"(...) Lo que pretenden el Scottish National Party (Partido Nacional
Escocés) y su carismático dirigente Alex Salmond, en un intento de
minimizar ese riesgo, es que una Escocia independiente conserve la libra
esterlina.
Pero todos los políticos ingleses coinciden en que eso no lo
permitirían, lo cual indudablemente generaría incertidumbre económica
en Escocia, que además no tiene ninguna garantía de ser admitida
rápidamente en la Unión Europea en caso de que se independice.
Mi padre,
siempre con un ojo escéptico (y muy escocés) puesto en los posibles
farsantes, hubiera detectado una nota discordante no solo en la
insistencia de los nacionalistas en conservar la libra, sino también en
la de mantener el vínculo soberano con la Reina de Inglaterra.
Resulta
que quienes apuestan por la independencia quieren que Isabel II siga
apareciendo en los billetes escoceses y que pase las vacaciones en su
castillo de Balmoral. Y encima se indignan cuando el Gobierno de Londres
les advierte de que en caso de que se fueran se impondrán controles
migratorios en la frontera.
Pero al final los argumentos determinantes son los emocionales, como
los hubieran sido para mi padre y lo son para mí y para la mayoría de
los escoceses. Lo que me cuesta entender es, si uno ya se siente
plenamente escocés, ¿por qué no disfrutar del bonus, que viene incluido
gratis, de ser también británico, de poder sentir como suya la grandeza
histórica de Londres, de Shakespeare, del Imperio Británico que tanto
contribuyeron los escoceses a construir, además de compartir con orgullo
la herencia de William Wallace y de los hombres que inventaron el
teléfono y la televisión? La unión de Gran Bretaña ofrece dos
nacionalidades por el precio de una.
¿Por qué forzar la división cuando
no existe ninguna imperante necesidad de hacerlo?
Así hubiera pensando mi padre, que detestaba a un individuo inglés
llamado Churchill, pero no por ser inglés; que se ofreció como
voluntario para luchar en la fuerza aérea al día siguiente del comienzo
de la II Guerra Mundial para defender la libertad no solo de los
escoceses, sino, por igual, la de los ingleses y, ya que estamos, de
Europa y del mundo entero, sin reparar en mezquinas reflexiones
nacionalistas." (
John Carlin
, El País, 14 SEP 2014)
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