"(...) El pueblo son todos los habitantes y la nación son esos mismos
habitantes con poder político soberano. Por eso el primer artículo de la
Constitución de Cádiz (1812) dice:
«La nación Española es la reunión de
todos los españoles de ambos hemisferios». No tiene ninguna otra
connotación, es la unión política de todos los españoles, no hay
identidad.
Pero a mediados del XIX vino el nacionalismo, arrasó Europa y todo cambió.
Con el nacionalismo el pueblo no son la gente, no son las personas,
es otra cosa diferente y siempre lleva adjetivo: Pueblo vasco, Pueblo
catalán… El pueblo existe desde antes y es independiente de las personas
reales que viven en la actualidad.
¿Y cómo sabemos que lo que tenemos
delante no es un montón de personas que viven en un sitio, sino que en
realidad esas personas son un pueblo? Buena pregunta, pero tiene una
respuesta sencilla: hay un pueblo cuando dos nacionalistas se juntan y
dicen «aquí hay un pueblo».
A partir de ese momento hay un pueblo y una
nación. Antes de Sabino Arana Euskadi no era una nación, siendo tan
antiguos, en los 7.000 años que decía el lehendakari Ibarretxe, a nadie
se le ocurrió decir: «Somos una nación». Si preguntamos a un
nacionalista si Navarra pertenece a la nación de Euskal Herria, «sin
duda que sí», nos contestará.
Y si le replico «pero, mire usted, una
considerable mayoría de navarros piensa que no son nación vasca». «Es
que aún no tienen conciencia nacional», me responderá. «Con la
construcción nacional conseguiremos que al final se den cuenta de que,
en realidad, sí que son de la nación vasca».
Bueno, pero entonces el pueblo, ¿qué es? Ya vemos que no es la unión
de los habitantes; de nuevo tenemos que preguntar al nacionalista,
porque es él quien ha definido lo que es: «El pueblo es una comunidad de
identidad y tiene dos elementos principales, historia e identidad. Eso
es el pueblo y la nación es la expresión política del pueblo».
¿Y el
Estado qué es? «Ah! el Estado, el Estado es el poder político para
defender la nación. Porque la nación sin Estado se muere». Un poco raro
me parecen las prisas para la independencia porque si hemos aguantado
7.000 años sin ni siquiera saber que éramos nación, ahora que ya lo
sabemos otros cien años aguantamos seguro, digo yo.
Aunque, en verdad, el Estado les hace falta para hacer ‘construcción
nacional’. Esa es la verdad. Y yo me pregunto, si la nación existe, ¿por
qué hay que construirla?
Y aquí nos encontramos un serio problema con el nacionalismo que, digan lo que digan, no se puede resolver desde la democracia y la igualdad. Dicho de otra manera: para lograr todos sus objetivos el nacionalismo tiene que utilizar procedimientos y medidas que rompen la igualdad y la democracia. Me explicaré. (...)
Si el concepto nacionalista de pueblo es una comunidad de identidad y
la nación es la expresión política del pueblo, en ese pueblo no entran
todos los habitantes, porque en todas las sociedades hay personas con
sentimientos identitarios diferentes.
Dicho de otra forma: en la nación vasca nacionalista no caben todos
los ciudadanos vascos, en la nación republicana sí. El problema es qué
hacemos con los vascos que no pertenecen al ‘pueblo vasco’. Y la
experiencia europea es desoladora: unos de esos que no eran ‘pueblo’
fueron concienciados debidamente con la constr ucción nacional, y
millones más fueron asesinados o desplazados de su tierra.
Los nuevos nacionalistas nos están planteando un Estado que integra dos tipos de ciudadanos, los meros ciudadanos que no asumen la identidad del ‘pueblo’ –y nos dicen, tranquilos, tendrán garantizados los derechos básicos como todo el mundo–, y luego los ciudadanos nacionales, los auténticos. Y esperan que después de una generación los ciudadanos no nacionales se hayan ido o se hayan convertido con la construcción nacional.
Precisamente por eso, en el proyecto de Nuevo Estatuto del
lehendakari Ibarretxe en Euskadi había ciudadanos vascos y nacionales
vascos. Quisiera que me explicaran cómo se hace esto, respetando a todos
los mismos derechos y las mismas oportunidades y sin marginar a nadie. (...)" (EL CORREO 31/01/14, ANDONI UNZALU GARAIGORDOBIL, en Fundación para la Libertad)
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