Hijo de inmigrantes mexicanos, sin apenas recursos económicos, a este escritor estadounidense le cuesta todavía hablar de cómo tuvo que romper con su pasado para formar parte del sueño americano.
"Mi madre me decía que no leyera a los gringos, que éramos una familia. Pero yo quería ser americano, quería tener un futuro", cuenta el escritor, que ha sido invitado por el Instituto B. Franklin para dar una conferencia en la Universidad de Alcalá de Henares.
El ruido le acompaña desde hace tiempo. Muchos hispanos le acusan de "traidor" y no le perdonan su tesis: está en contra del bilingüismo en Estados Unidos. Cree que el español como lenguaje privado limita a los hispanos para competir en igualdad de condiciones en la exigente sociedad norteamericana.
"Me preocupa que los hispanos de hoy en California, por ejemplo, no sepan hablar ni español ni inglés bien. Están en un limbo lingüístico y eso no es bueno". (...)
En pleno debate de la inmigración en EE UU y Europa, su historia adquiere de nuevo resonancia. En 1981 publicó su primer libro, Hunger of memory: the education of Richard Rodríguez, un testimonio que rompió un tabú en la comunidad hispana: los valores familiares.
En este relato personal cuenta cómo abandonó su hogar y el rol de mexicano que no pierde sus costumbres y su lengua en Sacramento para acceder, como cualquier estadounidense, a la Universidad -Columbia y Berkeley- e intentar ser un cosmopolita no limitado por su condición y entorno.
"Era como una especie de diario, donde me confesaba al resto del mundo porque no se lo podía decir a mis padres. "Pero me sentí muy solo y un traidor con México, con mi familia y conmigo mismo". (...)
"No creo en la diversidad cuando te cierra puertas", explica. "Y la lengua es poder y el poder es una oportunidad más grande", añade. (...)
"América es una cultura de magnates. Y la diversidad no es un valor si no es justa". Y hace su pronóstico: "El color de la piel en EE UU será marrón para 2030. Una mezcla de todas las razas". Rodríguez también ha tenido que defender su homosexualidad.
"No me gusta la palabra gay porque se asocia a algo feliz". "He sufrido el sida. Perdí a un amigo hace 20 años. Lo he visto en San Francisco durante mucho tiempo", explica.
Rodríguez, que prepara un ensayo sobre religiones, se despide, a modo de coda con una sonrisa: "Soy muy melancólico. Conservo esa tristeza especial mexicana. En el fondo, me siento mexicano". (RICHARD RODRÍGUEZ: "No creo en la diversidad cuando te cierra puertas". El País, 31/05/2011, última)
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