10/10/13

No hablar de política ni en público, ni en las reuniones familiares. Todos ellos dicen en privado lo que no se atreven a decir en público

"En los últimos meses he mantenido conversaciones con una docena de personas -empresarios, ejecutivos de grandes empresas, profesionales- sobre la situación política catalana, el clima que se vive en Cataluña y las posibles salidas del laberinto. (...)

No hablar de política ni en público, ni en las reuniones familiares. En este tema hay unanimidad. La primera es que todos ellos dicen en privado lo que no se atreven a decir en público.

 En parte por posibles repercusiones en su trabajo, pero sobre todo por el miedo a verse estigmatizados y acusados de botiflers, antidemócratas, fachas, unionistas o cualquier otro calificativo al uso por el mero hecho de expresar dudas, de analizar inconvenientes o ponderar dificultades. 

La presión social es muy fuerte, hasta el extremo de generar problemas familiares, sobre todo con los más jóvenes, víctimas del adoctrinamiento en sus centros escolares y del efecto de sumarse a la ola para no sentirse marginados.

Entre el silencio de unos y el silenciamiento de otros, en Cataluña han faltado voces que desde el catalanismo alertasen del desvarío colectivo. (...)

La independencia no es conveniente ni deseable para los catalanes. Muchos de mis interlocutores son independentistas sentimentales. En un mundo que empezara de cero apostarían por que Cataluña fuera un Estado independiente. Pero todos ellos consideran la independencia aquí y ahora indeseable. (...)

La situación política actual ya está degradando nuestra democracia. Competimos ufanamente por ser más ultras y sectarios que la caverna española. TV3 o RAC 1 ya son tan manipuladoras como 13TV o Telemadrid. Qué gran avance democrático. Ninguno de mis interlocutores se identifica con Kosovo.

 Y lo que es peor se siente incómodo en su propio país. Cataluña no es una dictadura pero en ocasiones parece que lo es, no por falta de vocación de algunos lideres, sino por carencia del poder suficiente para imponerla. (...)

Me dicen mis interlocutores que los actuales dirigentes de CDC les pidieron silencio y colaboración porque de lo que se trataba era de tener un discurso político durante la crisis y acabar pactando una mejora fiscal. Pero el error de cálculo de Artur Mas al adelantar las elecciones, convencido que una mayoria muy amplia le permitiria controlar el proceso y maniobrar con comodidad, dificulta la rectificación y nos empuja hacia el abismo.

 Al quedar rehén de ERC y del movimiento social que desde la Generalidad se ha impulsado y financiado generosamente durante décadas, Mas ha optado por la huida hacia adelante, prisionero de sus desvaríos.

Entre el desánimo y el fatalismo. Al hilo de estas reflexiones, mis interlocutores han mostrado unánimemente preocupación. Y cierto desánimo por la asunción de que nos encaminamos hacia la tan cacareada colisión de la que los principales perjudicados seremos los catalanes. Todos coinciden en que los vehículos no son iguales. El choque, si nadie lo evita, sería entre un turismo y un coche blindado. 

Con el agravante de que una parte de los ocupantes del turismo que no han bebido le gritan al conductor ebrio que deje de acelerar. Aún suponiendo que uno circule adecuadamente por su carril, no es lo más inteligente mantener el rumbo si nos encaminamos a un choque frontal con el agravante de que el vehículo contrario es más potente y robusto. Mas miente y halaga los oídos de los soberanistas haciéndoles creer que somos los mejores. Que impondremos nuestra voluntad al mundo. Como el Barça, ganaremos. (...)

Aunque no han perdido todas las esperanzas de que vuelva el seny y se rehagan los puentes que permitan una nueva transición, la mayoría consideran muy probable que esto acabe en la ocupación del Parque de la Ciudadela por los más radicales al estilo de las primaveras árabes. 

Esta situación, más que el preámbulo de la independencia, sería probablemente el de la suspensión de la autonomía. Ello llevaria a un futuro muy incierto en el que no es descartable la aparición de la violencia, hasta ahora ausente, afortunadamente, de nuestra sociedad a pesar de que cada día aumentan los incidentes hasta ahora acotados. (...)"                    (Crónica Global, Francesc Moreno, Lunes, 30 de septiembre de 2013)

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