8/11/13

¿Y si la realidad de la utópica independencia acaba siendo la reproducción de ese caciquismo clientelar y monocorde?

"(...) Tuve la suerte de conocer esa Barcelona pionera en los setenta de la democracia y de una cultura sin mordazas y veo hoy en mi entorno como callan mis colegas bajo el peso de una hegemonía cultural que ha transformado ‘lo propio de esta Cataluña imaginada independiente’ en norma social capaz de integrar o rechazar, sin miramientos. Yo misma he escrito mucho sobre este tema desde los años ochenta. 

 Creo que es ocioso insistir en esos cambios obvios y observables en nuestro entorno.
 
Me interesa sí subrayar que el cambio ha sido impulsado por unas élites poco capaces de apreciar la riqueza humana y cultural de la pluralidad interna del país y de su entorno: las sociedades democráticas no son monolíticas en ningún caso.
 Esas élites catalanas, poco estudiadas con el rigor y seriedad necesarias todavía, componen un grupo dirigente perfectamente capaz de utilizar todos los recursos mediáticos y culturales para incidir en la sensibilidad mayoritaria y acrítica, premiando la docilidad constantemente desde los ochenta hasta ahora mismo. No hay improvisación sino diseño histórico modelado a voluntad del programador de nuestra colectividad.


En eso, las élites burguesas catalanas que surgieron a partir de los años setenta en sustitución de las antiguas élites de la burguesía industrial conservadora (tan ambiguamente catalanistas como españolistas) han sido muy hábiles en su estrategia moderada pero inagotablemente populista que ha cultivado el victimismo más elemental. 
También han sido siempre incapaces de reconocer su escasa capacidad de gestión del día a día catalán y de conexión con otras élites españolas, salvo con aquellas relacionadas con negocios sin transparencia o políticamente complementarias (¿cuánto ha ayudado el cierre del Gobierno Rajoy al crecimiento del independentismo?).
 Esas nuevas élites han heredado del franquismo algunos hábitos como el caciquismo transformado en un clientelismo interesado que expresa perfectamente su idea de que el territorio es algo así como su finca particular. 
 No hago otra cosa que intentar describir el panorama en el que los catalanes nos hemos movido en las tres últimas décadas. ¿Y si la realidad de la utópica independencia acaba siendo la reproducción de ese caciquismo clientelar y monocorde? ¿No hay demasiada oscuridad en un proyecto especialmente tocado por el populismo más claro? ¿Dónde están los líderes que expliquen qué futuro concreto se vislumbra? 
Nunca hemos leído en la prensa de aquí artículos que analicen seriamente, con rigor sociológico, este tipo de conductas y cabe preguntarse el porqué de tal silencio. El temor a represalias, de cualquier tipo, es sin duda, importante. 
Cabe imaginar que pese al silencio quedan en Cataluña mentes capaces de analizar estas cosas con precisión, lo que está claro es que esas tesis no gustan a quién es capaz de dar curso público a su expresión. No existe transparencia alguna, salvo en escasos ejemplos. (...)"              ('Elites toxicas, pluralidad enferma' por Margarita Rivière, Esquerra sese fronteres, 03/11/2013)

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