sería ingenuo pensar que el viento que sopla a favor de esos movimientos en los últimos meses es totalmente independiente de las turbulencias que atraviesa Europa desde hace dos años y medio. Aunque no sea la causa, la crisis de la deuda puede ser un acelerador. En los países donde la unidad es problemática […] la cuestión estriba en saber quién va a pagar la deuda del conjunto y quién tendrá que hacer los esfuerzos correspondientes. En otras palabras, el combate no se libra contra la austeridad, sino en evitarla dejándosela a otros.
Así, los flamencos tienen la impresión de que los problemas financieros se deben a la mala gestión del Gobierno central, señala De Standaard. En ese contexto, el diario flamenco cita a Louis Vos, investigador de la Universidad de Lovaina:
Cuando parece que el nivel superior [federal] no funciona bien, el reproche bien conocido de De Wever [dirigente de los nacionalistas flamencos] de que la mayoría de los flamencos no aprueba la manera en que Di Rupo administra los impuestos, crece el atractivo de la autonomía”.
En cualquier caso, señala el Financial Times Deutschland, si bien la cuestión de la independencia es “comprensible”, “no puede ser la respuesta a los problemas que Europa debe afrontar hoy”. En efecto, el diario económico alemán opina que
solo superando las fronteras y el nacionalismo ha llegado Europa a ser próspera y segura. Algo parecido vale para solventar las crisis bancarias, económicas y financieras que han ahogado a países pequeños como Irlanda. Solo una comunidad amplia está en condiciones de ayudar a resolver unos problemas a los que un Estado no puede enfrentarse por sí mismo. Los separatistas lo han entendido bien: los catalanes querrían separarse de España, pero solicitan la ayuda financiera de Madrid. Pero no se pueden reclamar éxitos y riquezas para uno y delegar los problemas y los costes al Estado central o a la UE. Europa debe preservar su diversidad regional sin proclamar en cuanto se tercie un Estado independiente. Eso no haría más que socavar la capacidad de Europa de resolver los problemas a largo plazo.
Otros países van a contracorriente, como señala también La Tribune, que saca a relucir el ejemplo de Italia, que se encamina a “una recentralización [...] que refuerce al Estado central en detrimento de un frágil proceso de descentralización”.
El Gobierno Monti, fortalecido por el debilitamiento de la Liga Norte, minada por los escándalos y por su participación en el Gobierno de Berlusconi, ha decidido reconsiderar la ley muy descentralizadora de 2001. Mario Monti quiere devolver competencias al Estado central para evitar el derroche y la corrupción, pero también para tener más dominio sobre los esfuerzos en pos de la austeridad y controlar mejor la deuda pública […] La crisis de la deuda ha hecho perder crédito a los ejecutivos regionales y al gran partido secesionista."        (16 octubre 2012,Presseurop, La Tribune, De Standaard, Financial Times Deutschland)