23/9/13

La gente en Baviera, Hesse y Baden-Wurtemberg pagan con sus impuestos los beneficios que los gobiernos regionales de Bremen y Berlín usan para ornamentarse

"La polémica sobre el reparto fiscal entre los Länder o estados federados alemanes ha vuelto. Si es que alguna vez se fue. "No se puede forzar nuestra solidaridad", ha declarado hace poco el ministro-presidente de Finanzas bávaro, Markus Söber, al diario Die Welt. 

 "Las cifras, ha añadido, "muestran que el sistema de nivelación fiscal se ensancha demasiado" y no ha dudado en señalar que los estados receptores como Berlín o Bremen deberían apretarse el cinturón como lo ha hecho Grecia. (...)

El vigente sistema de compensación financiera entre estados se introdujo por imperativo constitucional en 1950. El principio básico consiste en que los estados más fuertes ayuden a los más débiles con el fin de mantener "la uniformidad de las condiciones de vida". 

Como ocurre en cualquier sistema federal, en el que la gestión y control de la fiscalidad están repartidos entre las tres administraciones -federal, regional y local-, el sistema de compensación nació con la intención de corregir las desigualdades inherentes a un sistema fiscal federal, donde riñen la autonomía de cada Länder y la coherencia solidaria del conjunto.

El sistema se actualiza anualmente a partir de lo que en España se llama balanzas fiscales, que el Ministerio de Finanzas alemán publica en su web. Allí consta el flujo monetario entre Länder y Gobierno federal, cuánto recauda cada uno y cómo se transfiere luego ese dinero entre Länder y entre Gobierno federal y Länder. 

El sistema de reparto se confecciona a partir de esas cifras anuales de recaudación, de modo que en un año Baviera puede pasar de estado donante a estado receptor, como de hecho ocurrió entre 1991 y 1992.

La polémica se centra sobre todo en los criterios de reparto entre Länder -el otro nivel de reparto sería el que se da entre el Gobierno federal y los Länder- y los agravios comparativos que ocasionan los resultados de la redistribución. El semanario Der Spiegel ilustraba en un reportaje (El pobre se hace rico) éste último punto: el ministro-presidente de Hesse, el segundo estado donante, viajaba en clase turista en el mismo avión en que los ministros-presidentes de los estados receptores y endeudados de Renania Palatinado y Sarre lo hacían en clase business.

 "El núcleo [del problema] es ese, que la gente en Baviera, Hesse y Baden-Wurtemberg pagan con sus impuestos los beneficios que los gobiernos regionales de Bremen y Berlín usan para ornamentarse", lamentaba. Pero los agravios no acaban ahí. Más bien empiezan: desde la gratuidad de los estudios universitarios en el Sarre a una jornada laboral más reducida para los funcionarios de Renania Palatinado.

Sin embargo, y pese a las críticas y las rencillas interterritoriales, no son pocos los expertos que elogian el sistema. El ejemplo más destacado es el de la ahora descontenta Baviera. Desde la introducción del sistema de reparto, el estado sureño se benefició durante cuatro décadas de la generosidad de Hesse y de Renania del Norte-Westfalia. 

Lo ha recordado estos días de polémica la socialdemócrata Hannelore Kraft, ministra-presidenta de Renania del Norte-Westfalia, estado que en los últimos treinta años ha pagado "sin quejarse, la construcción de Baviera". "La solidaridad", ha respondido a su homólogo bávaro, "no es una carril de sentido único".

El portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran i Lleida, ha llamado la atención hace poco sobre el sistema de reparto alemán y ha citado una supuesta sentencia del TC alemán de 1996 que limitaba el déficit fiscal de los Länder con el Gobierno federal en un 4%. La propuesta del líder nacionalista era hacer lo mismo en la última reforma constitucional española.

En verdad, la sentencia a la que se refiere Duran i Lleida es de 1999, que propició la última reforma del sistema de reparto en 2005. Sin embargo, "no se establecen límites concretos a la solidaridad", ha advertido Ángeles García Frías, profesora de Derecho Financiero y Tributario en la Universidad de Salamanca y letrada del Tribunal Constitucional español, "sino que se analiza la situación concreta planteada utilizando múltiples datos estadísticos y por ello concluye que se ha superado lo constitucionalmente tolerable" en lo que respecta a la solidaridad entre Länder.

Fueron entonces los estados de Hesse, Baden-Wurtemberg y Baviera los que presentaron el recurso. Consideraban -y consideran- excesiva la aportación de los Länder donantes, entre los que, naturalmente, se encontraban los demandantes. El TC alemán, recuerda la profesora García Frías, no juzgó inconstitucional la ley de reparto entonces vigente, sino que obligaba al Parlamento federal a reformarla en un plazo máximo de cinco años. 

La sentencia considera que la ley no definía suficientemente el modelo. La tarea, por tanto, consistía en establecer normas claras. "Cumplir este requisito es importante para llevar a cabo la planificación presupuestaria de los Länder y también hacer un reparto de recursos transparente", ha señalado esta profesora en Derecho Tributario a La Voz de Barcelona.

 Y es que el sistema de reparto, así como todo el modelo fiscal alemán, está recogido en la Constitución, que en su artículo 107 dice que "se garantizará mediante ley que quede debidamente compensada la desigual capacidad financiera de los Länder", sin concretar ninguna cifra o límite de déficit fiscal entre Länder y Gobierno federal, como aseguraba equivocadamente Jordi Barbeta en una crónica en La Vanguardia.
 
Por último, la ley de 2005, según el profesor Söllner, no limita la solidaridad con respecto a las leyes anteriores. Una gráfica del Ministerio de Hacienda alemán muestra cómo funciona el sistema: un Land pobre cuya capacidad financiera por número de habitantes esté entre el 70 ó 90% de la media debe nivelarse, mediante la transferencia de los Länder ricos, hasta el 91 ó 96%, respectivamente.

 Correlativamente, un Land rico cuya capacidad financiera por habitante supera entre el 110 ó 130% de la media, tras la nivelación interregional, su capacidad financiera quedaría en el 104 ó 109% respectivamente. Luego el Gobierno federal ayudaría al Land pobre a alcanzar el 97,5 ó 98,5% de la media mediante transferencias adicionales, sin alterar de este modo el orden que había antes de la redistribución.

La ley anterior imponía una nivelación del 99,5% en este último nivel (el de transferencia del Gobierno federal a los Länder más pobres), "pero la diferencia no es apreciable", ha matizado Söllner. "Las cantidades de compensación que fluyen entre los Länder no han disminuido significativamente. Más bien al contrario.

 De ahí el empeño de los Länder ricos en reformar el sistema de compensación, es decir, en limitarlo", ha concluido. Y es que en la práctica el modelo presenta alteraciones importantes tras la redistribución, como que Hesse, el segundo estado donante, ocupe el último lugar en recaudación per cápita con 2.172 euros mientras que Berlín ocupe el primer lugar con 3.760 euros. 

Eso sí, el orden en la capacidad financiera no se altera después del reparto, como muestran los datos del Ministerio de Hacienda, donde Hesse ocupa el primer lugar en capacidad financiera antes y después de la redistribución.

Sea como fuere, la sentencia, en contra de lo expuesto por Duran i Lleida, no exige limitar el déficit fiscal de los Länder con el Gobierno federal, simplemente exige con claridad los criterios de reparto entre Länder y entre el Gobierno federal y los Länder. 

Y es que como advierte el profesor Söllner a La Voz de Barcelona, "este sistema ha sido fuertemente criticado no sólo por su fuerte tendencia a la nivelación -y por tanto por sus incentivos negativos para los Länder más pobres-, sino por su gran cantidad de regulación complicada e incomprensible, por no decir infundada".

Lejos queda el modelo de redistribución alemán de lo propuesto por los nacionalistas catalanes, cuya propuesta fiscal descansa sobre la base de un sistema particularista como el del concierto vasco y navarro, negociado bilateralmente con el Estado. (...)"         (Javier López, Crónica Global, Jueves, 5 de septiembre de 2013)

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