus firmantes originales que la investidura de Mas no tendría lugar y que sería difícil la aceptación por Mas y por Junts Pel Sí de un candidato alternativo, digamos Raül Romeva, tenía en origen un carácter fullero por no decir fraudulento.

  Y este carácter ya reflejaba la crisis de la hoja de ruta, sobre todo de Junts pel Sí, tras el 27-S. La declaración era el mecanismo para conseguir el voto de la CUP a la investidura de Mas. Nadie concedió un minuto a pensar en los pasos siguientes, en la materialización de la misma.

  Para Rajoy -que ha visto en Cataluña el terreno para construir su nuevo liderazgo de cara a la campaña electoral, de ahí el énfasis en su personalidad cada vez que se refiere públicamente al asunto -la pasividad del Parlament y del Govern en funciones -que, por definición, no puede hacer otra cosa - ya supone un reforzamiento de posiciones sin tener que llegar a un enfrentamiento mayor. Pero parece que tampoco lo rehuye.

   Su decisión de pedir el apercibimiento de Los 21, que se suma a la intervención de la Audiencia Nacional para todas aquellas personas (funcionarios públicos) que pudieran incurrir en sedición y que no son aforados, al tiempo que la preparación de la acción penal en la Fiscalía General del Estado para aquellos que lo son, perfilan una situación en la que el presidente del Gobierno y del PP advierte en el tema catalán una situación de win-win game

Si no se viola la suspensión dispuesta, gana al imponer el orden; si hay, finalmente, investidura, gobierno y comisiones parlamentarias que pongan en marcha el punto 5 de la declaración, vuelve a ganar al ponerse en marcha las suspensiones e inhabilitaciones.

   Así se ve desde La Moncloa (...)”.        (Ernesto Ekaizer, El País, 11/11/15)

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