"Era un tema tabú. Quizá lo sigue siendo todavía. Sencillamente, no
aparece en el debate. Ni se podía discutir siquiera. ¿Qué piensa del
cupo económico vasco y navarro? “Ese tema no toca”, suelen responder con
la pose repelente que utilizan algunos dirigentes políticos para
mutilar los problemas y restringir la conversación solo a los asuntos
que les son cómodos. (...)
Como en tantas ocasiones, la reacción contraria que se suscita es
directamente proporcional a la importancia del asunto que se quiere
ocultar. Se niega que el concierto sea un privilegio, pero el anuncio
encendido de un “frente común”, esas “líneas rojas” que se pintan en el
debate para que no se vuelva a hablar del asunto, lo único que desvelan
es que se trata, en efecto, de un privilegio que no se quiere perder.
La
forma en que se quiere ahogar toda discusión, cegar de raíz la
polémica, es la mejor demostración de que esa, y no otra, es la piedra
angular del debate reformador que debe abordarse en España, con la
financiación de las autonomías como primer paso. El propio ‘lehendakari’
Urkullu, quizá sin darse cuenta, lo deslizó ayer en su discurso: “El
concierto económico es la clave de bóveda del autogobierno vasco”. Y,
ciertamente, es así.
Desde que se instauró, los conciertos vasco y navarro solo han tenido
un sentido político: intentar aplacar con dinero las desavenencias de
esas dos regiones. Con los altibajos de la historia, la realidad es que
desde el final del carlismo se instauró esa lógica en España, como un
tributo que había que asumir como un riesgo menor. En cada época
histórica, desde entonces, hay matices distintos, supresiones y
restauraciones de los derechos forales, pero es posible establecer una
línea continua.
Lo que sucedió con la llegada de la democracia es que se
entendió que los privilegios de financiación del País Vasco y de
Navarra eran necesarios para intentar apaciguar la terrible y sangrienta
amenaza de ETA; lo conveniente era dotar a las dos autonomías de un
sistema económico especial, el concierto vasco y el navarro.
Un
privilegio económico ‘indiscutible’ en el debate político que ha
permitido al País Vasco y a Navarra una mejor financiación, y un mayor
desarrollo de los servicios públicos, en comparación con el resto de
comunidades autónomas. Y como se trataba de evitar un mal mayor, por la
amenaza de la banda terrorista, todo el mundo lo aceptaba así. Tema
tabú. No se habla.
¿Por qué, entonces, se remueve ahora ese avispero? Por la confluencia
de tres factores esenciales: la derrota de la banda terrorista etarra,
la amenaza independentista de Cataluña y los recortes impuestos por la
crisis económica en el sistema general.
La confluencia de esos tres
elementos ha provocado que salten las costuras del modelo de
financiación vigente en todo este tiempo en la España de las autonomías,
y que se ha mantenido pese a las críticas periódicas de unos y otros.
Los conciertos vasco y navarro han sido durante todo este tiempo una
anomalía en el sistema de financiación de España, una distorsión
consentida. (...)
Pero ¿quién le pone el cascabel al gato vasco y navarro? Hasta ahora,
solo UPyD y Ciudadanos se habían mostrado abiertamente en contra del
concierto vasco y del navarro, pero la controversia no ha estallado
hasta que se han pronunciado algunos barones regionales del PSOE.
Ocurre, sin embargo, que la empanada ideológica en la que está instalado
el PSOE cada vez que aterriza sobre el modelo territorial de España
impide que ninguna de sus propuestas sea, al menos, inteligible. Con más
torpeza que eficacia, han agitado el avispero sin saber muy bien a
dónde quieren ir.
(...) nos encontramos ahora con que la Constitución española, con menos de
medio siglo, ya se ve desfasada y, sin embargo, los derechos forales del
País Vasco y de Navarra, que se remontan a la tercera guerra carlista,
de finales del XIX, se consideran intocables. Como para entenderse y
confiar en un gran acuerdo." (Javier Carballo, El Confidencial, 08/10/2015)
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