"Se trata de un caso singular en Europa: los separatistas catalanes han impuesto la hegemonía de su lengua y han expulsado el español de los programas escolares.
Al concluir el proceso judicial en Madrid contra los presuntos responsables del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, el conflicto social entre los dos grupos de catalanes -los que quieren un Estado catalán independiente y los que se sienten españoles y catalanes al mismo tiempo- está más vivo que nunca. Es que ya no es noticia, sino que sigue siendo noticia.
Y es endiabladamente difícil de entender en sus líneas argumentales, porque cada detalle de la gran narrativa de las aspiraciones independentistas catalanas está cargado ideológicamente. Esto también se aplica a la lengua en la que se enseña a los jóvenes catalanes. Sin embargo, como la escuela y la universidad no son el centro de atención, la guerra de represión y desgaste contra el español se ha desarrollado en gran medida en silencio. (...)" (Paul Ingendaay , Frankfurter Allgemeine, 13/06/19)
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