24/3/14

Los "extranjeros locales"

"(...) Cuando Dahrendorf defendió hace unos años potenciar las comunidades locales, no estaba escribiendo un alegato en favor de las regiones. Al contrario, el politólogo germano-británico estaba convencido de que el nuevo auge del regionalismo era profundamente antidemocrático. 

Muy diferente al localismo, creía que este regionalismo de nuevo cuño respiraba los nocivos aires de una voluntad homogeneizadora; étnica, lingüística o religiosa, a la que en los últimos años podríamos añadir la política.

Su seña de identidad era la delimitación: ya fuera frente a los vecinos extranjeros como ante las minorías locales. Estas minorías incluían, ayer y hoy, a todos aquellos miembros de la región que al no compartir los principios y criterios de pertenencia establecidos por los regionalistas, se autoexcluían a su juicio de la comunidad.

 Pasaban a engrosar entonces las filas de los "extranjeros locales". Concesión de pertenencia al grupo ad casum por la que sólo son de aquí quienes piensan como yo.

Este regionalismo de corte activista y demagógico no profundiza nunca en el proceso de ampliación de las oportunidades de elección que tienen los ciudadanos en el ejercicio de su libertad. De su comportamiento suele deducirse más bien un desmedido afán por beneficiar a sus activistas.

No sorprende por tanto que en su discurso la democracia sea más un recurso que una preocupación real. Alcanzados sus objetivos, los checks and balances, el relevo efectivo en la cúspide del poder y hasta la participación del pueblo en el proceso político se consideran ya secundarios. Todo sea a mayor gloria de la nueva oligarquía local.

Por todo ello, esta forma de glocalización que representa la regionalización perjudica al sistema democrático y a la convivencia pacífica. Dahrendorf considera incluso que puede desembocar en una nueva forma de balcanización. (...)

La descripción realizada por Dahrendorf del nuevo regionalismo hace especial énfasis en la necesidad de preservar la independencia de la sociedad civil y el imperio de la ley como garantías de la legitimidad democrática. La instrumentalización de la ciudadanía mediante la infiltración del poder político en sus resortes de participación en la esfera pública amenaza a la democracia

 La insumisión legal y ruptura del imperio de la ley, también. A la luz de todo ello, no parece que su imputación al regionalismo de falta de espíritu democrático sea exagerada.

La absolutización de la voluntad mayoritaria como único referente democrático es la más antidemocrática de las posiciones. Que se lo pregunten a Michael Walzer. Pero eso es otro paseo."              (Pablo Heerdt, Crónica Global, Domingo, 23 de marzo de 2014)

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