"(...) Orbán es un nacionalista íntegro. Guárdate en tu misalito lo que dejó
dicho ante los dirigentes conservadores europeos, el jueves en Madrid:
"[La izquierda] sueña con una sociedad mundial, políticamente
construida, sin tradiciones religiosas, sin fronteras, sin naciones".
Orbán dice eso, naturalmente, porque no te conoce, ni a ti ni a la
izquierda catalana. Pero es cierto que hay unas cuantas personas en el
mundo que trabajan, en la vigilia y sin sueños, por una sociedad
construida políticamente, en razón del pacto sobre valores y ajena a las
imposiciones de la identidad. Y no te hagas ilusiones, mi liberada,
porque tú no eres de ellos. (...)
Orbán, al menos, tiene la decencia de admitirlo: «Ni el estilo de
vida alemán ni el austriaco ni el húngaro son un derecho básico de todas
las personas de la tierra. Solo es un derecho de quienes han
contribuido a él». Hace mucho tiempo te escribí que no había
nacionalismo democrático, oxímoron.
Que el nacionalismo se basaba en una
premisa simple: yo tengo más derechos que tú porque llegué aquí antes
que tú. Orbán, que ya ves que discierne finamente entre los estilos de
vida del antiguo imperio austrohúngaro, es un nacionalista 'first
class'. Pero como todos vosotros tiene su lado vulnerable.
Cuando se
refiere al estilo de vida húngaro, ¿a qué crees que se refiere
exactamente? ¿Al estilo impuesto por Ferenc Szálasi, el jefe político de los Cruces Flechadas, en el terrible invierno de 1944? ¿Al de János Kádár
después de los tanques del 56? ¿El estilo de vida húngaro incluye la
pena de muerte que ya habría introducido Orbán si ¡el estilo europeo! no
se lo hubiera impedido?
El estilo de vida lo deciden los vivos y no los
muertos. Y entre los vivos se cuentan los que trajo la cigüeña y los
que trajo la patera. El estilo de la vida democrática, obviamente.
Los
delegados del Partido Popular Europeo aplaudieron con calidez el
discurso de Orbán. Destacaron los aplausos del jefe del gobierno español
y de la delegación de su partido. Esos aplausos son un desastre
europeo. Y un desastre ideológico. (...)
si al final sólo se trataba del retorno a la nación acobardada e
identitaria, la decadencia de Europa habrá dejado de ser un recurso
retórico de cronistas sin asunto. La inmigración es un dificilísimo
problema técnico del tipo cuánta agua cabe en un vaso. La antieuropa,
Orbán, Le Pen, Salvini, Mas, no pretende resolver el problema, sino eliminarlo a fuerza de socavar su base moral." (Arcadi Espada, El Mundo, 25/10/2015)
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