"Para la cosa de los pactos, estos días se nos recuerda a todas horas que hay partidos que estuvieron a favor del 155 (o no estuvieron bastante en contra, esto en la Cataluña del que no está conmigo está contra mí, es igual).
Se habla del 155 como si en Cataluña hubiéramos revivido un Ulster con tanquetas y barricadas en las calles, soldados entrando en las casas y huelgas de hambre de verdad, no la operación bikini que llevaron a cabo nuestros héroes.
Un pueblo que ha vivido siempre bien, debe esforzarse mucho, para construir un relato bastante épico que embaucar a unos cuantos y permita pasar el cepillo. Hay que hablar de exiliados, de resistencia, de presos políticos, de huelgas de hambre y de revolución, y hay que dejar claro que con el infame 155, Cataluña se convirtió en la India colonial, con la única diferencia de que el líder del país asiático estaba cada día más delgado, y el nuestro está cada día más gordo.
Simple cuestión de metabolismo, porque en vida ascética, Puigdemont le pasa la mano por la cara a Gandhi.
La cruda realidad es que, excepto por destituir a un gobierno que amenazaba a más de la mitad de los ciudadanos, el 155 fue sólo eso: un sustituir unos altos cargos puestos a dedo por alguien, de quiénes nadie sabía el nombre, ni qué trabajo hacían, por otros altos cargos puestos a dedo por alguien, y de quiénes nadie sabía el nombre ni qué trabajo hacían, pero que cobraban menos.
Por lo demás, todo siguió igual, ni siquiera intervinieron TV3, ya quisiéramos.
Los llacistes ven demasiadas películas, cosa que no es mala hasta que no empiezas a creerte que vives en una superproducción. Aparte del 155, el juicio es otro escenario donde juegan a héroes de cine. Hace poco, uno de tantos que últimamente empiezan a intuir que habrá condena dura, daba la explicación definitiva.
- Marchena y los otros magistrados están a sueldo del estado español. Si hubiera un jurado formado por 12 ciudadanos, y uno de ellos creyera en su inocencia como en Doce hombres sin piedad, seguro que convencería el resto y los absolverían.
No me dirán que no es enternecedor. Aún esperan la aparición de un Henry Fonda que les salve los muebles. No estará, pero para sustituirlo tienen los alegatos finales de la próxima semana, cuando los acusados podrán hacer discursitos épicos como en las películas de juicios, ahora que ya tenemos olvidados los del inicio de la vista, que tantas lágrimas hicieron derramar a los llacistes.
Discursitos que jurídicamente no tendrán ninguna relevancia, pero cinematográficamente darán juego, y de eso se trata. Además emoción, más donaciones para la causa, como saben los pedigüeños que enseñan sus deformaciones a los viandantes.
Películas aparte, ni el 155 ni la condena, si la hay, afectan a nuestra la vida. Al menos no a la mía, que lo único que me puede pasar es que el Ayuntamiento de Girona vuelva a anular los fuegos artificiales de las fiestas para obligar a todos los gerundenses a estar tristes, fuegos artificiales que al fin y al cabo, nunca me he dignado a mirar, excepto cuando me obligaba una novia de juventud.
Si salen en libertad, mejor para ellos y sus familias. Si se quedan unos años a la sombra, peor para ellos y sus familias. A mí plim. Pero que los inhabiliten para siempre, eso sí que me afecta. Que ninguno de estos farsantes, irresponsables, mentirosos, fanáticos, inconscientes e incapaces que nos han llevado a la actual situación, ocupe nunca más cargo público. Todo el mundo tiene bastante con sus problemas, para tener que aguantar los provocados por otros. Y a precio de oro." (Albert Soler, Diari de girona, 07/06/19)
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