"El “victimismo” ha sido y es la herramienta más utilizada por el
nacionalismo y el independentismo conservador en Cataluña. Su objetivo,
generar diferencias (reales o ficticias) respecto al resto del estado.
La mayor o menor efervescencia nacionalista e independentista ha estado
en función de su utilidad para afianzar los intereses de la oligarquía
catalana, quien, históricamente no ha tenido ningún empacho en aliarse
con los sectores más “españolistas” (...)
La actual deriva nacionalista permite a CiU presentarse delante de
la ciudadanía como los adalides de los intereses nacionalistas. El
discurso parte de una premisa básica: la corrupción generalizada siempre
sucedía fuera de las fronteras catalanas, era cosa de España.
El “seny”
catalán se imponía a la “disbauxa” espanyola. Pero hace mucho tiempo
que Cataluña ya no es ninguna excepción política. El que se denominó
“oasis catalán” se está demostrando un pantano llenas de corruptelas,
nepotismos y amiguismos. La imagen patética del presidente Más
mendigando el mismo trato para las cajas catalanas que las madrileñas en
el caso Bankia nos nivela Cataluña con España.
Todo ello pone al
descubierto dos hechos significativos: el primero, que el nacionalismo y
el independentismo conservador anteponen sus intereses de clase a los
intereses generales; el segundo, la estrecha relación entre poder
financiero y el poder político en Cataluña.
El “oasis catalán”
no es más que una invención literaria. El caso Millet que ha permanecido
guardado durante tres años en los cajones de los juzgados (finalmente
se ha impuesto una fianza de más de 3 millones a CiU) evidencia que la
corrupción ha tocado a los núcleos de poder centrales en Cataluña.
Pocos
días después, Oriol Pujol, Secretario General de CiU e hijo del ex
presidente Pujol, se veía implicado en un nuevo escándalo de corrupción,
el penúltimo antes del siguiente. Casi al mismo tiempo, estalla el caso
de la Fundación del Hospital de Sant Pau, donde los gestores
(representantes de la Generalitat, el Ayuntamiento y la Iglesia)
encontraron una cueva de Alibabá en forma de ingeniería financiera.
Los
mismos que no dudan en conjugar el verbo recortar para la sanidad
pública no tienen ningún escrúpulo en meter las manos en el cajón del
dinero público. En paralelo, y sólo como vocación de memoria, la
detención del antiguo delegado de gobierno del último Tripartito y
miembro de la dirección de ERC en un tema de contrabando de tabaco es la
guinda en este pastel.
Ha sido desalentador ver cómo esos casos, de una
extraordinaria importancia, han pasado desapercibidos para la mayoría
de los medios de comunicación (en muchos casos dominados por sectores
nacionalistas) y el conjunto de la ciudadanía.
En paralelo a
esta situación, se lanza por parte de los sectores
nacionalistas-conservadores la campaña contra el peaje de las
autopistas. Andalucía tiene autovías gratis, Cataluña ha de pagar por
sus autopistas.
La derecha nacionalista, que de nuevo agita el “Espanya
ens roba”, vuelve a olvidar que, en sus 30 años al frente del gobierno
catalán y poseyendo incluso la llave de la gobernabilidad de Madrid en
algún periodo, optó por beneficiar a los grupos de poder en Cataluña;
“La Caixa”, las patronales de las autopistas, el Cercle d´ Empresaris, …
han sido los grandes beneficiarios de las políticas catalanas.
El
nacionalismo conservador optó por el peaje de las autopistas, cuando
podía perfectamente haber desarrollado una red viaria de alta calidad
libre de pago. La campaña, con los tiempos sabiamente marcados, rehúye
un hecho central: mientras se procede a la destrucción de los servicios
básicos, la sanidad, la escuela pública catalana… sólo se habla del
“pacte fiscal” y la carestía de los peajes; para determinados grupos
nacionalistas, la destrucción de la escuela pública catalana es un mal
necesario si con ello se preserva las facilidades para acceder a las
segundas residencias en la playa o las zonas de esquí.
Es una
campaña que ha calado y lo ha hecho porque la corrupción política y
social se ha extendido como una enfermedad que ha hecho metástasis en la
sociedad catalana generando tres efectos indeseables. Uno, la
pasividad; segundo, la resignación; tercero, el descredito de la ética
política.
Todo ello unido a la falta de un horizonte social alternativo.
Este vacío lo llena en parte la filosofía del “victimismo político”,
algo que, debemos añadir, tiene un importante calado social, sobre todo
porque la izquierda (el PSC, ERC, ICV o EUiA) que debería estructurar un
contrapeso social y político a las propuestas de la derecha se muestra
incapaz de articular una alternativa global a esta realidad.
No
olvidemos que estas fuerzas están compuestas mayoritariamente por
profesionales de la política. Su visión es pues cortoplacista-electoral,
se limitan a copiar lo “políticamente correcto”, es decir lo que
indican los medios de comunicación, mayoritariamente en manos de la
derecha.
Es así que la influencia de la ideología nacionalista o
independentista conservadora penetra profundamente en algunas capas
sociales que, incapaces de articular formas de resistencia, optan por
buscar fuera de sus fronteras los enemigos, nunca enemigos de clase,
sino los otros pueblos del estado español.
La expresión “Espanya ens
roba” es pues una frase carente de sustancia real pero fácilmente
utilizable para acusar a otros de la ineptitud y la propia incapacidad
política." (Rebelión, 12/09/2012, Eduardo Luque Guerrero)
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