9/7/15

Gramsci: lo que está en juego en polémicas lingüísticas es la lucha por la hegemonía (cultural, económica y política) entre las distintas fracciones de las burguesías nacionales regionalmente diferenciadas

"(...)  Sin hacer de asuntos pre-políticos temas instrumentalmente políticos, “que es lo que está ocurriendo precisamente en las controversias de los últimos tiempos sobre lenguas y culturas”, Gramsci supo captar muy bien, en opinión de su estudioso, “la dimensión política y político-cultural que se oculta, o no siempre se declara, en todo proyecto de normalización lingüística (cuando aflora nuevamente la cuestión de la lengua), empezando por las distintas variantes de la gramática normativa”. 

Las consideraciones histórico-críticas iniciales sobre la cuestión de la lengua y las clases de intelectuales o sobre los distintos tipos de gramática “acaban remitiendo a consideraciones de política lingüística, de política cultural, de sociología de la contemporaneidad, a consideraciones, en suma, sobre la reorganización de la hegemonía cultural en el presente”. 

Un ejemplo en uno de los últimos cuadernos de la cárcel: 

“Cada vez que aflora de un modo u otro la cuestión de la lengua, eso significa que se está imponiendo una serie de otros problemas: la formación y ampliación de la clase dirigente, la necesidad de establecer relaciones más íntimas y seguras entre los grupos dirigentes y la masa popular-nacional, o sea, [la necesidad] de reorganizar la hegemonía cultural. Hoy en día se están produciendo diversos fenómenos que indican un renacimiento de tales cuestiones”. 

En la época del multiculturalismo pero también de la globalización y de un nuevo ascenso de los nacionalismos y de los particularismos, señala FFB, podemos hacer cotidianamente la comprobación de hasta qué punto “lo que está en juego en polémicas, que en su inicio parecen sólo lingüísticas, filológicas, sociolingüísticas o de antropología cultural, es también la lucha por la hegemonía (cultural, económica y política) entre las distintas fracciones de las burguesías nacionales regionalmente diferenciadas, entre las distintas burguesías de los estados plurinacionales y multilingüísticos y entre las burguesías y capas medias de estados compuestos con variantes dialectales importantes”. 

Elemental querido Watson, se desarrolla delante de nuestros ojos. 

En este sentido, prosigue FFB, “me parece que aproximar las agudas notas de Gramsci sobre “americanismo” a sus consideraciones sobre el trasfondo político-cultural de los proyectos históricos de normatividad lingüística, o a sus observaciones sobre lo nacional-popular, todavía puede ayudar bastante a la comprensión racional de lo que está pasando en el marco geográfico europeo”. 

Que no era precisamente halagüeño. Podría decirse incluso que el péndulo de la historia ha cambiado de dirección: “mientras que Gramsci evolucionaba desde el autonomismo de juventud (“Al mar los continentales!”) hacia una fundamentación de lo nacional-popular con intención internacionalista pero respetuosa de las diferencias”, hoy en día, por el contrario, “en parte por reacción ante la globalización y la uniformización cultural que ella comporta, pero no sólo, se camina, en cambio, hacia una identificación de lo nacional-popular con el autonomismo (en versiones políticas diversas: regionalistas, nacionalistas, independentistas, etc.)”.  (...)"             (Salvador López Arnal , Rebelión, 09/07/2015)

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