27/10/23

Javier Cercas: Tener a un presidente como Torra, que escribió cosas terribles sobre la gente que, como mi madre, no habla catalán («Bestias con forma humana»), cuesta creer... Aún no lo he digerido... Philippe Lançon, superviviente del atentado contra Charlie Hebdo, me dijo que por mucho menos de lo que escribió Torra, Le Pen expulsó a un candidato de su partido. Si esto lo dice el presidente de la Generalitat, se convierte en normal y corriente. Hay que hacer que esto vuelva a las cloacas. De dónde nunca debería haber salido 

 "(...) Acaba de estar en el concierto de Serrat, botifler ('traidor') como usted.  

Me hace ilusión estar en el mismo bando que Serrat. Una vez hicieron una lista negra y estábamos los dos de lado. Se lo agradecí.  

¿Le han dicho alguna vez charnego?  

Que yo recuerde, nunca. Al menos cuando era joven. Ahora no sé, no tengo redes sociales. Ni siquiera leo los comentarios de los lectores en mis artículos. Lo que no entiendo es que hoy haya gente que reivindique la palabra. Lo que me dijeron mis padres, es que viniendo a Cataluña ya era catalán. Mi padre lo tenía en la cabeza. Nunca me dijo que fuera a la Hogar del Extremeño, dicho sea con todo el respeto por la Hogar del Extremeño. 

 Ahora dicen que quienes vinieron a trabajar eran colonos.  

Es un insulto. Era gente, la mayoría muy pobre, que venía a ganarse la vida. Construyeron ese país y son tan catalanes como cualquiera. Lo de colonos no se ha dicho hasta hace muy poco, en los últimos años no han sido buenos. En todas las sociedades hay xenofobia y rechazo a quien viene de fuera, pero está en las cloacas. El problema es cuando ocurre en primera fila y un presidente escribe las barbaridades que escribió Quim Torra. Hay xenofobia por doquier, pero la civilización consiste en entender que no tiene sentido. Siempre hemos sabido que puede haber algún imbécil que desprecie a los castellanos oa los negros oa los árabes, el problema es cuando esta persona es el presidente.

 Cuando en el 2000 le nombraron pregonero de Girona, un concejal de ERC escribió que no era la persona adecuada. ¿Esto duele? 

 No fue dolor. Me sentí triste, por un momento pensé que no sabía dónde vivía. Por suerte, después hubo una campaña masiva contra aquellas declaraciones, y eso volvió a las cloacas. Pero fue un mal síntoma. Luego, por desgracia, las cosas han cambiado. 

 ¿Cómo hemos llegado a esto?  

Todos lo sabemos: el proceso no ha hecho ningún bien a nadie, excepto a quienes han hecho carrera política o se han hecho de oro con él. Tener a un presidente como Torra, que escribió cosas terribles sobre la gente que, como mi madre, no habla catalán («Bestias con forma humana»), cuesta creer... Aún no lo he digerido. 

El hombre vive muy bien.  

Philippe Lançon, superviviente del atentado contra Charlie Hebdo, me dijo que por mucho menos de lo que escribió Torra, Le Pen expulsó a un candidato de su partido. Si esto lo dice el presidente de la Generalitat, se convierte en normal y corriente. Hay que hacer que esto vuelva a las cloacas. De dónde nunca debería haber salido.

 ¿Cómo lleva vivir en un pueblo como Verges, lleno de esteladas y con alcalde de la CUP?  

Me encanta vivir en ella. Para lod de Girona, el Empordà es nuestro hábitat, es donde veníamos a la playa de pequeños, con la familia. Nunca he tenido ningún problema (quizá alguno pequeño en algún momento). Tengo una magnífica relación con mis vecinos y en particular con el alcalde, que además fue alumno mío. ¿Sabe lo que pasa? La gente normal y corriente tiene mucho trabajo, no está por historias. Si el ambiente se caldea es debido a los políticos y los medios, y entonces sí, la gente puede llegar a hacer cosas de las que después se avergüenza.

 A mí me ha dicho Girona, pero alguna vez se lo he oído llamar Gerona. 

