"La polémica sobre el reparto fiscal entre los Länder o estados federados
alemanes ha vuelto. Si es que alguna vez se fue. "No se puede forzar
nuestra solidaridad", ha declarado hace poco el ministro-presidente de Finanzas bávaro, Markus Söber, al diario Die Welt.
"Las
cifras, ha añadido, "muestran que el sistema de nivelación fiscal se
ensancha demasiado" y no ha dudado en señalar que los estados receptores
como Berlín o Bremen deberían apretarse el cinturón como lo ha hecho
Grecia. (...)
El vigente sistema de compensación financiera entre estados se
introdujo por imperativo constitucional en 1950. El principio básico
consiste en que los estados más fuertes ayuden a los más débiles con el
fin de mantener "la uniformidad de las condiciones de vida".
Como ocurre
en cualquier sistema federal, en el que la gestión y control de la
fiscalidad están repartidos entre las tres administraciones -federal,
regional y local-, el sistema de compensación nació con la intención de
corregir las desigualdades inherentes a un sistema fiscal federal, donde
riñen la autonomía de cada Länder y la coherencia solidaria del
conjunto.
El sistema se actualiza anualmente a partir de lo que en España se
llama balanzas fiscales, que el Ministerio de Finanzas alemán publica en su web.
Allí consta el flujo monetario entre Länder y Gobierno federal, cuánto
recauda cada uno y cómo se transfiere luego ese dinero entre Länder y
entre Gobierno federal y Länder.
El sistema de reparto se confecciona a
partir de esas cifras anuales de recaudación, de modo que en un año
Baviera puede pasar de estado donante a estado receptor, como de hecho
ocurrió entre 1991 y 1992.
La polémica se centra sobre todo en los criterios de reparto entre
Länder -el otro nivel de reparto sería el que se da entre el Gobierno
federal y los Länder- y los agravios comparativos que ocasionan los
resultados de la redistribución. El semanario Der Spiegel ilustraba en un reportaje (El pobre se hace rico)
éste último punto: el ministro-presidente de Hesse, el segundo estado
donante, viajaba en clase turista en el mismo avión en que los
ministros-presidentes de los estados receptores y endeudados de Renania
Palatinado y Sarre lo hacían en clase business.
"El núcleo [del
problema] es ese, que la gente en Baviera, Hesse y Baden-Wurtemberg
pagan con sus impuestos los beneficios que los gobiernos regionales de
Bremen y Berlín usan para ornamentarse", lamentaba. Pero los agravios no
acaban ahí. Más bien empiezan: desde la gratuidad de los estudios
universitarios en el Sarre a una jornada laboral más reducida para los
funcionarios de Renania Palatinado.
Sin embargo, y pese a las críticas y las rencillas
interterritoriales, no son pocos los expertos que elogian el sistema. El
ejemplo más destacado es el de la ahora descontenta Baviera. Desde la
introducción del sistema de reparto, el estado sureño se benefició
durante cuatro décadas de la generosidad de Hesse y de Renania del
Norte-Westfalia.
Lo ha recordado estos días de polémica la
socialdemócrata Hannelore Kraft, ministra-presidenta de Renania del
Norte-Westfalia, estado que en los últimos treinta años ha pagado "sin
quejarse, la construcción de Baviera". "La solidaridad", ha respondido a
su homólogo bávaro, "no es una carril de sentido único".
El portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran i Lleida, ha llamado la atención hace poco
sobre el sistema de reparto alemán y ha citado una supuesta sentencia
del TC alemán de 1996 que limitaba el déficit fiscal de los Länder con
el Gobierno federal en un 4%. La propuesta del líder nacionalista era
hacer lo mismo en la última reforma constitucional española.
En verdad, la sentencia a la que se refiere Duran i Lleida es de
1999, que propició la última reforma del sistema de reparto en 2005. Sin
embargo, "no se establecen límites concretos a la solidaridad", ha
advertido Ángeles García Frías, profesora de Derecho Financiero y
Tributario en la Universidad de Salamanca y letrada del Tribunal
Constitucional español, "sino que se analiza la situación concreta
planteada utilizando múltiples datos estadísticos y por ello concluye
que se ha superado lo constitucionalmente tolerable" en lo que respecta a
la solidaridad entre Länder.
