29/4/11

"La multitud le grita al suicida (Artur Mas) que duda en lo alto del tejado: "Vamos, salta de una vez"

"Hace unos 20 años se produjo en el País Vasco una oleada de soberanismo sobrevenido, especialmente juvenil, similar a la que ahora afecta a la clase política catalana; con la diferencia, sin embargo, de que entonces hubo en Euskadi una considerable resistencia intelectual (y senior) a dejarse arrastrar por la corriente que no se ha observado en Cataluña.

Al revés: se ha asistido a conversiones sorprendentes con el argumento de que ya no es necesario ser nacionalista para defender la independencia por motivos de interés económico. (...)

Pujol también ha votado en la consulta independentista, con el argumento de que, tras haberse pasado la vida tratando de persuadir a los que optaban por esa vía, se encuentra ahora con que "no tengo argumentos para rebatirles"; y que ya no cree posible que Cataluña pueda "conservar su identidad y desarrollar su proyecto dentro de España".

Es sorprendente que Pujol haya dejado de creer coincidiendo con el periodo de máximo nivel de autogobierno de Cataluña. A no ser que se trate de una variante de lo que observó Tocqueville a propósito de la Revolución Francesa: que la radicalización política no es tanto consecuencia de la ausencia de reformas como de la frustración que resulta de la imposibilidad de satisfacer las expectativas (o ilusiones) despertadas por promesas de cambio de difícil cumplimiento.

El Pujol pragmático que gobernó durante 23 años ha reconocido muchas veces que (como sigue sosteniendo Duran Lleida), la vía independentista es de difícil viabilidad porque, entre otras cosas, no cuenta con el apoyo mayoritario de la sociedad catalana.

Se dijo que la sentencia sobre el Estatuto era una máquina de crear independentistas, pero en las autonómicas de noviembre los partidos que lo son perdieron 9 de sus 23 escaños; se sostuvo entonces que a cambio había aumentado el número de independentistas entre los electores de CiU. Si así fuera tendría que haberse manifestado en las consultas.

Pero los resultados, con un voto favorable en torno al 18% del censo, no lo confirman, y en cambio sí refuerzan la idea de que en Cataluña existe una persistente distancia entre las preocupaciones de los representantes y las de sus representados.

Es lógico, por ello, que Artur Mas se haya abstenido de trasladar la consulta virtual al Parlamento real. Y los que le reprochan no ser consecuente con sus ideas recuerdan, diría Enzensberger, a la multitud que le grita al suicida que duda en lo alto del tejado: "Vamos, salta de una vez". (PATXO UNZUETA: Elogio de la inconsecuencia. El País, 28/04/2011, p. 13)

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