 Es que, diga lo que diga el BOE, en castellano Gerona se llama Gerona, como New York se llama Nueva York. No es una cuestión política, es lingüística. ¿El proceso es una de las cosas de las que la gente se avergonzará? Tiene usted un libro titulado «Estábamos cansados de vivir bien». Un título excelente, define qué ocurrió. Cataluña es de los lugares más privilegiados del mundo, en todos los sentidos. Es un hecho, no una opinión.

 ¿Por eso cuesta entender el proceso?  

No cuesta mucho. En Cataluña no somos marcianos, nos afectan las mismas cosas que a todos. El detonante del proceso fue la crisis del 2008, sólo equiparable a la de 1929. La crisis del 29 trajo al mundo los fascismos y la guerra. La de 2008 ha llevado al nacionalpopulismo: el Brexit, Trump, etc. El proceso ha sido nuestra forma de nacional populismo. Y después está el aburrimiento, esto es lo que liga con su libro. Habría que hacer una historia del aburrimiento.  

¿Al proceso por el aburrimiento?  

En Catalunya había muchos que se aburrían, que estaban jubilados y dijeron «ostras, ¡es más divertido hacer una revolución que dar de comer a las palomas!». Al fin y al cabo, era una revolución sin riesgo, llevó a la cárcel sólo a cuatro desgraciados. Y encima muchos han ligado gracias al proceso, han cambiado de pareja y todo.  

Si llego a saberlo, titulo el libro «Estábamos cansados de nuestra mujer».

  Todos conocemos casos. Ep, y que conste que cualquier táctica por ligar me parece legítima. Eso sí, siempre que no perjudique a nadie. Éstos han perjudicado a otra gente. ¡Qué ligue, pero ligar sin cabrear al personal! 

 Hemos despistado, Cercas. 

 Sí. Bastaba decir que España era una dictadura, que la culpa de todo la tenían los españoles, que separándonos de ellos comeríamos cada día helado de postre. Todo salía gratis, una bicoca. Un periodista muy conocido me dijo: «Nuestros abuelos tuvieron la aventura de la guerra y nuestros padres la del antifranquismo; nosotros queremos tener la del proceso».

 Una frase muy indicativa.  

Delata algo muy importante: que la memoria histórica no ha servido para nada, porque esa visión del pasado es totalmente falsa. La guerra no fue una aventura, sino una catástrofe. Y antifranquistas, aquí, hubo poquísimos. Pero poquísimos son poquísimos. Y si quieres hacer una revolución, en África tienes un filón, ve, te divertirás con tu kaláshnikov, quizá ligarás, quizá salgas en la tele y todo. Dicho de otra forma: en política soy un fanático del aburrimiento. Tiene su qué, efectivamente. Es lo mejor del mundo: yo aspiro a un aburrimiento escandinavo. Suizo, al menos. La aventura está en los libros, en el cine, en la música, con los amigos.

 ¿Lo volverán a hacer? 

 (Risotada) Se lo tiene que preguntar a ellos. Es difícil que vuelvan a darse circunstancias tan perfectas como las que se dieron. Pero la historia es imprevisible. Imagine que la guerra de Ucrania va a peor. Imagine que devuelve al PP al poder, que volverá, ya que sin alternancia al poder no hay democracia; yo nunca votaré al PP, pero es un partido democrático. Y puede que vuelva acompañado de Vox. Veremos qué ocurre entonces. De todas formas, no será fácil que la gente olvide que han sido engañados de forma tan flagrante.

 Le han acusado de blanquear el franquismo con sus libros.  

Salvo practicar la zoofilia, a mí me han acusado de todo. Pero sí: si dices que los franquistas eran personas de carne y hueso, te acusan de blanquear el franquismo. Por eso le hablaba de la visión falsificada del pasado. El fascismo triunfó porque era muy atractivo; esto es un hecho, pero, si lo dices, te dicen que lo estás blanqueando. Si dices que el fascismo era una forma de idealismo que provocó catástrofes, también lo estás blanqueando. Tienes que acatar la visión falsificada del pasado, o te acusan de blanquearlo. Ahora vengo de Montenegro, y me preguntaron por qué triunfan las mentiras. La respuesta es muy sencilla: la gente prefiere las mentiras a la verdad.

 ¿El proceso fue una gran mentira? 

