"(...) Sin hacer de asuntos pre-políticos temas instrumentalmente
políticos, “que es lo que está ocurriendo precisamente en las
controversias de los últimos tiempos sobre lenguas y culturas”, Gramsci
supo captar muy bien, en opinión de su estudioso, “la dimensión política
y político-cultural que se oculta, o no siempre se declara, en todo
proyecto de normalización lingüística (cuando aflora nuevamente la
cuestión de la lengua), empezando por las distintas variantes de la
gramática normativa”.
Las consideraciones histórico-críticas iniciales
sobre la cuestión de la lengua y las clases de intelectuales o sobre los
distintos tipos de gramática “acaban remitiendo a consideraciones de
política lingüística, de política cultural, de sociología de la
contemporaneidad, a consideraciones, en suma, sobre la reorganización de
la hegemonía cultural en el presente”.
Un ejemplo en uno de los últimos cuadernos de la cárcel:
“Cada vez que aflora de un modo u otro la cuestión de la lengua, eso
significa que se está imponiendo una serie de otros problemas: la
formación y ampliación de la clase dirigente, la necesidad de establecer
relaciones más íntimas y seguras entre los grupos dirigentes y la masa
popular-nacional, o sea, [la necesidad] de reorganizar la hegemonía
cultural. Hoy en día se están produciendo diversos fenómenos que indican
un renacimiento de tales cuestiones”.
En la época del
multiculturalismo pero también de la globalización y de un nuevo ascenso
de los nacionalismos y de los particularismos, señala FFB, podemos
hacer cotidianamente la comprobación de hasta qué punto “lo que está en
juego en polémicas, que en su inicio parecen sólo lingüísticas,
filológicas, sociolingüísticas o de antropología cultural, es también la lucha por la hegemonía
(cultural, económica y política) entre las distintas fracciones de las
burguesías nacionales regionalmente diferenciadas, entre las distintas
burguesías de los estados plurinacionales y multilingüísticos y entre
las burguesías y capas medias de estados compuestos con variantes
dialectales importantes”.
Elemental querido Watson, se desarrolla delante de nuestros ojos.
En este sentido, prosigue FFB, “me parece que aproximar las agudas
notas de Gramsci sobre “americanismo” a sus consideraciones sobre el
trasfondo político-cultural de los proyectos históricos de normatividad
lingüística, o a sus observaciones sobre lo nacional-popular, todavía
puede ayudar bastante a la comprensión racional de lo que está pasando
en el marco geográfico europeo”.
Que no era precisamente
halagüeño. Podría decirse incluso que el péndulo de la historia ha
cambiado de dirección: “mientras que Gramsci evolucionaba desde el
autonomismo de juventud (“Al mar los continentales!”) hacia una
fundamentación de lo nacional-popular con intención internacionalista
pero respetuosa de las diferencias”, hoy en día, por el contrario, “en
parte por reacción ante la globalización y la uniformización cultural
que ella comporta, pero no sólo, se camina, en cambio, hacia una
identificación de lo nacional-popular con el autonomismo (en versiones
políticas diversas: regionalistas, nacionalistas, independentistas,
etc.)”. (...)" (Salvador López Arnal , Rebelión, 09/07/2015)
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