"Lluís Bassets, director adjunto de El País y responsable de la edición de Cataluña, en un apunte en su blog, el pasado miércoles:
‘[...] Lo único que no se puede hacer con el mandato de
la calle es seguirlo. Si somos más precisos deberemos reconocer que la
calle no mandata a nadie, no da mandato válido alguno. Podían ser
600.000 como dijo la delegación del Gobierno o un millón y medio, dos
millones incluso, como exigían los organizadores.
Sus motivaciones
podían ser muy variadas bajo un rótulo unánime como el de la
independencia: no hay duda que si algunos, pocos, querían y soñaban en
la separación unilateral e inmediata de España; otros más, muchos,
quieren un mejor trato fiscal y una situación financiera más holgada
para su Gobierno. ¿Cuál es el mandato? ¿Qué apoyos tiene? Difícil de precisar y concretar.
La calle puede dar mandatos, es cierto. Lo hemos visto muy
recientemente en Túnez o en Egipto. Pero en el caso catalán no estamos
hablando de esta calle. Nadie parece dispuesto a olvidarse de todo,
trabajo, estudios, familia, para dedicarse exclusivamente a exigir una
ruptura política en manifestaciones callejeras que no cesarán hasta que
se produzca el cambio.(...)
Aquí, por más empeño retórico que pongan algunos, no hay un pueblo
oprimido ni una dictadura. Al contrario, hay un Gobierno autonómico, que
cuenta con medios de comunicación y con policía; hay unos ayuntamientos
con gobiernos locales independentistas; hay incluso organizaciones
sociales, empresas y prensa privada, que se movilizan con toda
legitimidad y derecho para sacar a la calle a cuanta más gente mejor y
conseguir así la escenificación del apoyo político a las propuestas del
presidente detectado ya por las encuestas.
Todo muy bien y muy correcto, pero nada de mandato.
Al menos de momento. Lo único que nos dice la calle es que algo ha
cambiado -antes era el autonomismo y ahora es el independentismo el
conductor del vehículo catalanista- y que ha llegado la hora de contarse
puesto que son tantos los que han decidido expresarlo de forma
pacífica. (...)
Contémonos pues. Que funcione el principio democrático. Elecciones anticipadas, ya. Un plebiscito constituyente, reclaman los más apresurados. (...)
[...] ¿Constituyente? Se verá. Quizás sí. Primero habrá que ver los
resultados y qué parlamento catalán sale en la nueva situación. No hay
que precipitarse. No olvidemos la crisis en la que estamos metidos,
la falta de liquidez que sufre este gobierno tan audaz y lanzado.
No
perdamos la perspectiva, porque todo esto, tan doméstico, es de un
interés europeo fundamental y nada se podrá hacer si no se hace bien y
pensando en Europa, en la Europa de la ley y el derecho y en la Europa
federal que tenemos que construir a partir de unos estados en pérdida de
soberanía constante." (lavozdebarcelona.com, 21/09/2012)
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