 Hombre, es evidente. Ya lo reconocen incluso los dirigentes independentistas. Pero a la gente, como le decía, le gusta que la mientan. La verdad es áspera, amarga. La mentira es más fácil de contar, es guapa, agradable, sentimental… «Dime que me quieres aunque sea mentira». En el resto de España también es así, claro. En todas partes. Lo que ocurre es que, en el proceso, hemos sufrido mentiras masivas. Es una característica de los populismos. No es que hoy se mienta más que nunca: es que la mentira tiene más capacidad de difusión que nunca. 

 Hablando de verdades y mentiras: ¿qué opina de la reforma de la sedición, la malversación, etc?

 Qué cabrón es, Soler (ríe). Yo escribí a favor de los indultos, precisamente un día que me daban un premio en la sede del ABC (ríe). Con muchas dudas, lo hice, porque a veces funcionan ya veces no: mire a Sanjurjo, que fue indultado en 1932 y cuatro años después dio un golpe de estado. Pero los indultos eran algo previsto por ley. Ahora bien, cambiar el Código Penal para beneficiar a las personas que te dan apoyo político... Es más complicado. Es una medida difícil de digerir por los mismos que le han impulsado, estoy seguro. 

 ¿Quiere decir?

 Nos dijeron que reformaban la sedición para homologarnos con Europa; ahora sabemos que no es verdad, ya mí me gusta que los políticos digan la verdad. Ya sé que es difícil, pero no podemos acostumbrarnos a que los políticos mientan por sistema. Esto nunca termina bien, porque la verdad hace hombres libres y la mentira hace esclavos. Malo cuando aceptamos la mentira porque son los nuestros y los hemos votado. ¿Y respecto a la malversación? Es reformar un delito que sólo pueden cometer los políticos: se trata de políticos que salvan a políticos que han cometido delitos. Aún es más difícil digerir, sobre todo porque no tenemos ninguna garantía de que sirva de nada. 

Nunca olvidaré que, la primera vez que fui a una cárcel, me encontré a una niña rumana llorando a lágrima viva: estaba allí porque había robado un bolso. Que ahora los políticos, que son gente poderosa y privilegiada, cometan delitos con plena conciencia ya la vista de todos, y sus amigos les cambien el Código Penal a conveniencia, moralmente es difícil de aceptar. 

 ¿Entiende Sabina cuando dice que se nota cada vez menos de izquierdas?

 A mí me ocurre lo contrario: yo lo soy cada vez más, entre otras razones porque está demostrado que el socialismo democrático ha creado en el norte de Europa las sociedades más igualitarias, libres y desarrolladas de la historia. Dicho esto, no creo que todos los de izquierdas seamos buenas personas, ni que los gobiernos de izquierda no se equivoquen. En definitiva: voto a la izquierda porque tiene razón; si la tuviera la derecha, votaría a la derecha. 

 ¿No cree que la izquierda de hoy es la puritana y censora?  

Éste es un gran problema. Era fantástico cuando la puritana era sólo la derecha, porque podías joderte a gusto; y con razón: nada más siniestro que el puritanismo, porque lo que no soporta el puritano es que la gente sea feliz. El problema es que ahora también la izquierda se ha vuelto puritana.

  ¿Y no podemos reírnos?

 Debemos seguir riéndonos igual, y si nos acusan de no sé qué, ya se lo harán. Porque sin reír estamos muertos. Sin ironía y sin humor no existe inteligencia ni vida saludable. ¿Sabe lo que pasa? Que una buena causa bien defendida es una buena causa, pero una buena causa mal defendida puede convertirse en mala causa. La causa de la izquierda es justa, pero mal defendida puede convertirse en injusta. El puritanismo es una mala forma de defender cualquier cosa. Por ejemplo, la causa más justa que existe ahora mismo es la de la igualdad entre hombres y mujeres... pero debe defenderse bien, no puede convertirse en una cacería de brujas. 

 ¿O sea que debemos pasarnos por el forro el nuevo puritanismo?

 Absolutamente. 

 ¿Ha tenido tentaciones de abandonar Cataluña durante el proceso?  

No le contesto. 

 Bueno, fin de la entrevista. 

 Venga, le contestaré. Tuve. Pero mi mujer, que tiene cuarenta y cuatro apellidos catalanes, me dio una lección, otra más. «Eso es nuestro hogar», me dijo. «Si quieren, que se marchen ellos».   

          (Entrevista a Javier Cercas, Albert Soler , Diari de Girona, 31/12/22; traducción google)

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