"(...) Ya hace muchos años que en Cataluña si se quiere progresar en muchos
ámbitos profesionales, o, simplemente, se quiere obtener una subvención o
un contrato de las administraciones públicas catalanas hay que ser
nacionalista o, por lo menos, aparentarlo.
Si se aspira a una jefatura
en cualquier administración, a dirigir un colegio público, o a coordinar
un departamento universitario, mejor no significarse como no
nacionalista. Les recomiendo el reciente artículo de Pau Marí-Klose
como ejemplo de lo que trato de decir. Si se es nacionalista la vida es
más fácil.
Todo es más sencillo. Incluso para hacer carrera política en
el PP, el PSC o en los sindicatos ha habido que tener el visto bueno
nacionalista o por lo menos evitar su veto. No es casual que casi todos
los cargos públicos de relevancia del PSC se declaren soberanistas.
Siempre lo han sido, y por eso dirigieron el PSC durante muchos años.
La situación actual es el producto de más de 30 años de una actividad
frénetica del nacionalismo catalán dirigida a tener la hegemonía
ideológica y el control social. Esta tarea se ha realizado sin ninguna
estrategia sobre Cataluña por parte del Estado, ni de los grandes
partidos estatales.
Mientras el nacionalismo tejía una inmensa red
clientelar aprovechando los recursos públicos e imponia su hegemonía
ideológica en escuelas, universidades y medios de comunicación, el
Estado y los partidos catalanes no nacionalistas miraban hacia otro lado
o colaboraban activamente a que la ideología nacionalista sea hoy la
ideología dominante en Cataluña. Sólo la presencia de Ciudadanos ha
servido de débil contrapunto. Lo correcto políticamente en Cataluña ha
sido ser nacionalista.
Los nacionalistas dicen que la presencia de los medios de
comunicación estatales compensa el sectarismo de los medios catalanes.
Aunque fuera verdad, no me valdría. Reivindico la pluralidad en mi
tierra.(...)" (Francesc Moreno, Crónica Global, Martes, 10 de diciembre de 2013)
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