19/9/12

"No quiero la secesión porque supone un enorme menosprecio y una enorme bofetada a gentes con las que me siento solidario"


 "Los que no somos catalanistas, con esa combinación nuestra de incapacidad para dar en el clavo en nuestros análisis y el aferrarnos a lo primero que se ha dicho sobre algo, aunque no tenga ni pies ni cabeza, hemos atribuído al victimismo de los nacionalistas (a quienes llamo así simplemente porque cuando se presentaron en sociedad durante la Transición, se autodenominaron nacionalistas) su gran baza para elaborar un discurso político que capte votos.

Pero es justamente lo contrario. No es el victimismo, sino el triunfalismo su verdadero punto fuerte. La gente se solidariza un ratito con el débil. Pero no le entrega su fidelidad. Eso lo reserva para el fuerte, el triunfador, o el que aparece como tal. Cuando ellos hablan, no se hacen la víctima. 

Acusan. De esa forma, fuerzan a iniciar el intercambio de ideas desde una posición de preeminencia moral entre gentes a los que un mínimo de sentido democrático les tiene que atribuir la misma respetabilidad. Eso es un triunfo.

En lo que respecta a la política nacional, las consecuencias de este error han sido desastrosas. Creyendo que había que correr a conjurar ese victimismo que se suponía que tanto les beneficiaba, se les han entregado toda clase de triunfos, generando la dinámica que realmente les ha dado fuerza durante estos 30 años.   (...)

Como consecuencia de la manifestación del 11S por la secesión de Cataluña, abundan en la prensa que se supone contraria a este paso informaciones sobre las consecuencias nefastas que ello traería a la economía de Cataluña. ¿Cree alguien que a los nacionalistas les importa eso demasiado? Yo estoy seguro de que no. 

Es cierto que para atraer gente a su proyecto, han lanzado la idea de que “con la independencia nos irá mejor económicamente”. Pero el núcleo director de este proceso lo hace porque están convencidos de que los catalanes no pueden aparecer mezclados con el resto de españoles. 

Yo, personalmente, ante el proceso de separación de España en el que el nacionalismo nos quiere meter, tengo infinidad de dudas. Principalmente, si salimos de la Unión Europea y del euro, me pregunto en qué moneda me van a pagar la nómina. La verdad es que me aterra pensar cuál puede ser el valor real del pujolet, que seguramente será la moneda de circulación en la nueva república.

Pero supongamos que tienen razón. Que a los que vivimos en Cataluña nos vaya a ir mejor como país separado porque la inmensa riqueza generada en Cataluña no será dilapidada financiando pers y vagos andaluces que se pasan el día en el bar (Duran dixit). 

Pues no. Yo no quiero la secesión porque desde mis principios sobre lo que debe ser la relación individual o colectiva entre personas, me asquea la forma de expresarse de sus partidarios.

 Y no quiero la secesión porque supone un enorme menosprecio y una enorme bofetada a gentes con las que me siento solidario, que viven en territorios donde están mis orígenes familiares y donde se habla la lengua que me ha dado la capacidad de tener cultura. Por eso no la quiero y eso es previo a cualquier cálculo económico."          (José Miguel Velasco, lavozdebarcelona.com, 19/09/2012)

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