7/11/19

El deterioro de las relaciones sociales es progresivo. Esto lo puedo comprobar en mi familia, con mis amigos y a través de los pacientes. La cosa no es tan pacífica y tan simpática como a veces se quiere presentar... en estas circunstancias hay personas que han tenido problemas de hipertensión con riesgo de infarto. Por eso circula entre los médicos aquello de "tiene que dejar la sal y el 'procés'"... Tendemos, como hacían los libaneses o los bosnios, a vivir en espacios territoriales o sociales propios, acotados, sin contacto con el otro...



"(...) ¿Qué estado de salud tiene la convivencia en Cataluña?

Me impresiona la tensión creciente que hay en las relaciones familiares, los grupos de amigos, en el trabajo... que se refleja en los chats y en quienes se da de baja. Personas que habían sido amigas y habían compartido muchas cosas. Parece que hay interés en negarlo diciendo que los catalanes somos un grupo homogéneo, pero el deterioro de las relaciones es progresivo.

Esto lo puedo comprobar en mi familia, con mis amigos y a través de los pacientes o del seguimiento a las redes sociales. La cosa no es tan pacífica y tan simpática como a veces se quiere presentar. Como si nosotros, por el hecho de ser catalanes, estuviéramos vacunados contra las derivas violentas, siempre sensatos, nunca 'arrauxats'. Así nos podemos permitir decir cualquier cosa, porque no pasaremos nunca a los hechos.

Ligado con esto, la cuestión de la violencia en las relaciones sociales como consecuencia del 'procés' es motivo de debate. ¿Hay violencia entre catalanes por razón de sus creencias o adscripciones políticas?

No estamos vacunados contra los actos violentos. Y a los actos violentos se llega calentando las cosas. Primero son sarcasmos, después descalificaciones personales, después insultos y, al final, cuestiones que sí que se podrían incluir en el concepto de delitos de odio, esta nueva figura del Código Penal que considera violencia no sólo hacer lesiones físicas a las personas, sino también promover calumnias, difamaciones, etc.

Esto lo observo y me preocupa, porque me hace pensar en hechos como el que pasó en la campaña del referéndum del Brexit, en un país con tanta tradición democrática, donde parece que todo se puede resolver a través de consultas, etc., pero que se cobró una víctima en la persona de una diputada laborista anti-Brexit. Esto se justifica diciendo que siempre hay un loco... Las personas, que vivimos con nuestras dificultades personales, nuestros afanes, nuestros traumas, influidas por el clima social, podemos ser arrastradas a realizar actos incomprensibles en una situación digamos de normalidad.

¿Qué efectos visibles produce este estado de cosas en la vida de las personas?

Quienes sufren en silencio tienden a psicosomatitzar. Hay gente que, en algunos ambientes laborales donde predomina mucho una determinada manera de entender las cosas y se da por supuesto que todo el mundo tiene que pensar igual, callan.

Están muchas horas aguantando, y callan por miedo a ser mal visto, y pueden acabar incluso perdiendo el trabajo, a veces con amenazas directas, o primero en broma y después no tanto. Todo esto es motivo de mucho de estrés. Sería un equivalente al bullying, pero a toda la sociedad. De esto se puede decir violencia. Y sabemos que el bullying puede provocar suicidios.

¿Pasa algo parecido en entornos familiares o de amistad o, sencillamente, se acaba optando para por distancia o romper la relación?

Mi abuelo, que era de la Liga de Cambó, después de la guerra decía que a las comidas familiares no se tiene que hablar ni de política ni de religión. Ahora, como que a mi familia también hay opiniones diferentes, cuando la cosa se empezaba a calentar yo también dije que quizás mejor que no habláramos de política ni de religión, como decía el abuelo. La respuesta de algunos fue: "Esto parece censura franquista".

Pero es una pena que en una sociedad democrática como la nuestra nos tengamos que morder la lengua para convivir...

Entre amigos se dan situaciones en las cuales, al principio, hubo mucha bronca. La gente se peleaba abiertamente. Después, algunos grupos entendieron que para sobrevivir tenían que seguir el consejo de mi abuelo. Entonces, ¿qué pasa? Que cuando comes, bebes, te desinhibes... acabas soltándote. Aquí yo acostumbro a pedir calma. Y hay personas que en estas circunstancias han tenido problemas de hipertensión arterial con riesgo de infarto. Por eso circula entre los médicos aquello de "tiene que dejar la sal y el 'procés'", como consejo para cuidarse.

¿Tendemos, como hacían los libaneses o los bosnios, a vivir en espacios territoriales o sociales propios, acotados, sin contacto con el otro? Las señales externas son evidentes. 

No se ven las mismas cosas si te paseas por Cornellà que si lo haces por Berga. La escenografía cambia muchísimo. Así, cuando vas a un bar en un lugar determinado, se tiene que tener cuidado con lo que se grita. Y esto, de una manera u otra, se reproduce en ámbitos sociales, más allá del territorio. Es diferente el ambiente si trabajas, por ejemplo, en la enseñanza pública o en la Administración que si lo haces a la empresa privada.

Seguramente hay gente que se siente muy asediada en según qué trabajos. También se detectan diferencias entre el ámbito rural y el urbano. Hay pueblos en que la presencia simbólica es arrolladora. Cosa que, claro, también está asociada a la composición social. No obstante, hay que decir que la divisoria no pasa entre los que han nacido en Cataluña y los que no. Muchos nacidos en Cataluña, como yo, de ninguna forma nos sentimos procesistas. (...)"

(Entrevista a Neri Daurella. Psicóloga clínica. Pertenece a Psychoanalysis and Politics y Federalistas de Izquierdas. Peru Erroteta, El Triangle, 02/11/19)

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