"(...) El también catalán José Víctor Rodríguez Mora, profesor de Economía en
Edimburgo, difiere. “No es cierto que las unidades políticas pequeñas
sean más democráticas, menos corruptas y más eficientes. El Gobierno
pequeño está mucho más sujeto a las presiones de grupos locales que
obtienen ventajas, no por eficientes, sino por locales.
Y en el
nacimiento de las naciones siempre hay intereses económicos favorables a
la partición del Estado. Los gobiernos pequeños compiten en la pelea
por atraer capital con impuestos bajos y regulaciones laxas. Small
es el paraíso de los mediocres y el infierno de los desfavorecidos. No,
lo pequeño no es necesariamente hermoso, casi siempre es mezquino”,
concluye. (...)
el primer ministro escocés Alex Salmond, afirma que “Escocia y
Cataluña han escrito parte de la historia de Europa como naciones
independientes y libres” y cita el impuesto de sociedades aplicado por
Irlanda “que tan buenos resultados les ha dado”.
Aunque el pico de
producción más alto ya ha pasado y los yacimientos se agotarán
previsiblemente en unas pocas décadas, el petróleo del mar del Norte
viene a ser El Dorado del separatismo escocés, el elemento tractor
psicológico que anima la aventura independentista. “Seremos el 6º país
más rico del mundo”, presume Salmond.
Nacionalistas catalanes y vascos, quebequeses y
flamencos, sardos, corsos, bretones…, acuden a Escocia en busca de la
exitosa fórmula del SNP . El nacionalismo se deja querer, pero gestiona
este trasiego con discreción porque no quiere aparecer ante la UE como
vanguardia desestabilizadora de las naciones sin Estado.
La última
admonición ha corrido a cargo del ministro sueco de Exteriores y antiguo
enviado especial de la ONU en los Balcanes, Carl Bildt: “La
independencia escocesa significaría un proceso de balcanización. Un sí
escocés a la independencia activaría una grave crisis en Europa”.
De
ahí, que el Gobierno de Edimburgo trate de evitar la asociación mimética
con Cataluña o Euskadi y rehúya la estampa típica de “hermanos unidos
en el mismo combate”. “En Inglaterra contemplan nuestro proceso con
relativa indiferencia, sin la beligerancia que se observa en España.
Claro que Inglaterra puede sobrevivir a la separación de Escocia,
mientras que España sin Cataluña y Euskadi…”.
El director del Centro
Escocés sobre el Cambio Constitucional, Michael Keating, al frente de un
grupo de investigadores independientes, deja la frase suspendida en el
aire. Ve el proceso catalán en un callejón sin salida, piensa que ETA ha
taponado la solución en Euskadi y que el anterior lehendakari Juan José
Ibarretxe —estuvo en el tribunal que calificó la tesis doctoral sobre
la autodeterminación del expresidente vasco—, cometió una serie de
errores. “El frente nacionalista fue el primero; debería haber contado
con los socialistas”, señala.
¿Qué diferencias y similitudes hay entre estos soberanismos? “La
escasa inmigración que tuvo Escocia no fue inglesa, sino irlandesa y
católica. Aquí, no hay una clase media acostumbrada a ver a la gente
pobre, cutre y fea como ‘británicos’.
No existen términos parecidos a
charnego, maketo o machurriano porque los ingleses que veían los
escoceses eran médicos, profesores, profesionales… Tienen complejo de
inferioridad frente a Inglaterra, en contraste con el catalán y el vasco
que se sienten superiores a lo ‘español”, sostiene el profesor
Rodríguez Mora.
La del complejo es una impresión que suscriben aunque con matices otros
catalanes vinculados a Escocia. “Los ingleses siempre les han mirado
por encima del hombro, pero no se sientan inferiores. Son orgullosos,
abiertos y cálidos, menos estirados y con sentido del humor. Nuestra
figura nacional es Robert Burness, un poeta pícaro y juerguista”. (
José Luis Barbería
, El País, Edimburgo
7 JUL 2014)
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