12/11/12

El 'síndrome de Estocolmo' de los charnegos catalanes

"Siguiendo a Antonio Robles, ‘ante la imposibilidad de dar una explicación al silencio de los castellanohablantes despojados de sus derechos lingüísticos en Cataluña, adopté el concepto de síndrome de Estocolmo para describir la sumisión social al nacionalismo. […] 

Quiero describir con más detalle aquella metáfora. Pero ahora con un concepto aún más exacto: El síndrome de Catalunya. Para ello me he valido del concepto psicoanalítico de complejo de inferioridad, en diversas variantes, como respuesta a una situación conflictiva que causa frustración, intranquilidad, miedo, angustia o desajustes con el entorno.

 En términos freudianos, se trata de un mecanismo de defensa, es decir, de una de las maneras adaptativas inconscientes que posee el individuo para resolver esos conflictos y reducir la angustia que le producen’.

En el referido artículo, Robles hace una consideración que comparto plenamente:
‘Aunque parezca una exageración, considero que todos los que residimos hoy en Cataluña padecemos en mayor o menor medida este síndrome: unos porque lo imponen, otros porque lo soportan, otros porque caen en su patología, y los demás porque han de padecer la dialéctica patológica de una sociedad enferma de nacionalismo. Como las gripes, hasta quienes no las padecen viven la tensión y la incomodidad de su prevención’.
Continúa dividiendo la patología en múltiples categorías –hasta seis, nada menos-, calificando de ‘los peores’ a los castellanohablantes que califica como ‘conversos’; mis kapos más indeseables.

 ‘Son personalidades quebradas que, ante la insoportable carga de una identidad inapropiada, han optado por adaptar la personalidad de sus verdugos. Son radicales y extremistas, votan y militan en todos los movimientos nacionalistas independentistas que pululan alrededor de CiU y ERC’.

Robles considera una ‘paradoja monumental’ el constatar la ausencia casi total de trabajadores manuales del cinturón industrial conscientes de las patrañas nacionalistas. ‘Los más perjudicados, los menos conscientes; los mejor preparados y con menos flancos flacos para ser apartados del prestigio social, los más rebotados’. 

Sin embargo, ello debe atribuirse a labor llevada a cabo de ingeniería social por los nacionalistas en el poder desde el año 1980 cuando alcanzó la presidencia de la Generalidad de Cataluña su líder absoluto Jordi Pujol -nada más, ni nada menos que hace 32 años-, pero, también, a su labor en la sombra, durante los años del franquismo, en las que acuñó términos como: ‘Ejército de ocupación’ para referirse a los inmigrantes en Cataluña mostrando, asimismo, su cara más racista.

‘Sin lugar a dudas, es el gran culpable. Siempre supo adónde iba. Puso en marcha todas las políticas lingüísticas tramposas y excluyentes. Sin hacer ruido, impidiendo con jueces, periodistas, maestros, curas y muchas complicidades empresariales que el acoso moral fuera percibido como una agresión. 

El victimismo desplegado ha sido tan generalizado y teatral que casi nadie, fuera de los círculos activistas en defensa de los derechos castellanohablantes de Cataluña, ha podido o querido enterarse’.        (Antonio-F. Ordóñez, lavozdebarcelona.com, 12/11/2012)

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