"La unión fiscal, como consecuencia de la
unión política y de la actuación redistributiva del Estado en el
terreno personal (el que más tiene más paga y menos recibe), realiza
también una función redistributiva en el regional, que compensa en parte
los desequilibrios creados por el mercado.
Confirmación de lo anterior la tenemos
en el comportamiento de cualquier Estado, federal o no, y por más
liberal que sea. Incluso cuando después de la Segunda Guerra Mundial,
los aliados -con el fin de evitar que Alemania pudiese repetir en el
futuro los comportamientos pasados- imponen su partición y la división
de la zona occidental en una serie de länder, se tiene muy presente la
necesidad de este equilibrio interterritorial. Principio que se recoge
en la Constitución de Bonn de 1949, que se concreta en la Ley de 1950,
aún en vigor, y que obliga a que los Estados más fuertes ayuden a los
más débiles con “el fin de mantener la uniformidad en las condiciones de
vida”.
Así mismo, en 1991 con la unificación de las dos Alemanias se
creó el pacto de solidaridad por el que los cinco länder del Este
recibían, y seguirán recibiendo hasta 2019, 105.000 millones de euros
para paliar su déficit en infraestructuras y 1.000 millones anuales para
asistencia social y desempleo. Todo ello se financia con el llamado
impuesto de solidaridad, un recargo del 7,5% en el impuesto sobre la
renta hasta 1998, que se ha convertido en el 5,5% desde esa fecha hasta
2019.
La Unión Monetaria europea ha roto este
equilibrio creando una unidad comercial y monetaria pero sin que se dé,
ni se busque, la unidad fiscal y política entre los países, lo que
genera una situación económica anómala. La UM está produciendo
resultados muy desiguales, beneficiando en gran medida a Alemania y a
algún que otro país pequeño de su órbita y perjudicando a todos los
demás.
La renta per cápita del país germánico que antes de la creación
del euro perdía posiciones respecto a la media europea a partir de la
constitución de la UM las gana, mientras que la mayoría de los otros
miembros de la Eurozona las pierden. (...)
La UM no solo está incrementando la
disparidad y el enfrentamiento entre los países de la Eurozona, sino que
propicia las fuerzas centrífugas dentro de cada país. De hecho, algunas
Comunidades Autónomas aspiran a copiar el modelo de desarticulación
fiscal europeo y que incurramos dentro de nuestro país en unos
desequilibrios territoriales semejantes a los que se están generando en
la Eurozona.
Cataluña o la Italia del Norte pueden preguntarse por qué
tienen que financiar ellos a Andalucía o a la Italia del Sur, si
Alemania no lo hace, obteniendo beneficios similares o mayores de la
unión mercantil, monetaria y financiera.
El ejemplo ha cundido y ha llegado
incluso a los länder alemanes. Los Estados ricos del sur, Baviera, Hesse
y Baden-Württemberg, los tres con un PIB per
cápita superior a los 36.000 euros, se quejan, protestan e incluso
recurren al Tribunal Constitucional porque consideran que transfieren
demasiados recursos a los Estados con menores rentas per cápita,
principalmente Berlín (29.000 euros) y Sajonia oriental (23.000 euros).
Es la rebelión de los ricos.
En nuestro país, a pesar de que las
diferencias de renta per cápita entre las regiones son bastante mayores
que en Alemania (la de las cuatro primeras, País Vasco, Madrid, Navarra,
Cataluña, casi dobla a la de las dos últimas, Extremadura y Andalucía),
también se ha producido la rebelión de los ricos.
Comenzando porque el
País Vasco y Navarra lograron introducir en la Constitución un régimen
fiscal especial, el concierto, que los deja al margen de toda política
redistributiva. El mantenimiento de este sistema no es ajeno al puesto
que ocupan en el ranking de renta per cápita.
Aunque el nacionalismo catalán lleva ya
mucho tiempo protestando por lo que considera un exceso de solidaridad,
ha sido a partir del Estatuto y principalmente en los momentos actuales
con el pacto fiscal cuando la ofensiva se ha hecho más radical, hasta el
punto de amenazar con la independencia en el caso de que no se conceda a
Cataluña un régimen de financiación parecido al del País Vasco.
Incluso
los políticos madrileños que siempre han estado al margen de estas
reivindicaciones comienzan a quejarse de que a Madrid no se la trata
adecuadamente.
Detrás de todo lo anterior se encuentra
la pretensión de los ricos de romper los mecanismos redistributivos, es
decir, de copiar el modelo de la Unión Europea, que implica la
integración de los mercados y una moneda única, pero sin querer oír
hablar de unión presupuestaria y fiscal.
Los resultados de ese modelo en
Europa están claros, abrir progresivamente una enorme brecha entre el
Norte y el Sur que cierra toda perspectiva de futuro y que abocará, se
quiera o no, a la marcha atrás.
Es un modelo condenado al fracaso.
Repetirlo miméticamente dentro de los Estados miembros, amén de injusto
resulta totalmente inviable porque la ruptura fiscal y presupuestaria
entre las regiones conduciría a romper también la unidad monetaria y de
mercado." (Artículo publicado en República.com, Attac España, 13/04/2013)
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