"El pecado del profesor Joaquim Brugué es decirlo antes de la fecha que ha sido fijada por la autoridad competente como aguafiestas de la ficción: el 15 de octubre.
El pecado por el cual le crucifican gratuitamente y encarnizadamente en la red los valientes de feria subvencionada es reconocer, antes de que lo autoricen las cabezas, que este referéndum del 9-N "no ofrece las garantías mínimas democráticas", es decir, que no se celebrará, por su déficit democrático más que por la soberbia del enemigo.
Como aquel niño que dice que el rey está desnudo, y todos lo sabían, y nadie osaba decirlo. De este pecado se llama valor cívico.
Es valor, para que, con su dimisión, la comisión de control de "la consulta" queda ya no sólo sospechosa de extrema fragilidad legal, sino también deshilachada. Y es él, un ciudadano honrado individual, quien la rasga.
Es valor, para que, con su dimisión, la comisión de control de "la consulta" queda ya no sólo sospechosa de extrema fragilidad legal, sino también deshilachada. Y es él, un ciudadano honrado individual, quien la rasga.
La comisión se debía componer obligatoriamente de "siete juristas y politólogos de reconocido prestigio", según instruía el artículo 14 de la (suspendida) ley de Consultas.
No llegando a estos siete, ¿hay verdadera comisión? Se atreverá alguna eminencia de la cultura de izquierdas a ocupar la cama caliente abandonado con argumentos (razonados, aunque tardíos) por Brugué? (...)" (
Xavier Vidal-Folch
Barcelona, El País,
6 OCT 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario