"(...) cuando el lenguaje de los derechos no es usado para referirse a personas
individuales sino a supuestas entidades colectivas, como las minorías,
las naciones o los “pueblos”.
En este caso, las distorsiones tienden a
incrementarse por dos razones: en primer lugar, los poderes y sus
intereses disimulan su verdadera condición mediante el subterfugio de
presentarse como la voz de la entidad colectiva: no soy yo el que habla,
es la nación, el pueblo y sus derechos, lo que habla a través de mí.
En
segundo lugar, los ciudadanos son empujados a un ejercicio sentimental
de traslación de su identidad a la entidad moral superior y muchos
acaban por creer que lo mejor o lo más importante de lo que son se lo
deben a su pertenencia al todo. Si se pone en cuestión la entidad
colectiva se ponen en cuestión sus derechos y hasta su propia identidad
personal.
Esa representación mágica que pretenden algunos voceros del nacionalismo
es, naturalmente, una impostura, pero tiene unos efectos demoledores
sobre la deliberación de los problemas públicos.
Quienes la detentan
parecen creerse autorizados para imprimir un turbio sesgo a su favor en
el debate público y promueven para ello una vergonzosa parcialidad en
los medios que administran. La justificación que esgrimen se presenta
como algo natural: si se pone en cuestión el derecho colectivo se pone
en cuestión la patria. (...)
Distorsionado así el debate público sobre los derechos que se tienen,
y entregados los ciudadanos a la identidad enajenada, el lenguaje de
los derechos se torna, en efecto, en un instrumento de dominación y
queda blindado ante cualquier negociación. Lamento tener que decirlo,
pero la atmósfera de la discusión es hoy francamente irrespirable en
Cataluña, y está lejos de lo que debe ser una deliberación pública
libre.
En ese marco deformante es donde hay que examinar esa reivindicación
del llamado “derecho a decidir” que está prendiendo demasiado en
Cataluña. Se presenta, con actitud desafiante, como expresión natural e
innegociable del principio democrático y los derechos que lleva consigo,
de forma que aquellos que discuten la existencia de tal derecho o no
apoyan su ejercicio sin límites han de ser tenidos irremediablemente por
anti-demócratas y desconocedores de los derechos más elementales del
ciudadano. (...)
A mi juicio, sin embargo, la cuestión que crea una distorsión más espesa
en el debate es la contenida en el primer principio de la declaración
del Parlament. Esa que dice que el pueblo de Cataluña es un “sujeto
político y jurídico”. Dejemos a un lado lo de “soberano”, porque esa es
una cuestión ulterior.
Pues bien, lamentaría que alguien se ofendiera,
pero esa afirmación tan solemne es simplemente la fabulación
voluntarista de una entelequia. Y en ella, me parece, está casi toda la
trampa.
Cuando advertimos que una pluralidad de individuos tiene algunas
propiedades comunes: creencias religiosas, el uso de una lengua, pautas
culturales, tradiciones, etc. nos sentimos tentados con frecuencia a
articular esas propiedades en forma unitaria e hipostasiarlas en una
entidad nueva y distinta de los individuos que las comparten.
De ahí
nacen los entes colectivos y las abstracciones sociológicas que parecen
erigirse ante nosotros demandando que las tratemos como seres vivos con
personalidad, rasgos mentales (intenciones, voliciones, etc.) y
derechos. Es decir, que las consideremos “sujetos”. Pero esto no es más
que una manera de hablar, una ficción que a veces es útil y a veces
engañosa.
Y siempre es ética y políticamente peligrosa. No existe ningún
pueblo catalán en el nombre del que nadie pueda hablar, y por tanto ni
tiene ni puede tener derechos, ni históricos ni actuales, ni jurídicos
ni morales.
Ni cabe que como tal sujeto ficticio exprese un deseo de
tener “un Estado propio” como si de adquirir un traje nuevo se tratara.
Todo eso no son sino fabulaciones y patrañas que solo pueden desembocar
en una nueva forma de limitar los derechos de los individuos y hacer
emocionalmente imposible la solución de las controversias." (
Francisco J. Laporta
, El País, 26 MAY 2014 )
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