5/4/22

Incluso en el terrorismo hay clases, que este abuelo sólo hace reír, y que si una vez despertó algún terror sería por feo... Lo imagino a sus cerca de setenta años, entrando tentineando en los bares y contando batallitas para conseguir que alguien le invite a una caña: -Y cuando fundé Terra Lliure, yo... O sea que no le queda otro remedio que ir a la Meridiana, que es donde va a llamar a todo cadáver político catalán, desde Laura Borràs a Lluís Llach, a intentar recoger el último aplauso... ¡El auténtico genocidio no es el de Ucrania, sino que en la escuela catalana los niños hablen castellano en el patio! ¡Nos están asesinando!- grita, melena grasa y lacia al viento. Entonces sí, entonces se crea el silencio a su alrededor... y apunta por fin el terror de ver que cruel puede llegar a ser el paso del tiempo con el cerebro de quienes ya de por sí no lo tenían en muy buen estado. Es pavoroso

"Imagino que los exmiembros del IRA, e incluso los de ETA, con el tiempo van adquiriendo cierto estatus de mito. No de mito respetable, pero sí que, al menos, cuando entran en un bar se produce algún codazo entre los parroquianos, mira, ese que acaba de entrar se echó diez años en la cárcel, disimula al mirar, coño, que tiene mala leche.

 En cambio, un tal Fredi Bentanachs, dicen que fundador de Terra Lliure, grallando con un megáfono a la Meridiana, y no puede sino pensar que incluso en el terrorismo hay clases, que este abuelo sólo hace reír, y que si una vez despertó algún terror sería por feo.

 No debe ser fácil, creer que has sido alguien, y tropezar de cara con la realidad: a nadie interesas, nadie te reconoce, a nadie importa si estuviste en prisión ni por qué. No eres nadie. Lo imagino a sus cerca de setenta años, entrando tentineando en los bares y contando batallitas para conseguir que alguien le invite a una caña. 

-Y cuando fundé Terra Lliure, yo... 

 -Déjenos en paz abuelo. Todos los días con la misma tabarra, el pesado. 

O sea que no le queda otro remedio que ir a la Meridiana, que es donde va a llamar a todo cadáver político catalán, desde Laura Borràs a Lluís Llach, a intentar recoger el último aplauso. Meridiana es como los antiguos teatros de provincias, donde comediantes venidos a menos llevaban una obra caduca, a cambio de cama y comida en casa de un vecino. 

De nuestro Bentanachs no se puede decir que haya venido a menos, porque nunca fue nadie, pero intuye que es la última oportunidad que alguien le invite a una caña, así que se emplea en burradas, lo que en su caso no requiere esfuerzo, es algo natural. 

 -¡El auténtico genocidio no es el de Ucrania, sino que en la escuela catalana los niños hablen castellano en el patio! ¡Nos están asesinando!- grita, melena grasa y lacia al viento. Entonces sí, entonces se crea el silencio a su alrededor, aparecen temblores entre quienes le escuchan y observan, apunta por fin el terror. 

-¿Se refiere usted al odio que desprende? 

-Nada de eso, hombre. Me refiero al terror de ver que cruel puede llegar a ser el paso del tiempo con el cerebro de quienes ya de por sí no lo tenían en muy buen estado. Es pavoroso, escalofriante."   (Albert Soler, Diari de Girona, 05/04/22)

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