Fueron entonces los estados de Hesse, Baden-Wurtemberg y Baviera los
que presentaron el recurso. Consideraban -y consideran- excesiva la
aportación de los Länder donantes, entre los que, naturalmente, se
encontraban los demandantes. El TC alemán, recuerda la profesora García
Frías, no juzgó inconstitucional la ley de reparto entonces vigente,
sino que obligaba al Parlamento federal a reformarla en un plazo máximo
de cinco años.
La sentencia considera que la ley no definía
suficientemente el modelo. La tarea, por tanto, consistía en establecer
normas claras. "Cumplir este requisito es importante para llevar a cabo
la planificación presupuestaria de los Länder y también hacer un reparto
de recursos transparente", ha señalado esta profesora en Derecho
Tributario a La Voz de Barcelona.
Y es que el sistema de reparto, así como todo el modelo fiscal alemán, está recogido en la Constitución, que en su artículo 107
dice que "se garantizará mediante ley que quede debidamente compensada
la desigual capacidad financiera de los Länder", sin concretar ninguna
cifra o límite de déficit fiscal entre Länder y Gobierno federal, como
aseguraba equivocadamente Jordi Barbeta en una crónica en La Vanguardia.
Por último, la ley de 2005, según el profesor Söllner, no limita la
solidaridad con respecto a las leyes anteriores. Una gráfica del
Ministerio de Hacienda alemán muestra cómo funciona el sistema:
un Land pobre cuya capacidad financiera por número de habitantes esté
entre el 70 ó 90% de la media debe nivelarse, mediante la transferencia
de los Länder ricos, hasta el 91 ó 96%, respectivamente.
Correlativamente, un Land rico cuya capacidad financiera por habitante
supera entre el 110 ó 130% de la media, tras la nivelación
interregional, su capacidad financiera quedaría en el 104 ó 109%
respectivamente. Luego el Gobierno federal ayudaría al Land pobre a
alcanzar el 97,5 ó 98,5% de la media mediante transferencias
adicionales, sin alterar de este modo el orden que había antes de la
redistribución.
La ley anterior imponía una nivelación del 99,5% en este último nivel
(el de transferencia del Gobierno federal a los Länder más pobres),
"pero la diferencia no es apreciable", ha matizado Söllner. "Las
cantidades de compensación que fluyen entre los Länder no han disminuido
significativamente. Más bien al contrario.
De ahí el empeño de los
Länder ricos en reformar el sistema de compensación, es decir, en
limitarlo", ha concluido. Y es que en la práctica el modelo presenta
alteraciones importantes tras la redistribución, como que Hesse, el
segundo estado donante, ocupe el último lugar en recaudación per cápita
con 2.172 euros mientras que Berlín ocupe el primer lugar con 3.760
euros.
Eso sí, el orden en la capacidad financiera no se altera después
del reparto, como muestran los datos del Ministerio de Hacienda, donde Hesse ocupa el primer lugar en capacidad financiera antes y después de la redistribución.
Sea como fuere, la sentencia, en contra de lo expuesto por Duran i
Lleida, no exige limitar el déficit fiscal de los Länder con el Gobierno
federal, simplemente exige con claridad los criterios de reparto entre
Länder y entre el Gobierno federal y los Länder.
Y es que como advierte
el profesor Söllner a La Voz de Barcelona, "este sistema ha sido
fuertemente criticado no sólo por su fuerte tendencia a la nivelación -y
por tanto por sus incentivos negativos para los Länder más pobres-,
sino por su gran cantidad de regulación complicada e incomprensible, por
no decir infundada".
Lejos queda el modelo de redistribución alemán de lo propuesto por
los nacionalistas catalanes, cuya propuesta fiscal descansa sobre la
base de un sistema particularista como el del concierto vasco y navarro,
negociado bilateralmente con el Estado. (...)" (Javier López, Crónica Global, Jueves, 5 de septiembre de 2013)
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