"No hay duda de que el espectro ideológico y base sociológica del
independentismo son extremadamente variados. El proceso soberanista, en
tanto relato interclasista responde a anhelos y motivaciones de difícil
interpretación. (...)
Sin embargo, en el resultado electoral resulta evidente la derrota de la izquierda más quincemayista o movimientista –21 escaños escasos entre CUP y CSQP– y la victoria de las fuerzas que buscan en el processisme
la tabla de salvación de cierta oligarquía.
En otras palabras, el
independentismo, en su traducción en escaños, parece estar operando como
mecanismo de recomposición del segmento de las élites catalanas que se
han estado beneficiado por esta declinación local del régimen del 78. Es
decir, las empresas de las familias del entorno de CiU que pagaban con el 3% las adjudicaciones de obra pública o sacaban provecho de las generosas privatizaciones.
Por una parte, el modelo económico de desarrollo
turístico-inmobiliario es totalmente funcional a este segmento
empresarial que se ha enriquecido fácilmente desde la nueva democracia.
(Véase el Caso Palau, el Caso Pretoria, etc.).
Por otro, las
privatizaciones, por ejemplo la de la sanidad,
han servido también para nutrir a estas familias cuyos miembros están
situados en los sectores gerenciales de transnacionales vinculadas al
capital financiero. (Véase por ejemplo cómo IDC Salud duplicó su facturación con la Generalitat en los peores años de los recortes gracias a la gestión de Boi Ruiz, conseller de Sanitat de Mas, antes cabeza de la patronal sanitaria).
Si bien no sabemos hasta qué punto alcanza realmente la preocupación de
las otras élites que han entrado a la contienda, la gran empresa
catalana agrupada en la patronal, y también la banca –incluida La Caixa–
se han mostrado públicamente contrarias a la independencia.
Sin
embargo, los beneficiados por las puertas giratorias catalanas y la
corrupción generalizadas estarán muy contentos con los resultados, y con
volver a tener un gobierno al que puedan hacer llegar sus tentáculos.
Recordemos, la mayoría de los diputados de la lista Junts Pel Sí son de
Convergència.
La lista conjunta con ERC –posible gracias a la evolución
de CDC desde el nacionalismo al independentismo– les ha salvado de la
debacle electoral y les ha permitido refundarse
saltando por encima de los innumerables casos de corrupción que
acumulan. Una manera de continuar liderando el espacio político catalán
en el futuro.
Si bien es cierto que la osada estrategia tiene muchos puntos de
incierta resolución, por ahora Mas/CDC han sabido manejar con suma
habilidad el escenario. Ayer mismo, el número siete de la lista, un
economista de CDC declaró a una radio alemana que la conclusión más
probable del procés es el regreso al estatuto recortado del 2006.
Es decir, un nuevo acuerdo fiscal que les permita tener más recursos
para hacer frente a una Generalitat en bancarrota (Catalunya es una de
las comunidades más endeudadas y esa deuda está en su mayoría en manos
del Estado español). Así como aumentar el gasto público para tratar de
contentar a una clase media en rebeldía. Nuestro 15M aquí se llama
independencia. (...)
La traslación del esquema de confrontación nacional a las elecciones de
diciembre podría jugar en favor de los partidos del régimen otra vez.
Tanto al PP como al PSOE les podría interesar no tener que hablar de
propuestas sociales, de posibles nuevas olas de recortes y
privatizaciones para centrar su campaña en el tema de la “ruptura” de la
patria.
Al fin y al cabo, Rajoy ha participado con fuerza en esta campaña ayudando a polarizar porque ese marco le beneficia.
Esta sería quizás, la cuestión que podría justificar una gran coalición
de ambos partidos para una reforma de la constitución cuyo objetivo
podría ser negociar la cuestión nacional –es decir, un nuevo reparto de
los recursos disponibles– con las élites catalanas.
Así como de paso,
serviría para adecuar la carta magna a los nuevos ciclos de reducción
brutal del gasto en pro del pago de la deuda. Porque la crisis, pese a
lo que digan, no se ha terminado, sino que está en stand by merced a las políticas de expansión monetaria del Banco Central Europeo.(...)" (Nuria Alabao, Diagonal, 28/09/15)
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