5/7/21

Por más esfuerzos que hago por entender el guiñol de la visita del Rey a Barcelona no acabo de verle ni la gracia... Se saludan, no se saludan. Se hablan, no se hablan. Un president se oculta detrás de una columna, otro presidente hace como que no lo ve, un rey se pasea, una alcaldesa se retira hasta que la avisan de que la cena está servida... ¿Qué hacen allí? Antaño se decía “hacer el ridículo”

 "(...) Cada vez resulta más difícil no contagiarse de la pandemia social. No hay vacunas para ella o al menos no detecto nada que sirva para abordarla sin hundirse en la misantropía. Por más esfuerzos que hago por entender el guiñol de la visita del Rey a Barcelona no acabo de verle ni la gracia ni menos aún el sentido. 

Todos sonrientes por los beneficios y al tiempo todos agarrotados; los demás observando el patético espectáculo. Se saludan, no se saludan. Se hablan, no se hablan. Un president se oculta detrás de una columna, otro presidente hace como que no lo ve, un rey se pasea y como es el más alto se puede seguir su deambular, una alcaldesa se retira hasta que la avisan de que la cena está servida y es gratis total, una especie de mayordomos encorbatados se mueven en la escena como muñecos articulados, lamentablemente no hay orquesta ni música de fondo.

 ¿Qué hacen allí? Creo que el escenario está pensado para vender sofisticadas tecnologías, pero nadie lo dice, hay discursos que parecen redactados para gente analfabeta que se maneja en el lenguaje de signos

 A eso lo llaman genéricamente acercamiento, pero nadie sabe por qué, quizá porque sea otro signo para los analfabetos, que somos nosotros. Antaño se decía “hacer el ridículo”, pero es expresión obsoleta; inexistente en el mundo del optimismo. (...)"      (Gregorio Morán, Vox Populi, 03/07/21)

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